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Letras

Un ejército panhispánico de lexicógrafos redactará el Diccionario Histórico, la gran tarea pendiente de la RAE

18 equipos de academias, universidades y centros de investigación de las dos orillas del español trabajarán bajo la dirección de la Real Academia Española en la nueva etapa de la obra, que se acaba de ampliar con 700 términos como 'COVID' y 'coronabebé'

13 abril, 2021 19:37

La titánica tarea de confeccionar un diccionario histórico del español que recoja la evolución del significado de las palabras de nuestro idioma es el gran proyecto pendiente de la RAE desde hace siglo y medio. En todo ese tiempo ha zarpado varias veces pero nunca ha llegado a puerto. Darle el empujón necesario para ponerlo definitivamente en marcha era uno de los objetivos que se fijó Santiago Muñoz Machado cuando tomó las riendas de la RAE. Para lograrlo, viendo que la tarea le ha venido grande a la academia una y otra vez —sobre todo por la falta de presupuesto y efectivos— y ya que la perspectiva panhispánica ha sido la tónica de las últimas obras de la Academia, decidió abrir el proyecto no solo al resto de academias de la lengua española, sino también a universidades y centros de investigación. En un acto presidido por el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, el director de la RAE ha presentado hoy las características que definirán el proyecto en esta nueva etapa y a los 18 equipos —9 en España y otros tantos en América— que trabajarán en él de forma autónoma pero bajo la supervisión y corrección de la RAE, siguiendo la metodología ideada por José Antonio Pascual. Esta nueva etapa viene rubricada con un cambio en el nombre de la obra, que deja de llamarse Nuevo diccionario histórico del español para adoptar el título Diccionario Histórico de la Lengua Española, y cuenta con el apoyo de Inditex y la colaboración de la Fundación San Millán.

Se trata de “un proyecto académico muy antiguo y desafortunadamente frustrado en repetidas ocasiones”, ha señalado Muñoz Machado. El académico, que ejercerá como director general de la obra, ha recalcado además que la lengua española es el único de los idiomas europeos más importantes que aún no tiene un diccionario histórico. Gracias a los avances de la informática en los últimos tiempos, la tarea hoy es algo menos ardua que antaño, cuando el trabajo se recopilaba en miles de fichas escritas a mano.

En la llamada Red Panhispánica de Academias, Universidades y Centros de Investigación constituida por la RAE para la confección del DHLE, se suman las instituciones que conforman la Asociación de Academias de la Lengua Española, el Instituto Caro y Cuervo, la Universidad de Salamanca, la Universidad de la Laguna, la Universidad de Sevilla, la Universidad de La Rioja, la Universidad de Murcia, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de León, la Universidad de Santiago de Compostela y la Universidad Rovira i Virgili.

El objetivo fundamental de este diccionario es ofrecer a los filólogos y al público en general  información relevante sobre la historia de las palabras que les permita interpretar los textos del pasado y del presente. Para ello se da cuenta del cambio que han experimentado los términos en su significado e incluso de los usos lingüísticos accidentales de una época determinada.

Un diccionario abierto por obras

Aunque el Diccionario histórico de la lengua española encara una nueva etapa, esto no significa que parta de cero, sino que se irá construyendo sobre los artículos que ya estaban disponibles para consulta en línea y que el año pasado actualizó con 704 nuevos artículos en pleno confinamiento. En el acto de presentación de la red de colaboradores que trabajarán a partir de ahora en el diccionario también se ha presentado una nueva actualización de la obra, con la que el DHLE alcanza los 6.325 artículos, y su nueva visualización. Entre las nuevas incorporaciones destacan las entradas coronavirus o COVID y sus voces derivadas como coronaplauso, coronavirología, covidioma o covidiccionario. Se añade también para su consulta la historia de palabras como clavecín, revólver, teremín, tisis, trompa o tuberculosis, que podemos encontrar entre las 715 nuevas monografías incluidas en esta décima actualización del proyecto en línea.

A palabras que designan enfermedades y partes del cuerpo (liviano o pleura), otras sobre instrumento de medida (amonímetro o diafanómetro), se suman términos —y sus familias—, sobre armas y máquinas bélicas (algarrada, almajaneque, cetme), instrumentos musicales (alboca, antara, clavecín, flautino) o voces de la indumentaria (como chal o chalón).

El Diccionario histórico de la lengua española es una obra pensada y diseñada como un diccionario electrónico, relacional y de acceso público en Internet gracias a una plataforma que renueva su identidad visual.

Historia de un proyecto enquistado

“La primera intención de esta casa de prepararlo quedó patente en los estatutos de 1848, muy tarde considerando que tenemos 300 años de vida”. El jurista y académico ha repasado la cronología de intentos fallidos de confeccionar el diccionario histórico desde entonces hasta hoy. La primera vez que se iniciaron de verdad los trabajos para llevarlo a cabo fue en 1914, en tiempos de Antonio Maura, que fue director de la RAE además de presidente del Gobierno. En 1931 el proyecto vivió una segunda etapa comandada por Julio Casares, cuyo nombre, según Muñoz Machado, “está inscrito en letras de oro” en la historia de la RAE. En aquella época vieron la luz algunos tomos, pero la guerra civil interrumpió la tarea. Tras varios intentos más de retomar el trabajo, en 1996 comenzaron “los trabajos de preparación de la definitiva etapa en la que estamos ahora”, ha afirmado el director de la RAE, que ha destacado el papel de José Antonio Pascual en la dirección del proyecto desde 2005. “Creó un nuevo equipo y una nueva metodología para el diccionario histórico que cambiaba radicalmente algunas bases del método anterior, sustituyendo el criterio alfabético en la ordenación del trabajo por un sistema relacional que mantenemos en la actualidad”, informa Muñoz Machado.