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Letras

Nabokov, aprendiz de Shakespeare

La Uña Rota publica 'La tragedia del señor Morn', hasta ahora inédita en español, en la que el autor ruso ajustó cuentas con el bolchevismo

10 junio, 2020 08:50

La Revolución rusa dejó heridas abiertas en la conciencia de Vladimir Nabokov que jamás cicatrizaron. El éxito de Lenin y sus soviets le expulsó de su arcadia aristocrática. En 1923 escocían todavía mucho. Ese dolor —ese rencor— lo destiló en La tragedia del señor Morn, obra hasta ahora inédita en español que acaba de lanzar la editorial Uña Rota. Nabokov la escribió a caballo entre ese año y 1924, durante su estancia en Praga. Hay un consenso amplio entre críticos y biógrafos de que se trata de su primer trabajo literario de verdadera valía. Y, de paso, de la mejor de todas sus piezas teatrales.

Su interés es elevado porque, aparte de sus virtudes intrínsecas, permite vislumbrar temas y fijaciones que luego serían cultivadas regularmente a lo largo de toda su trayectoria creativa: la difusa frontera entre la realidad y el sueño, el carácter esquivo de la felicidad, los vaivenes y giros trepidantes de ‘guion’ y la extraordinaria capacidad de la literatura para crear mundos imaginarios. De hecho, el protagonista, el señor Morn, ha sido visto como trasunto de Nabokov en este último aspecto. En la trama, este monarca ha traído la prosperidad y la paz a su país, un lugar situado en un futuro ambiguo. Escritor y protagonista se erigen así en demiurgos de poder ilimitado.

Pero el de Morn, que ejerce como rey escondido tras una máscara, se ve amenazado por el líder de los revolucionarios, Tremens, que busca construir una ‘nueva normalidad’ a partir de las cenizas de la vieja. En este planteamiento se aprecia claramente (de manera más abierta que en cualquiera de sus obras posteriores, según Thomas Karshan, autor del prólogo de la edición inglesa) el resquemor de Nabokov hacia el bolchevismo. La tragedia, en cualquier caso, la desencadena un lío de faldas: Morn se enamora de la superficial Midia, mujer de Ganus, un subversivo en el exilio.

Cuando vuelve este, y se entera, reacciona cual Otelo furibundo y reta a un duelo al rey. La alusión a Otelo no es gratuita. Nabokov teje su drama con una referencia prevalente en su cabeza: Shakespeare. Y si en Ganus vemos perfiles otelianos, Morn nos remite a Próspero. En las cuatro obras previas Nabokov se había sometido al molde de los dramas en verso de Pushkin, pero la dimensión trágica de la historia de Morn le condujo al bardo británico.

Estreno truncado

Para su desesperación, no consiguió estrenarla. Lo intentó cuando se instaló en Berlín pero sus maniobras en el circuito teatral no cuajaron. Tampoco la vio publicada en vida. Poco antes de morir, hubo un intento pero, al parecer, él mismo lo desestimó. Finalmente, fue una revista rusa la que la imprimió por vez primera en 1997 y luego, en 2012, Penguin Classics la puso en órbita en el universo anglosajón, gozando de cierto impacto mediático y de elogiosas reseñas en cabeceras como el New York Times.

La Uña Rota recoge ahora el testigo en nuestra lengua, apostando por una traducción directa desde el ruso, que firma Rafael Rodríguez. El autor de Lolita había adoptado en lengua materna el verso blanco y el pentámetro yámbico inglés para mimetizar se con el estilo shakesperiano. Rodríguez, al carecer de este metro en español, ha recurrido a los endecasílabos, que es lo más parecido que tenemos. A Nabokov le supuso tal esfuerzo escribir La tragedia del señor Morn que, cuando la terminó, dijo que se sentía “como una casa de la que, con un sordo rumor, se llevan un enorme piano”. Un piano que ahora suena como nuestro Siglo de Oro.

@albertoojeda77