Símbolo de modernidad del Madrid de los años 20, el Hotel Florida ganó su fama bajo los silbidos de las bombas que asolaban la capital española durante la Guerra Civil, cuando se convirtió en uno de los grandes epicentros del trabajo de corresponsales extranjeros como Henry Buckley, Mijaíl Koltsov o Ksawery Pruszynski, así como de otros cronistas de más renombre como Hemingway, Dos Passos, Robert Capa, Gerda Taro, Saint-Exupéry o Martha Gellhorn, que firmó desde allí algunas de las mejores crónicas sobre la vida cotidiana en el Madrid sitiado.

Tras las jornadas del año pasado, en las que se homenajeó la memoria del desaparecido edificio que hoy ocupa El Corte Inglés de Callao, Ámbito Cultural ha decidido crear una cita anual  donde se reivindique no sólo este pasado lleno de historias, sino también el presente y el futuro de esa fructífera convivencia entre periodismo y literatura de la que el Florida fue huésped, pues entre sus paredes se hospedaron también escritores como André Malraux, Virginia Cowles, W. H. Auden, Pablo Neruda o el mismísimo Unamuno.

“La idea es hablar de grandes temas que nos inquietan, como la verdad y la ficción en el periodismo y la literatura”, explica el periodista Alfonso Armada, que junto a su colega Carlos García Santa Cecilia vuelve a llevar la batuta de unas jornadas que se celebrarán todos los días de esta semana a partir de las 19:30 bajo el título Hotel Florida 2: Nuevas y viejas formas de contar el mundo. La eterna batalla entre verdad y ficción. En este momento en el que se está cuestionando el papel de la prensa y la verdad, debatir es la clave para descubrir en qué medida los periodistas hemos contribuido a nuestro propio desprestigio. Queremos repensar los fundamentos del oficio”, explica.

El aperitivo de tan enjundiosos debates tendrá lugar esta misma tarde con el espectáculo Keller Club, dirigido por Víctor Conde, una ficción teatralizada en torno a la vida cotidiana del Hotel Florida con la fotoperiodista Gerda Taro como maestra de ceremonias. Realizando un viaje en el tiempo, la obra nos sumerge en el ambiente  artístico y cultural de los años 30, conociendo a muchos asiduos del hotel como Charles Chaplin, Saint-Exupéry, Neruda, Unamuno, Lorca o Hemingway.

El precio de la corrección política

Mañana por la tarde dan comienzo las mesas redondas con Dibujar la actualidad, comentar el mundo, un encuentro dedicado al periodismo ilustrado, moderado por Felipe Hernández Cava, en el que participan ilustradores y humoristas como Ana Juan, Alfredo, Antonia Santolaya y Raúl. “El gran detonante de esta charla es la noticia de que el New York Times se ha planteado no publicar más viñetas”, explica García Santa Cecilia. “El periodismo gráfico, el trabajo de los ilustradores y humoristas, está puesto en cuestión y queremos ver qué significado puede tener esto y si ellos también se están cuestionados ellos y su papel en la prensa”.

“Obviamente me parece mal cualquier tipo de prohibición y censura”, opina Ana Juan, Premio Nacional de Ilustración 2010 y durante años dibujante habitual de portadas del New Yorker. “Entiendo que el humor gráfico puede ser más ácido que los propios textos, mucho más directo y crudo. La actitud de defensa del New York Times es algo muy triste pero que va con los tiempos. No me extraña, porque Estados Unidos siempre tienen miedo a la censura, a la polémica”, ahonda la ilustradora, que en los últimos años se ha volcado más a la ilustración de ficción, mucho más reposada frente a los “reflejos, síntesis y rapidez que exige ilustrar en prensa. Pero es tremendamente triste lo que está ocurriendo. Que ya no solo en el periodismo, sino incluso en las editoriales, enraíce este miedo a hacer cosas políticamente incorrectas”, insiste.

El miércoles será el turno del espinoso y eterno debate sobre la porosa frontera entre periodismo y literatura. En Los límites entre ficción y realidad, periodistas, críticos y escritores como Gregorio Morán, Laura Ferrero, Clara Usón y Karina Sainz Borgo conversarán dirigidos por Gonzo sobre un tema que, para la venezolana, se trata de “un debate zombi que nunca terminaremos de cerrar. Para mí los limites están marcados por, básicamente, el sentido común. Un discurso periodístico no tiene que estar afeitado de literatura, no tiene por qué estar escrito como una receta de cocina. Todo periodismo es susceptible de aspirar a la belleza literaria, siempre y cuando mantenga sobre el tapete la honestidad de que eso que se cuenta es cierto. Hay un pacto de verdad, mientras que en la ficción hay un pacto de verosimilitud”, puntualiza.

En opinión de Sainz Borgo, “aunque siempre se aprende muchísimo de todos los puntos de vista, volver a estos debates bizantinos es muy de la generación previa a la mía, en la que había una serie de complejos, pruritos y prohibiciones para transitar libremente entre el periodismo y la literatura”. Algo que cree que en pleno siglo XXI debería estar superado pues, “siempre partiendo del hecho de que yo no puedo hacer pasar literatura por periodismo, no entiendo por qué tienes que disculparte al hacer el camino inverso, algo que ya hicieron gente como Galdós, Dickens o Melville. Si me apuras, Moby Dick podría ser un gran reportaje", sostiene.

Unamuno y Kapuscinski

Unamuno y Kapuscinski, el cortante filo de la verdad

De igual manera piensa Armada, que confiesa que para estas charlas intentaron invitar a la periodista argentina Leila Guerriero, que al final no ha podido venir. “Siempre le están preguntando cuándo va a escribir su primera novela, y ella siempre dice lo mismo: ‘La verdad es tan rica, que no necesito una novela para ampliar mis ambiciones literarias’, que ya satisface con sus excelentes textos periodísticos”, resume el también corresponsal, que afirma querer “reivindicar el papel del buen periodismo, que está a la altura de la mejor literatura”.

Dentro de esta compleja red destacan las dos figuras que ocupan las últimas charlas del ciclo. El jueves es el turno de uno de nuestros escritores más de moda, taquillazo en cartelera mediante, que protagoniza Actualidad de Unamuno, viejos ecos de una guerra y un filósofo, mesa en la que participan Jon Juaristi, Marta Sanz y Pedro García Cuartango, y que modera el propio García Santa Cecilia, que recuerda la conexión del escritor con el Hotel Florida. “Unamuno se hospedó aquí en mayo 1930 tras volver del exilio. Fue un cliente estrepitoso, vino a pedir la República, porque entonces era el primer republicano, y a las puertas del Florida vivió una serie de altercados entre estudiantes y policía, todavía durante la dictadura de Primo de Rivera”, relata.

Aunque ahora su figura vuelve a estar de moda gracias a la película de Amenábar, el periodista defiende a Unamuno como “uno de los grandes exponentes de la literatura como verdad, de la búsqueda de su verdad su ética y su manera de pensar. Ahí está la famosa frase de ‘yo no he traicionado a la República, la República me ha traicionado a mí’, algo muy unamuniano. Ese Unamuno que viene aquí a provocar la República es el mismo que 6 años después se va a posicionar en contra, y ahondar en su inagotable figura siempre es un placer y casi una necesidad”.

El otro protagonista, tampoco ajeno nunca a la controversia, es el periodista polaco Ryszard Kapuscinski, centro de la mesa redonda Kapuscinski y los límites entre el periodismo y la verdad, en la que, tras el pase de la película de animación Un día más con vida, basada en la experiencia del reportero en la guerra de Angola, Amelia Serraller Calvo y Ramón Lobo debatirán moderados por Alfonso Armada sobre todas las sombras que cubren la luminosa y dilatada trayectoria de este mito de reporteros y cronistas. “Es una figura que todos los periodistas, especialmente los reporteros, tenemos en gran admiración. Pero después de muerto se empezaron a cuestionar algunas de sus mejores obras y apareció un Kapuscinski no tan riguroso a la hora de escribir, sospechoso de mezclar, precisamente, el género periodístico con la ficción”, explica Armada. 

Cuestionando el canon

Algo, que en su opinión, nunca es permisible. “Todos los periodistas sabemos perfectamente cuando estamos inventando y cuando no, y en este oficio no te puedes permitir inventar nada, porque si sobrepasas esa línea, ¿donde pones el límite?”, reflexiona. A esta tendencia a faltar a la verdad achaca el periodista la mala fama de la que goza el gremio en estos tiempos. “Cada vez más nos acusan de mentir, y la falta de confianza en la prensa es un drama en democracia y genera una sociedad cada vez más cínica y desconfiada ante las instituciones de todo tipo”.

En este sentido, el periodista entona el mea culpa  ante realidades como que cierta novelas escritas como reportajes, ese estilo Aleksiévich, tengan más veracidad que los trabajos de la prensa. “Creo que es culpa nuestra. ¿Por qué la novela se considera el género estrella dentro de la literatura? Quizás habría que cuestionarse el propio canon literario”, defiende. “Cuando se elogia un texto se dice, es tan bueno como una novela. Y no debería ser así, porque hay crónicas mejores que novelas. Depende también de la propia exigencia del periodista y del escritor. Lo ves en Juan Villoro, Martín Caparrós o Alberto Salcedo Ramos, que son cronistas y periodistas que tiene una calidad literaria impresionante pero trabajan con la realidad y la verdad”.

Dejando en el aire todas estas cuestiones, termina una nueva cita en el mítico hotel que, siempre a expensas del poder de convocatoria,  ya tiene previstos debates de calado para futuras ediciones. “Ya barajamos varios temas, por ejemplo el papel de los videojuegos, muy bien tratado en el último libro de Baricco”, avanza Armada. “Queremos plantear en qué medida las estrategias narrativas y persuasivas de los videojuegos afectan a ámbitos de la vida como el periodismo o la política”, resume. “O también, rescatar la obra de teatro de Wells, aquella Guerra de los mundos que nos permite aún hoy reflexionar sobre los límites entre ficción y realidad que forman parte de nuestra naturaleza”, concluye. Pero eso será en la próxima edición de una cita llamada a recuperar el espíritu del Florida.