Pintada de Banksy en Dover en protesta contra el Brexit

Pintada de Banksy en Dover en protesta contra el Brexit

Letras

De Ian Kershaw a Ken Follett: tres años de lucha literaria contra el Brexit

Con motivo de la visita a España del 'Friendship Tour' de Ken Follett, recordamos qué opinan los escritores británicos sobre el Brexit

20 noviembre, 2019 09:11

“Creo que el Brexit no se dará y Gran Bretaña seguirá formando parte de Europa. E incluso si no fuera así, Europa sobreviviría, aunque estuviese en una posición más debilitada. Así que el mío es un optimismo un poco agrio, pero ampliamente justificado”. Así hablaba en abril de 2016 el historiador Ian Kershaw, uno de los más importantes del mundo, demostrando lo peligroso que es hacer predicciones. Desde que en junio de ese mismo año se confirmó, mediante un ajustado referéndum, la salida del Reino Unido de la Unión Europea han sido incontables las voces que se han alzado para protestar contra lo que muchos consideran, como poco, un error o directamente una locura.

La realidad es que tras tres prórrogas, forzar la dimisión de dos Primeros Ministros y meses y meses de tediosas e infructuosas negociaciones, el Brexit no parece hoy algo todavía cerrado. De hecho, buena parte de su futuro se supedita a lo que ocurra en las próximas elecciones generales del 12 de diciembre, en las que los conservadores de Boris Johnson llevan ventaja en las encuestas. En cualquier caso, y ante tanta incertidumbre y propaganda negativa antieuropea, cuatro escritores de público masivo liderados por Ken Follett han emprendido lo que llaman The Friendship Tour, un recorrido por cuatro países europeos para hacerle saber a los lectores que “nos avergüenza el rechazo de nuestro país a Europa”.

A su paso ayer por Madrid, tras estar el sábado en Milán y antes de viajar a Berlín y París, Lee Child, Jojo Moyes, Kate Mosse y el autor de Los pilares de la Tierra, quisieron dejar claros varios puntos sobre la postura de “la mitad de los británicos a quienes los políticos no nos representan”. Follett, que ya había asegurado en anteriores ocasiones su repudio a un nacionalismo que considera "una ideología obsoleta y anticuada. El futuro está en la integración, no en la independencia. Dentro de veinte años, los británicos se darán cuenta de que es la peor decisión que han tomado, y, como artista, espero que no conduzca al aislamiento y a la insularización".

Los temores de Follett son compartidos por muchos compañeros como Jon Savage, que afirma que "ha habido un resurgimiento de la xenofobia, del nacionalismo inglés y del odio a la cultura. Debido a los cambios estructurales, la forma de vida de los jóvenes ha sido eliminada. La juventud, nos guste o no, es el futuro y si un país no apoya a su juventud no puede haber futuro, de modo que en el Reino Unido ahora mismo no lo hay", critica. En la misma línea se ha pronunciado Jonathan Coe, que acaba de publicar El corazón de Inglaterra y que defiende que el Brexit se ha producido por un ataque de nostalgia. "Se está apelando a unos instintos muy primarios que tienen que ver con la identidad nacional y personal. Se quiere volver a la época en la que el país era más fuerte y estaba más seguro de sí mismo, sin importar que, por ejemplo, para las mujeres y las minorías, la vida sea mucho mejor ahora", afirma.

La nostalgia del imperio

"El mundo ha cambiado en los últimos 50 años, pero la historia sobre el lugar de Gran Bretaña en el mundo, no. Nuestra vieja historia no casa con el momento actual", afirma el historiador del arte y exdirector del Museo Británico Neil MacGregor. "El relato con el que muchos británicos crecieron, según el cual su país controlaba su futuro por su cuenta, ya no es cierto". Lo que se evidencia, como afirma el historiador John Elliott en el gran eslogan de los partidarios del Brexit: Take control. "Es un eslogan muy fuerte. Esta tendencia se entiende en parte por la distancia que existe ahora entre los gobiernos centrales y las grandes corporaciones supranacionales por una parte y el pueblo por otra. Eso ha creado un vacío que ha ocupado el populismo".

Opinión que comparte todo un peso pesado como Julian Barnes, que además de tildar todo el proceso de "desastre", ha recordado que "desde la década de los 70 la idea de Europa nunca ha sido idealista en Inglaterra, sino práctica. Los políticos hablaban de las ventajas económicas de la UE, no de un proyecto que tuviera un contexto moral o emocional”. Es por ello, afirma, que la retórica actual le suena a lo peor del imperialismo del siglo XX. "Me siento inglés y europeo, no británico. Eso es cosa de imperios”. En este sentido, la escritora Jojo Moyes aseguraba ayer que parte del problema nace de la sensación de superioridad de muchos británicos que se creen que "todavía lideran un imperio. Muchos políticos usan un lenguaje bélico que les hace parecer niños jugando a ser soldados".

"Alguna vez he escuchado a gente en entrevistas de la BBC diciendo que si hemos liberado a Francia y a Bélgica no tenemos por qué tener miedo a los alemanes. Me parece una falta de vergüenza comparar el Brexit con la Segunda Guerra Mundial", ha expresado rotundo el escritor irlandés John Banville, ferviente europeísta. "Los ingleses son gente encantadora, son y han sido extraordinariamente tolerantes, creativos y aventureros durante siglos. Algo les tiene que haber pasado, al menos a una gran cantidad de ellos. Se han vuelto locos. ¿De verdad se están creyendo que están en la Segunda o en la Primera Guerra Mundial? Y, por supuesto, liderados por charlatanes fraudulentos. Uno de los grandes defensores del Brexit, Jacob Rees-Mogg, una de las primeras cosas que hizo fue sacar su dinero a Irlanda".

Lee Child, Ken Follett, Jojo Moyes y Kate Mosse ayer en la Fundación Telefónica

¿Un nuevo referéndum?

Sobre ambas cuestiones charló ayer Lee Child, que advirtió recurrentemente de que "los británicos, que se han vuelto muy conformistas con la democracia, fueron engañados por una prensa corrupta y deshonesta que moldeó la realidad a gusto de una élite política interesada que no explicó bien las consecuencias". Sobre esos mismos políticos se despachó a gusto Ian McEwan, que en una de sus últimas visitas a España aseguraba que "Cultural, política y económicamente, el Brexit es un desastre. Pero no es sólo el Brexit. Algo huele a podrido en la situación política del Reino Unido en general. 16 millones de personas votaron quedarse en la Unión Europea, y 17 votaron irse. Y hay un pequeño grupo de políticos airados y decididos que creen estar hablando por el 100% de la población y no por esos 17 millones de personas, que son poco más de la mitad", reflexionaba irónico el escritor. "No me gustan estas decisiones a golpe de plebiscito cuando vivimos en una democracia parlamentaria. Me recuerdan demasiado al Tercer Reich, y me asustan. Sólo puedo decir que lo lamento, que lamento que estemos fuera de la Unión Europea, y que voy a echarla mucho de menos".

Este mismo año, McEwan tildó el Brexit de "tragedia nacional" y aludió de nuevo a las crecientes falsedades de sus partidarios para convencer a la población. "La gran mentira de los Brexiters, su polvo mágico, fue persuadir al 37 % del electorado de que la UE, y no el Reino Unido, es responsable de la inmigración. Y tuvieron éxito". Pero la alusión al nazismo del londinense no ha sido la única. El escritor y abogado Philippe Sands, autor del monumental Calle Este-Oeste aseguró en su momento que "una vez más, un veneno de xenofobia y nacionalismo está avanzando por las venas de Europa Theresa May ha llegado a decir que "si usted cree que es ciudadano del mundo, es en realidad ciudadano de ninguna parte". ¿No vemos la sombra de la Alemania de los 30 cuando el Daily Mail tilda en su portada a tres jueces superiores de "enemigos del pueblo"?", se pregunta. "En este contexto, la experiencia reciente nos enseña a saber a dónde puede conducir tal principio. Mi familia sabe a dónde puede conducir un principio. Mi abuelo fue expulsado del Reich en 1938 por su religión".

Además, el escritor advertía ya entonces que "el Brexit si realmente sucede, no sería un mero interludio de cuatro años. Las consecuencias del voto de salida son mucho mayores en términos sociales, políticos y económicos, y posiblemente, incluso existenciales para el Reino Unido". ¿Puede no llegar a suceder, quedarse en un mal sueño? Esta pregunta se hacía en la charla del Friendship Tour Kate Mosse, que, aunque ve "casi imposible repetir el referéndum, pues muchos politólogos vinculan el éxito del proceso con la supervivencia de la democracia en Reino Unido, el que precisamente sea una democracia hace pensar que podría darse marcha atrás y elegir de nuevo. Con la falta de información que hubo mucha gente creía que hacía lo correcto, y no creo que hoy por hoy votaran esta realidad", aseguraba convencida.

Un futuro incierto

Pero no sólo han sido escritores los que se han posicionado, pues como recordaba Jojo Moyes, precisamente "el negocio literario, basado en traducciones, apenas notará un cambio que puede que sí afecte a otros campos de las artes". Desde luego, algunos de los principales popes de sus disciplinas han sido contundentes, como Peter Brook (“El Brexit es el error más estúpido de los últimos años”), portavoz de un teatro que se asoma al abismo, el director de orquesta John Eliot Gardiner (“El Brexit es una auténtica tragedia”) o el cineasta Ken Loach (“El Brexit no es un invento de la izquierda, sino de la derecha”).

La realidad actual es que más de tres años después nadie sabe que va a pasar. Con las negociaciones todavía en el aire, el reputado catedrático e historiador Timothy Snyder recordaba hace poco que todo el proceso del Brexit se basa en "una mentira cómoda y peligrosa. Europa nunca ha tenido naciones, Estados nación, pasó directamente de los imperios al proyecto de integración. El Brexit se basa en que el próspero Estado nación británico decidió unirse en su día a la UE y ahora quiere salirse. Pero eso no fue así. Reino Unido era un imperio en descomposición que se unió a Europa por supervivencia. La UE era una necesidad existencial .Y ahora no sobrevivirá como Estado independiente", vaticinaba, "porque lo que está claro, es que el imperio no va a volver a existir".

Por su parte William Boyd, nacido en Ghana como parte de ese imperio,considera el Brexit "una farsa total", y anticipó en su día que "los británicos somos buenos maquillando las cosas, y espero que podamos decir que nos hemos ido pero sin irnos de verdad. Pero nadar y guardar la ropa está empezando a ser muy complicado por bien que se nos dé", reflexionaba. "Ahora se están empezando a ver los efectos de las decisiones de David Cameron en la vida de las personas, y encima estamos atrapados en este procedimiento debido a la estupidez de Theresa May y la locura de Boris Johnson".

Como colofón, el propio Kershaw resumía el pasado junio, al presentar la última parte de su canónica historia del continente, Ascenso y crisis. Europa 1950-2017, que "lo que hace tres años era una amenaza remota y aún incipiente se ha deteriorado hasta el punto de que el Brexit, el mayor daño innecesario y autoinfligido por un país con el apoyo democrático de su pueblo, parece algo ya seguro y consumado en una Gran Bretaña completamente dividida. Y sin vías de unirse en un futuro cercano", remataba.