Image: Timothy Snyder: Rusia apela a nuestra nostalgia para destruirnos

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Timothy Snyder: "Rusia apela a nuestra nostalgia para destruirnos"

5 diciembre, 2018 01:00

Timothy Snyder

¿Por qué desde hace 10 años asistimos al imparable auge del autoritarismo? A esta pregunta responde el catedrático e historiador Timothy Snyder en El camino hacia la no libertad (Galaxia Gutenberg), un repaso a la situación política de Occidente que incide en el sombrío y decisivo papel de Rusia tras las bambalinas.

Desde hace aproximadamente una década hemos asistido al paulatino desvanecimiento del orden democrático surgido tras la Segunda Guerra Mundial, a la transformación de un mundo donde la democracia que parecía inevitable a otro en el cual el autoritarismo, arropado y confundido con nacionalismo y populismo, pone en peligro los principios que configuran las sociedades libres y triunfa de modo incontestable. Y preocupante. De este modo opina el catedrático de Historia en la Universidad de Yale Timothy Snyder (Ohio, 1969), experto en historia de Europa central y oriental y autor de libros como Tierras de sangre: Europa entre Hitler y Stalin, Tierra Negra o Sobre la tiranía, todos ellos publicados en Galaxia Gutenberg, al igual que su último ensayo, El camino hacia la no libertad. En él, el historiador toma como punto de partida 2010 para reflexionar sobre la situación actual de Occidente, el por qué del auge de los autoritarismos y el sombrío y decisivo papel que desempeña Rusia en esta deriva autocrática global. Y también para recordarnos que "la libertad depende de nuestro sentido del tiempo, porque la libertad depende del futuro".

La tesis principal que defiende Snyder es precisamente esta ausencia de futuro, una característica común al Occidente actual y algo que en su opinión une a todos los líderes autoritarios, desde Putin y Trump a Orbán o Le Pen. "Lo más extraño y notable de estos líderes autoritarios es que la raíz de su éxito es que han matado el futuro. No se puede hablar de él", destaca. "Ahora mismo hay dos tipos de políticos: los que defienden el statu quo y los que apelan constantemente a un pasado glorioso que nunca tuvo lugar. Pero nadie articula una visión para los próximos 10 o 20 años".

¿Pero cómo hemos llegado hasta aquí, que ideas incorrectas nos han llevado a esto?, se pregunta el profesor. Para Snyder el momento decisivo se produjo entre finales de los 80 y principios de los 90, cuando confluyeron por casualidad en el tiempo tres hechos independientes cuyas consecuencias serían decisivas. "El derrumbe del comunismo, el auge del neoliberalismo de Thatcher y Reagan y la creación de la Unión Europea a través del Tratado de Maastricht fueron tres hechos decisivos que coincidieron por accidente", explica Snyder. "Pero nosotros definimos ese momento como el fin de la historia y no nos dimos cuenta de que se estaban generando relatos falsos, como que el mercado traería siempre la democracia o que la simple existencia de la Unión Europea era suficiente para protegerla".

Mitos vs. Futuro

Esta visión del fin de la historia generó con el tiempo lo que Snyder llama "la política de la inevitabilidad. Todos creíamos en el progreso, que no había alternativas viables a lo que teníamos y que el tiempo era una línea ascendente que iba del presente al futuro". Pero esta visión tiene un problema grande, como señala el profesor. "Que no es cierta". Esta burbuja de irrealidad comenzó a pincharse con varios sucesos traumáticos, como la crisis de 2008, que propició el auge del autoritarismo y la extremización de la política. "Todos estos hechos nos sorprendieron, y al entrar en ese estado de miedo y estupor desechamos la inevitabilidad para entrar en una nueva fase, la política de la eternidad, que está dominando ahora".

Hasta hace no mucho todos creíamos en el progreso, que no había alternativas viables a lo que teníamos, pero eso era un error"

Este relato, que supone "otra forma de ser políticamente irresponsables", presupone que en lugar de creer a ciegas en el progreso pensemos solo en el destino. "Ahora el tiempo es cíclico, un ciclo donde todo ocurre una y otra vez. Hubo una vez un pasado idílico donde todo era perfecto, pero hubo un momento en que alguien de fuera, los musulmanes, los judíos, los negros... nos quitaron eso que nos pertenecía", ilustra el profesor. De este modo, "el discurso puede ser volver a hacer América grande o salvar a España del comunismo. Hablamos de mitos del pasado y no vemos un futuro".

Pero esta política de la eternidad también nos ha dejado una enseñanza importante, que la tecnología ya no es nuestra amiga. "A diferencia de antes, cuando se creía que el progreso tecnológico sería progreso intelectual, ahora sabemos que internet no nos hará mejores ni intelectual ni socialmente, sino que saca nuestros miedos a la superficie", afirma Snyder. "Internet se convirtió en las redes sociales que han sido utilizadas para engañar e influir en las emociones y conseguir que algunos voten o no voten, según los intereses. Trump, por ejemplo, utiliza la tecnología para tenernos atados al pasado. Internet nos convierte en caricaturas y nos simplifica".

Rusia, pionera y líder de la eternidad

Como defiende en su ensayo, el ejemplo perfecto de esta política es Rusia, adalid mundial de los partidos autoritarios y de extrema derecha. "Hace unos años, Rusia era vista por Occidente como una potencia regional con una economía pequeña y poca innovación tecnológica. Pero mientras tanto, ellos ya eran el primer país del mundo en llegar a la política de la eternidad", destaca Snyder. "Rusia es la capital del no futuro, ha encontrado una manera de gobernar sin él y trata de seducirnos al resto hacia esta política desde la que gobiernan".

Según defiende el historiador, los rusos advirtieron pronto que la política de la inevitabilidad estaba equivocada, que el capitalismo no crea democracia y construyeron un sistema con características propias que permiten negar el futuro. "Son varios factores, como su problema de sucesión. Rusia desacredita la democracia, pues al no existir un sucesor para Putin no hay un futuro posible que pensar. También la brutal diferencia entre ingresos y riqueza, esta desigualdad extrema que elimina la igualdad y el progreso social, elimina la idea de futuro", enumera Snyder.

Trump, el Brexit o los partidos de extrema derecha son los intentos de Rusia de destruir la Unión Europea y la democracia americana"

Pero además, el profesor destaca que su forma de gobierno se basa en la mentira, algo que parece impensable en Occidente. "Allí no existe la confianza, los políticos dicen abiertamente a sus votantes que mienten, pero también que todo el mundo miente, y que la verdad no existe. Y puestos a vivir en una mentira, mejor que las mentiras sean propias y no foráneas", explica. Esto funciona de puertas para adentro, pero a nivel externo, "al enfrentarse a hechos reales como la Unión Europea o la democracia americana, intenta destruirlos convirtiéndolos en parodias burlescas de sí mismos. Eso son Trump, el Brexit o los partidos de extrema derecha, intentos de Rusia de descomponer Europa y Estados Unidos".

La Europa del futuro

Bien conocido el caso de Trump y la injerencia rusa en las elecciones, Snyder se centra en Europa como nueva víctima de un combate en el que el Brexit es un gran tanto a favor de los orientales. Además, el historiador advierte que si Estados Unidos tenía la debilidad en su visión de que el mercado trae la democracia, Europa también tiene una preocupante política de la inevitabilidad representada en lo que llama "la fábula de la nación inteligente. Dice que las naciones europeas son muy antiguas y sabias y han aprendido tras la IIGM que la guerra es mala, por lo que decidieron cooperar económica y políticamente uniéndose para evitar la guerra y fomentar la democracia", relata el profesor.

"Esta es una mentira cómoda y peligrosa. Europa nunca ha tenido naciones, Estados nación, pasó directamente de los imperios al proyecto de integración", defiende. La razón por la que este matiz es tan importante, precisa Snyder, "es porque la manera en que se debate la Unión Europea está basada en mentiras. El Brexit, por ejemplo, se basa en que el próspero Estado nación británico decidió unirse en su día a la UE y ahora quiere salirse. Pero eso no fue así. Reino Unido era un imperio en descomposición que se unió a Europa por supervivencia. La UE era una necesidad existencial .Y ahora no sobrevivirá como Estado independiente", vaticina, "porque lo que está claro, es que el imperio no va a volver a existir".

Los hechos no se defienden solos y los periodistas son muy importantes. Para que la democracia funcione hay que producir factualidad"

Para Snyder, todos los ajenos a Europa ven la realidad de la UE, un proyecto que quiere salvar fragmentos de imperios y convertirlos en Estados de derecho. "Los rusos saben de esta dicotomía entre integración e imperio, pero como quedó de manifiesto en la invasión de Ucrania, Rusia se decidió por el imperio y por eso decide recontarle a Europa su propia historia falsa de Estado nación", advierte el historiador. "Ellos quieren apoyar lo que aleja a cada país de Europa y apelan a esa nostalgia de que todos eran grandes países, esa nostalgia de algo que nunca ha existido. Volver a los países estados nación es condenarlos a la desaparición, como se vio en el siglo XX", insiste.

Responsabilidad como respuesta

Pero más allá de Europa, cuya supervivencia Snyder cifra en volver a hablar del futuro en lugar de centrarse en los pasados nacionales míticos, Rusia, o Estados Unidos, el mensaje de El camino hacia la no libertad está dirigido hacia el futuro. "Las causas de que ocurra todo esto en el mundo están en nosotros, por lo que las soluciones también lo están. Hay que defender la libertad, lo que significa crear un futuro", asegura. La solución que plantea es la política de la responsabilidad, que también propugnaba su amigo y mentor, el fallecido Tony Judt. "La democracia sólo puede funcionar si analizas con seriedad el pasado y utilizas esa información para llevar acciones en el presente y de cara al futuro. La historia es una forma de entender el pasado como una serie de limitaciones pero no de determinaciones. Hay que creer que el futuro va a ser diferente del presente, porque si no, no vale la pena ni ir a votar, como hacen muchos jóvenes", se lamenta Snyder.

"Debemos creer que hay un futuro que no está determinado, y hay que conocer la historia para saber qué puede ser y lo que no, y decidir". Y en esta decisión es clave, considera, el periodismo, "garantía del pluralismo y de la diferencia de opiniones". Por ello se debe luchar "contra la no existencia de la verdad que nos quieren imponer, lo que nos lleva a una duda total de los hechos y a que sólo nos queden como guía los sentimientos. Los hechos no se defienden solos y los periodistas son muy importantes. Para que la democracia funcione hay que producir factualidad", remacha el historiador.