J0SE MANUEL LARA

J0SE MANUEL LARA

Letras

La vuelta a Planeta en setenta años

En junio de 1949 José Manuel Lara creó la editorial que setenta años después es el grupo editorial en español más importante del mundo. Planeta celebra la efeméride reeditando el facsímil de su primer título, Mientras la ciudad duerme, de Frank Yerby

2 julio, 2019 01:21

Las bodas de titanio de Planeta con la cultura y los lectores coinciden también con dos nuevos títulos sobre el grupo, Los Lara. Aproximación a una familia y a su tiempo, de José Martí Gómez (Galaxia Gutenberg) y La subasta, del editor Rafael Borràs (Berenice), "casi una novela" que retrata "con ironía y sin piedad los entresijos del mundo editorial" a partir de una anécdota inventada pero verosímil: la subasta de las memorias apócrifas de Franco, organizada por una voraz agente literaria, en la Feria de Fráncfort a comienzos de los 80.

Para llegar a ese momento, sin embargo, hay que volver al pasado, a ese 1949 de posguerra en el que Lara Hernández, fundó, con menos de 100.000 pesetas, Planeta, consciente de que "para montar una editorial lo primero que hay que hacer es no tener dinero. Si se tiene dinero hay mucha alegría, se publican libros muy malos y se acaba perdiéndolo todo", explicaría años más tarde al periodista Martí Gómez, en una entrevista incluida en Los Lara. En ella, además, explica las razones por las que cambió el título de su primer bestseller, Mientras la ciudad duerme, de Frank Yerby, que ahora se rescata en edición facsímil. La novela circulaba editada por otro sello y bajo el título de Débil es la carne, pero en la España cenicienta de posguerra "no se encontraba carne en los mercados y no sé si la gente se lo tomó como una ofensa, pero el caso es que no se vendió ni un solo ejemplar". Lara leyó el libro, compró los derechos, le cambió el título "y se llevan vendidos más de un millón de ejemplares", remataba feliz.

Con Mercedes Salisachs

La listeza del hambre

Ese era Lara Hernández (El Pedroso, Sevilla, 1914-Barcelona, 2003), el hombre que levantó un imperio a golpes de ingenio, grandes colaboradores y un carácter único, expansivo pero con brotes depresivos. Un superviviente que, según su propio hijo, "tenía la listeza propia del que había pasado hambre" pero también "la cólera propia de un legionario". Y que se reconocía franquista pero publicaba (y premiaba) a exiliados republicanos, mientras renegaba de "esos tíos que estaban con las camisas azules hasta hace cuatro días y ahora resulta que son de izquierdas". Un empresario muy personalista, sin complejos, que proclamaba preferir los libros de muchas páginas "porque se venden bien y eso da más dinero. Además, siempre digo que quien escribe muchas páginas tiene más oportunidades de decir alguna cosa interesante que el que escribe unas cuantas menos".

"Para montar una editorial no hay que tener dinero. Si se tiene, se publican libros muy malos y se acaba perdiéndolo todo", decía Lara

Lara tuvo dos hijos varones, José Manuel (1946-2015) y Fernando (1957-1995), de temperamentos opuestos pero complementarios y siempre bien avenidos pese a los rumores. El mayor era, según Martí Gómez, "emprendedor, extrovertido, con ideas audaces que le hacían un empresario más idóneo para emprender nuevos negocios", mientras que Fernando se mostraba "conservador, introvertido, buen gestor". Una mente analítica a la que horrorizaba el desorden y cuya muerte en accidente de tráfico sumió a su padre en una profundísima depresión. Aunque José Manuel Lara Bosch era muy diferente de su padre y tenía, en palabras de Borràs, "otra experiencia y otra formación intelectual y humana", ambos compartían, según Martí Gómez, "el pronto Lara, siempre molesto. Cuando entrevistas a setenta personas y un noventa por ciento te dice que José Manuel era buena persona debe ser cierto. Uno de los entrevistados lo define, acertadamente, como un hombre de buen corazón que pasó por la vida disfrazado de chulo. Cuando ese mismo elevado tanto por ciento de entrevistados te dice que Lara padre era proclive a los chanchullos, aunque te llamase fenómeno o monstruo, también tienen razón", destaca el periodista.

El reto de la segunda generación

Marcado por la prematura muerte de su hermano, las relaciones de José Manuel Lara padre con su hijo mayor fueron difíciles según sus propios nietos. Al asumir el poder tras la muerte de Fernando, José Manuel "quiso demostrar que valía más que su padre y amplió y diversificó Planeta. Su obsesión repetida muchas veces, de que Planeta tenía que ser tan potente como Hachette tenía a juicio de Gonzalo Pontón, ex editor de Crítica, la explicación psicoanalítica de querer matar al padre", nos explica Martí Gómez. En cambio, con otros editores su relación fue buena. Según el autor de Los Lara, "Plaza, Herralde, Beatriz de Moura… no se entendieron nunca con el viejo Lara porque siempre quería robarles autores y todos fueron amigos de José Manuel".

Con Vargas Llosa, Premio Planeta por 'Lituma en los Andes', y Carmen Alborch

Valga como ejemplo de la voracidad de los Lara una anécdota recogida en La subasta, la casi novela de Borràs: cuando Pepe Moya, uno de los directivos de Plaza & Janés, le hizo saber que estaba en una situación difícil en su trabajo, el menor de los Lara le dijo al editor a sus órdenes que podrían ficharle para conseguir a sus tres autores más populares: Isabel Allende, Frederick Forsyth y Vázquez Figueroa. "¿Y después", preguntó el editor trasunto de Borrás. "Después le echamos". O no, porque según Borrás si finalmente Moya rompía con Plaza y conseguía a atraer a los bestselleros a Planeta, seguramente quien perdería su trabajo sería él mismo.

El hombre del maletín

Sabe de lo que habla, pues Rafael Borrás, el temido "Hombre del Maletín", fue responsable de delicadas negociaciones tras las que ficharon por Planeta los mejores autores de otros sellos. Él niega la mayor, porque "en un mundo capitalista regido por la oferta y la demanda, quien en realidad contrataba era la editorial, no yo. Si conseguía que se viniese a Planeta un autor era porque nuestro grupo garantizaba una mejor distribución de su obra, y de eso, de la mayor difusión de su obra, se trataba. Lo del hombre del maletín es injusto, aunque es verdad que a la hora del remate, supongo que la cifra podía impresionar. Si Soledad Puértolas se vino a Planeta porque yo la convencí para que se presentase al premio o si se vino Pombo, las quejas de Herralde supongo que deberían de dirigirse a ellos, no a mí". Con todo, Martí Gómez reconoce que a Borrás, "un hombre flipado por el oficio de escribir", hay editores que le tienen poca simpatía "porque iba de pesca de autores por sus caladeros, pero centenares de escritores guardan grato recuerdo de él en sus tiempos como responsable editorial en Planeta".

"Plaza, Herralde o de Moura no se entendieron jamás con el viejo Lara porque siempre quería robarles autores", explica Martí Gómez

Sobrevolándolo todo –a pesar de su corpachón– estaba José Manuel Lara Bosch, empresario audaz y apasionado por influir en la sociedad a través de sus medios y de su implicación en entidades con peso social como el Círculo de Economía o el Instituto de la Empresa Familiar. "Su error –insiste Martí Gómez–, como ocurría también con su padre, era dejarse ir con declaraciones en ocasiones intempestivas". Pero supo ganarse el respeto de Jaume Vallcorba, el mítico editor de Acantilado, en las antípodas de su modo de ser y de pensar. También con Beatriz de Moura fue generoso al entrar como accionista "invisible" en Tusquets cuando esta pasaba por apuros; a Jorge Herralde le salvó de una crisis comprándole sus acciones en Boccacio, y fue el paño de lágrimas de Carlos Plaza cuando a este le hacia una faena el viejo Lara. Y aunque le acusaban de "españolista", fue él quien salvó del desastre económico a Edicions 62 y trató de ayudar al diario Avui (en colaboración con Javier Godó y el tripartito de Montilla) "mientras que la burguesía nacionalista no puso ni un euro en el trabajo de salvamento que, según Josep Ramoneda, a Planeta le costó unos millones que no recuperará nunca", recuerda Martí Gómez. Quizá por su independencia o su libertad, Lara Bosch "encabronó a los nacionalistas diciendo que la independencia es imposible y lo saben todos e irritó a los españolistas al decir que el 95 por 100 de catalanes se sienten maltratados por España. En medio, recibiendo bofetadas de unos y otros, mucha gente como José Manuel: sintiéndose catalanes y españoles al mismo tiempo".

En la actualidad el Grupo Planeta tiene más de 100 marcas y sellos editoriales en el mundo, en los que trabajan más de 7.000 colaboradores

Difícil fue también la relación de la familia Lara con la superagente Carmen Balcells. Los Lara, padre e hijos (Fernando y José Manuel) mantuvieron con ella múltiples trifulcas por los derechos de autor, "tema que el viejo Lara se pasó muchos años por el forro" según Martí Gómez. "En palabras del hijo de Carmen, todo empezaba con cambio de opiniones en tono alto y acababa tras dura negociación con un acuerdo, un abrazo y hasta la próxima bronca. Carmen lloró el día que murió José Manuel Lara Bosch. También lloró Carlos Plaza, que ya había vendido Plaza & Janés".

Con Fancisco Umbral y Juan Antonio Vallejo-Nágera

¿Un oficio de caballeros?

Eran otros tiempos. Como Borràs repite como un mantra en La subasta, lo del "oficio de caballeros" ha pasado a la historia: hoy se ha impuesto la definición de Borges de que un editor es "uno de esos tenderos que han descubierto que cualquier hombre se resigna a comprar cualquier libro".

Pesimismos al margen, lo cierto es que, en la actualidad, el grupo Planeta cuenta con más de 100 marcas y sellos editoriales en múltiples países, en los que trabajan más de 7.000 colaboradores, y se ha diversificado hacia sectores como educación, medios audiovisuales, radio y prensa escrita. Arrollados en algunos casos por la revolución digital (Planeta tuvo que renunciar a las enciclopedias, en las que durante décadas cimentó parte de sus beneficios), las nuevas tecnologías están barriendo al mundo tradicional de la cultura. Y por primera vez al frente del grupo Planeta está alguien que no pertenece a la familia Lara, José Creuheras, que se define en lo personal "como monárquico consciente de que profesionalmente es un Creuheras, no un Lara, lo que equivale a decir que es un republicano presidiendo una monarquía familiar, extensa como todas las monarquías".