Image: Alejandro Palomas, la poesía y la soledad por vocación

Image: Alejandro Palomas, la poesía y la soledad por vocación

Letras

Alejandro Palomas, la poesía y la soledad por vocación

El ganador del último Nadal publica Quiero. Poesía reunida (2012-2018), que marca el inicio de la segunda mitad de su vida

14 septiembre, 2018 02:00

Alejandro Palomas

Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) es un hombre que, tras toda una vida dedicada a la literatura , ha decidido detenerse unos momentos para contemplar y reflexionar sobre el paso del tiempo. Premio Nadal 2018 por Un amor, Premio Nacional de Novela Infantil y Juvenil 2016 por Un hijo y finalista del Premio Primavera 2011 por El alma del mundo, ha compaginado la creación literaria con la traducción de autores como Katherine Mansfield, Willa Cather o, incluso, Oscar Wilde.

Ahora, la Fundación José Manuel Lara publica, en su colección Vandalia, su cuarto volumen recopilatorio de poesía, Quiero. Poesía reunida (2012-2018), "un pequeño viaje por el despertar a la segunda vida de un hombre que no tuvo una infancia entera y al que ahora, cumplidos los cincuenta, el tiempo le ha dado un respiro", en palabras del propio autor. "Quiero es un punto y final, con el que se cierra una etapa y se abre otra: los cincuenta años vividos quedan aquí, descansan aquí, y empieza mi segunda media vida".

Ignacio F. Garmendia, editor del poemario, también ha dedicado unas palabras para la obra poética de Alejandro Palomas. "Existe una coherencia absoluta entre sus cuatro libros de poesía (Tanto tiempo, Entre el ruido y la vida, Aunque no haya nadie y, ahora, Quiero), de forma que, al leer los recopilatorios de corrido, da una sensación de unidad". No obstante, Garmendia ha apuntado que, si hay algo que destaca en su último libro, es la "mezcla de reflexión e introspección, autobiográfica, incluso, con la emotividad. Es ahí donde estriba su originalidad".

Durante el acto de presentación de su último recopilatorio, el autor catalán ha dirigido la mirada atrás, y ha repasado parte de esa trayectoria autobiográfica que le ha conducido hasta Quiero. "Este poemario ha cerrado mis anteriores cincuenta años de 'no quiero', de esa actitud infantil por la que todos pasamos cuando niños. Ahora llega el momento del 'quiero', y lo que quiero es vivir".

Alejandro Palomas, que hasta el momento había destacado por su narrativa, asegura que lo que de verdad le apasiona es la poesía. "Fui a Estados Unidos a estudiar filología inglesa precisamente porque lo que quería era estudiar poesía", ha confesado durante el acto de presentación. "Jamás había pensado que podría volver a España a escribir poesía".

El escritor se ha visto obligado a traducir cerca de cien títulos a lo largo de su trayectoria profesional, entre los que ha tenido que trabajar sobre obras de calidad del mismo modo que ha tenido que hacerlo sobre otras que "quedaban lejos de serlo". "He traducido muchas obras, y si lo he hecho ha sido para poder comer, no por verdadera vocación. Por eso, ahora que puedo escribir para comer, he dejado de traducir". Aún así, Palomas reconoce que su oficio como traductor le ha servido de gran utilidad para su posterior actividad como creador literario. "Para traducir bien una obra, tienes que pensar mucho cada frase que tienes delante", ha observado. "Esas horas de reflexión y cavilación me han ayudado mucho a la hora de escribir poesía".

El autor también relaciona su faceta más narrativa con su obra poética. "Soy muy narrador: por ello, se puede apreciar que en mi poesía hay mucha narración. Aunque, claro, también hay mucha narración en mis recopilatorios de poemas porque quiero dirigir la atención del lector, porque quiero retenerla hasta el final del poemario. Y, para eso, necesito la narrativa".

Por último, Alejandro Palomas ha confesado uno de sus secretos más importantes, algo que considera su auténtica vocación, dejando de lado la poesía y el arte de la palabra escrita. "Reivindico mucho la soledad, incluso en una sociedad como ésta, en la que parece que vivir solo y buscar la soledad como forma de vida está mal visto. No podría escribir narrativa, ni poesía, sin antes haber cultivado, a lo largo de toda una vida, mi vocación por la soledad".