Luis García Montero

El poeta granadino Luis García Montero será el nuevo director del Instituto Cervantes, según han acordado los dos ministerios responsables de la institución, Educación y Exteriores. Según fuentes de este último, García Montero sustituirá en el cargo a Juan Manuel Bonet, que tomó posesión del cargo en febrero de 2017. El relevo será efectivo en el próximo Consejo de Ministros.



Una de sus primeras citas al frente de la institución será la Reunión Anual de Directores que se celebra la semana que viene (del 23 al 26 de julio) en Orihuela y Alicante y que reunirá a los máximos responsables del Instituto Cervantes en España y en 60 centros repartidos por los cinco continentes. Tendrá la oportunidad entonces García Montero de conocer y debatir con más de 70 directivos que fijarán las líneas de actuación para el próximo curso en la promoción internacional de la lengua española y de la cultura en español.



García Montero que reconoce que asume este cargo como parte de su vocación y con absoluta responsabilidad señala en este vídeo que la importancia del diálogo con todos los países en los que se habla español será una de sus líneas de actuación. "Me ha gustado repetir siempre -afirma- que la poesía es la capital de un idioma sin centros. Nos enriquecemos con los matices que nuestra lengua tiene en las diversas comunidades de los distintos países y hay que trabajar por eso". Pero también, subraya, hay que "recordar que en España tenemos la riqueza de diferentes lenguas y todas con una gran tradición literaria". En este sentido, explica que este será su otro objetivo en el cargo, "consolidar el diálogo con las distintas lenguas del estado y utilizar la potencia de un idioma como el nuestro, con tantos millones de hablantes, para extender la riqueza de la lengua catalana, vasca y gallega".







El escritor, nacido en Granada en 1958, es una de las figuras más destacadas de la literatura en español. Ganador del Premio Nacional de Poesía en 1995 por Habitaciones separadas o del Premio Nacional de la Crítica en 2003 por La intimidad de la serpiente, sus versos han marcado las letras españolas contemporáneas. En los últimos años ha visitado también la novela, con títulos como Alguien dice tu nombre (Alfaguara, 2014) o No me cuentes tu vida (Planeta, 2012), y ha llevado al ensayo divulgativo sus estudios literarios, como en Un lector llamado Federico García Lorca, que ilustraba las influencias del poeta a partir de sus lecturas.



La vocación política de García Montero, marido de la también escritora Almudena Grandes, no es una sorpresa. Según él mismo ha contado, empezó a militar en el entonces Partido Comunista de España en 1976, pese a que había crecido en una familia muy conservadora. Su hermano, de hecho, es concejal del PP en la ciudad nazarí. Aún paga la cuota de afiliado a Izquierda Unida, aunque hace tres años dejó la federación andaluza y se unió a la madrileña después de una crisis interna. En 2015, encabezó la lista de la federación a la Comunidad de Madrid en un sonado batacazo electoral en el que IU, que hasta entonces contaba con 13 escaños, se quedó sin presencia en la Asamblea, arrollada por Podemos.



Su experiencia en la gestión cultural es menos conocida, más allá de su vida académica, pues García Montero nunca ha dejado su plaza en la Universidad de Granada, en la que es catedrático. En 2008 llegó a anunciar que abandonaba su puesto después de un conflicto con un colega de departamento que terminó en una sentencia contraria por injurias, pero la situación fue finalmente reconducida.



Su último poemario es A puerta cerrada (Visor), un libro que aúna poemas escritos desde 2011 a 2017, en pleno ecuador de la crisis económica española, que subyace en esta obra. En palabras de la poeta Elvira Sastre en su blog de El Cultural, "es un libro que huele a nuevo, aunque cuenta cosas de un mundo que ya conocemos, detalles que no sorprenden, pero sí desconciertan, pues muchos ya estaban disimulados en la cotidianidad. García Montero los vuelve a poner sobre la mesa, con esa pluma suya estudiada y cuidada que mima las palabras con cariño, un cariño que se percibe en los espacios y que hace que el verso más duro sea leído con ternura".



El escritor también participó el pasado junio en el reportaje de El Cultural Los retos de la cultura, donde veinte personalidades del sector aconsejaban al ministro entrante, José Guirao, sobre las necesidades de las distintas parcelas de la cultura. García Montero apelaba en su aserto a la importancia de la educación. "Me gustaría que se consolidara y aumentara el plan de colaboración del ministerio con los centros públicos de Educación para llevar a autores a las aulas. Es un modo de apoyar al profesorado (que falta hace), de acercar a los jóvenes al mundo del libro y la lectura, de ayudar a jóvenes creadores y de señalar que la cultura es inseparable de la educación, que la cultura sirve para formar una conciencia activa y una imaginación moral imprescindibles en la sociedad democrática".



Un poeta por otro

Atrás queda, tras únicamente año y medio en el cargo, la etapa como director del también poeta Juan Manuel Bonet, que apostaba por el diálogo entre las artes. "En el Cervantes han de estar presentes más que nunca, además de los escritores de nuestro tiempo, el resto de los creadores e intérpretes en los ámbitos de las artes plásticas, del teatro, del cine, de la música, de la danza, sin olvidar la cultura digital, la ciencia o la gastronomía", afirmaba el que fuera director del Museo Reina Sofía entre 2000 y 2004 y antes, entre 1995 y 2000, del IVAM de Valencia.



En su hoja de ruta, la de un proyecto que ha quedado inacabado, Bonet tenía la intención de estrechar lazos entre la institución que promueve el idioma español en el mundo y el resto de lenguas oficiales del Estado. También pretendía consolidar el panhispanismo que había promovido su antecesor, García de la Concha, en sus cinco años de mandato.



Otra aspiración de Bonet era lograr algo que se prevé difícil, conseguir que el Cervantes tenga un estatuto de autonomía similar al del Prado, el Reina Sofía o la Biblioteca Nacional. Una especie de pacto de estado que ha apartado a estas instituciones de la pelea política, algo a lo que el instituto parece ajeno. Precisamente a la hora de designar a sus colaboradores fue cuestionado Bonet tras el nombramiento de Martín López-Vega como director de Cultura, a quien que se le criticaba no tener suficiente experiencia en gestión.

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