Rosa Montero. Foto: Sergio González Valero

La escritora madrileña obtiene el Premio Nacional de las Letras Españolas en reconocimiento a "su larga trayectoria novelística, periodística y ensayística, en la que ha demostrado brillantes actitudes literarias, y por la creación de un universo personal, cuya temática refleja sus compromisos vitales y existenciales, que ha sido calificado como la ética de la esperanza".

"Estaba en las batuecas, ni siquiera sabía que se fallaba hoy y cuando me ha llamado el ministro me he emocionado mucho", reconoce la escritora Rosa Montero (Madrid, 1951), que ha sido galardonada con el Premio Nacional de las Letras 2017 que entrega el Ministerio Cultura en reconocimiento al conjunto de la labor literaria de un autor español cuya obra esté considerada como parte integrante del conjunto de nuestra literatura actual. Escritora y periodista desde finales de los años 70, con quince novelas y otros tantos libros de cuentos, crónicas y ensayos, su amplio bagaje narrativo le hace acreedora del galardón, dotado con 40.000 euros.



"Todos los escritores sufrimos de una inseguridad patológica y es habitual que muy a menudo pensemos si realmente sirve de algo lo que hacemos", reconoce Montero. "Yo me lo pregunto muchas veces". Por eso, galardones como este son para la escritora un reconocimiento de gran importancia, "además un premio nacional, que refleja el sentir de tu entrono, de la sociedad a la que te diriges. La sensación de ganar un premio como este es parecida a lo que uno siente al volver a casa. Satisfacción y serenidad".



El jurado del premio ha galardonado a la escritora por "su larga trayectoria novelística, periodística y ensayística, en la que ha demostrado brillantes actitudes literarias, y por la creación de un universo personal, cuya temática refleja sus compromisos vitales y existenciales, que ha sido calificado como la ética de la esperanza". En sus novelas, la escritora explora constantemente temas como el fracaso, el paso del tiempo, el miedo a la muerte, pero también a la vida, y la necesidad de amar, entretejidos con una sutil intriga y mucho humor.



Sobre su vuelta constante a ciertas temáticas, la escritora asegura que "todos escribimos siempre sobre nuestras obsesiones. Tú no escribes para enseñar, sino para aprender. En mi caso, escribo para intentar perder el miedo a morir, y en cierta medida ha funcionado", reconoce sin ambages. "De una manera más matizada diría que desde hace unos años sé, porque al principio no tenía ni idea, que mi escritura se encamina a tratar de dotar de sentido al mal y al dolor del mundo, que no lo tienen, y que por ello escribo de una manera atávica, casi infantil sobre estos temas".



Montero también reconoce que a pesar del vértigo que supone unirse a un premio así, con una larga lista de nombres ilustres en su palmarés, "recibirlo infla un poco el ego y es una maravilla porque te dice que lo has hecho bien. Te ayuda, e influye para bien, porque te da seguridad, que, a pesar de los años, siempre es muy necesaria". Porque aunque lleve en esto de escribir casi 50 años, entre periodismo y literatura, Montero asegura que la inseguridad "es algo que llevamos a cuestas todos los escritores. Hace unos años coincidí en la FIL de Guadalajara con todo un decano como Mario Vargas Llosa. En una cena, él me preguntó por lo que estaba escribiendo, y le confesé que estaba un poco perdida y bloqueada. Y me dijo que él, en aquel momento, estaba igual, así que si le pasa a Vargas Llosa...".



Rosa Montero nació en Madrid en 1951 y estudió periodismo y psicología. Colaboró con grupos de teatro independiente, como Canon o Tábano, a la vez que empezaba a publicar en diversos medios informativos de la época como Fotogramas, Pueblo o Posible. Desde finales de 1976 trabaja de manera exclusiva para el diario El País, en el que fue redactora jefa del suplemento dominical durante a principios de los años 80. Además de su trayectoria como narradora, este premio también incide en esa faceta periodística, algo que Montero ve natural, porque "para mí está clarísimo que el periodismo es un género literario tan grandioso como cualquier otro. Aunque son muy distintos, casi antitéticos", puntualiza. "Los escritores siempre cultivamos varios géneros, y el periodismo para mí es una profesión, mientras que la novela es un esqueleto, una necesidad. Desde que me recuerdo como persona, desde niña, me recuerdo escribiendo, por lo que no sé vivir sin escribir".



En 1978 ganó el Premio Manuel del Arco de Entrevistas, en 1980 el Premio Nacional de Periodismo para reportajes y artículos literarios y en 2005 el Premio de la Asociación de la Prensa de Madrid a toda una vida profesional. Más recientemente ha sido galardonada con el Premio Internacional Columnistas del Mundo en el año 2014 y el Premio José Luis Sampedro, que otorga el festival Getafe Negro, en 2016. Además, este mismo año ha sido nominada para ocupar una silla en la Real Academia, por la que compitió con el filólogo, escritor y crítico Carlos García Gual, aunque finalmente la plaza quedó vacante.



Entre las novelas que ha publicado destacan: su debut Crónica del desamor (1979), Te trataré como a una reina (1983), Amado amo (1988), Temblor (1990), La hija del caníbal (Premio Primavera de Novela en 1997), El corazón del Tártaro (2001), La loca de la casa (2003; Premio Qué Leer 2004, Premio Grinzane Cavour al mejor libro extranjero publicado en Italia en el 2005 y Premio RomanPrimeur 2006, Francia), Historia del rey transparente (2005; Premio Qué Leer 2005 al mejor libro del año y Premio Mandarache 2007), Instrucciones para salvar el mundo (2008), Lágrimas en la lluvia (2011) o La ridícula idea de no volver a verte (2013; Premio de la Crítica de Madrid 2014). También ha publicado el libro de relatos Amantes y enemigos (1998; Premio Círculo de Críticos de Chile 1999) y dos ensayos biográficos, Historias de mujeres (1995) y Pasiones (1999), así como cuentos para niños y recopilaciones de entrevistas y artículos.



A la completa trayectoria de Rosa Montero, que repasaba hace unos meses en una clase magistral del Máster El Cultural, se ha sumado recientemente La carne (Alfaguara, 2016), una novela en la que la autora reflexiona sobre sus temas clásicos, el paso del tiempo, el miedo a la muerte y la necesidad de amar. Pero en ella también aborda temas cruzados de puntillas por la sociedad como las relaciones entre una mujer mayor y un hombre joven o la prostitución masculina. Y lo hace trascendiendo la simple crítica social y sin juzgar a sus personajes, tarea que deja al lector, planteando una serie de interrogantes sobre la fuerza arrasadora del deseo y la pasión de la carne, la búsqueda infructuosa del amor y, sobre todo, qué significa envejecer, que como aseguraba Montero en una entrevista, "es la gran tragedia del ser humano".



Echando la vista atrás, algo pertinente en un premio dedicado a la trayectoria, Montero reconoce sentir "un vértigo terrible. Llevo 47 años como periodista, y hace 38 desde que publiqué mi primera novela. Es como mirar a los dinosaurios poblando la tierra", bromea. "Sin embargo yo todavía me siento como una niña de 12 años, y espero que esa sensación no me abandone nunca, porque la creatividad que acompaña a ese niño interior es la clave para escribir. Así que espero que dure". Sobre la evolución de su visión de la literatura en estas décadas, la escritora asegura que la madurez le ha aportado algo clave, libertad. "Durante muchos años he mantenido la utopía de escribir la mejor novela del mundo. Pero al madurar vas perdiendo esa ambición paulatinamente, y eso es bueno, porque al librarme de la ambición de escribir una gran novela he ganado mucha más libertad y he dejado fluir mi escritura".



Con este galardón, Rosa Montero se une a la granada nómina de premiados con el Nacional de las Letras, en la que ya figuran, entre otros, los hermanos Juan y Luis Goytisolo, Pere Gimferrer, Rafael Sánchez Ferlosio, Ana María Matute, Julio Caro Baroja, Rosa Chacel, José Manuel Caballero Bonald, Carmen Martín Gaite, Francisco Ayala, Emilio Lledó o Carme Riera.



El jurado ha estado presidido por el director general de Industrias Culturales y del Libro, Óscar Sáenz de Santa María, y el subdirector general de del Libro, la Lectura y las Letras Españolas, Javier Pascual, ha actuado como vicepresidente. Han formado parte del jurado como vocales la autora galardonada en 2015, Carme Riera; Juan Gil, designado por la Real Academia Española; Víctor Fernández, por la Real Academia Gallega; Sagrario Alemán, por la Real Academia de la Lengua Vasca; Adolfo Sotelo, por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE); Inma Chacón, por la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE); Guillermo Carnero, por la Asociación Española de Críticos Literarios; María Luisa Ciriza, por la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE); Josefina Martínez, por el Centro de Estudios de Género de la UNED; y José María Beneyto, por el Ministerio de Cultura.