Inma Chacón. Foto: Joseba Osés

Como si de un deseo literario de la autora se tratase, la editorial Planeta ha recreado en la presentación de Tierra sin hombres el mismo ambiente que describe Inma Chacón en su novela. Galicia ha estado casi tan presente en el acto como en la descarnada historia de la escritora pacense, obstinada en que la humedad se adhiriera a quien leyera su historia, que la lluvia lo calase y que las olas lo abrumaran. El Centro Gallego de la calle Carretas, en Madrid, ha acogido la presentación de uno de los libros más esperados de la temporada con una comida para la prensa. "En ningún sitio mejor que aquí", se mostraba orgullosa la autora entre empanada, pulpo y lacón. La descripción del entorno gallego -el municipio de Cobas y la ciudad de Ferrol- son elementos fundamentales en la construcción de una historia que ha cobrado sentido por la presencia del mar, esta vez un abismo que se opone al concepto de libertad que ha representado siempre.



Tierra sin hombres está ambientada en la segunda década del siglo XX en Galicia, coincidiendo con la Gran Guerra que bostezaba en Europa. Rosalía es una viuda que se ve obligada a criar a sus dos hijas con la ayuda de su cuñado, el hermano sordo de Mateo, que murió a bordo de un navío en uno de sus viajes a América buscando un futuro próspero para su familia. La emigración económica vertebra la construcción de la historia por parte de la autora, que ha reconocido que la novela "es un homenaje a las mujeres que se quedaron solas y a los hombres que tuvieron que marcharse, quedando desenraizados". Para Chacón es más fácil marcharse que quedarse, pues "el que se va sufre, pero aún le queda la nostalgia por lo que ha dejado atrás o tiene la esperanza por volver", mientras que al que se queda sólo le queda el sufrimiento. Así ha tratado de acercar su historia a la realidad actual, asumiendo que "las mujeres de mi novela perdían a sus hombres y las de ahora pierden a sus hijos, miembros de la generación más preparada que hemos tenido".



Las que se quedan son, en la novela, las mujeres. "Se han contado más historias desde el punto de vista masculino -protesta Chacón- y yo me inspiré en un personaje femenino de Rosalía de Castro", la autora gallega que utilizó el término viudas de vivos. "Hacen falta mujeres en esta tierra sin hombres", le dice Elisa, la protagonista, a su esposo justo antes de que tenga que marchar en busca de oportunidades. Mientras, ella se queda en Cobas, soportando los prejuicios y la mezquindad de una sociedad castrante, que empieza por su propia madre -decide el futuro de ella y de su hermana sin contar con su voluntad- y termina por los vecinos del pueblo, figura fundamental en el significado de la novela. Como a todo drama rural que se preste, no le faltan elementos como la mentalidad retrógrada, personificada en el cura inmiscuyéndose en los asuntos privados de las familias, o el fenómeno místico alimentado por las supersticiones, propias de la incultura de la época. Por ejemplo, no matar golondrinas porque son animales sagrados -acudían a quitar las espinas de la corona de Cristo- o que una mujer embarazada no pudiera pasar por delante de un difunto, no fuera que la sombra se introdujera en su vientre, propiciando la fatalidad de su futuro.



Inma Chacón ha presentado "una novela de personajes", profundizando en su psicología a través del análisis de cada una de sus actitudes en función de las situaciones a las que se ven abocados. Los celos, el amor o la venganza son los pilares sobre los que se cimienta esta novela, basada en hechos reales, "aunque finalmente se haya impuesto la ficción", según reconoce la propia autora. Una historia con tintes de tragedia griega, repleta de escenas impactantes como la de la protagonista que empuja hacia dentro en pleno parto porque su hijo no merece un mundo como el que le espera. La fantasía -el sordo que sólo puede oír el llanto de sus sobrinas- y el simbolismo -la metáfora de la niña que no llora aludiendo a las mujeres que sufren en silencio- se mezclan con la crudeza de una realidad inmisericorde en la que perder la honra era sinónimo de decir adiós a la dignidad, y en la que el valor de las promesas tenía un significado tan alto.



Se atisban en la novela referencias de obras como El camino, de Delibes, en el concepto de una sociedad rural donde los padres decidían el futuro de sus hijos para que no pasaran por la mediocridad que ellos habían vivido. También en Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, en la que la madre comparte con Rosalía la misma actitud castrante sobre el destino de sus hijas. Según ha reconocido la propia autora, la paciencia de Eloy ante el amor que no llega a consumarse con Elisa procede de la monumental espera que soporta Florentino Ariza en El amor en los tiempos del cólera, de García Márquez. Es la novela favorita de Inma Chacón, que también se reconoce en autores como Gorki, Flaubert o Clarín.



@JaimeCedilloMar