Laura Esquivel

Se acaban de cumplir 27 años del éxito de la novela Como agua para chocolate y su autora, Laura Esquivel (Ciudad de México, 1950), ha publicado Los diarios de Tita, la protagonista. Este libro retoma la historia de la familia mexicana De la Garza, ambientada en un rancho de México en la época de la Revolución que tuvo lugar entre 1910 y 1920. La historia de amor imposible entre Tita y Pedro es un reflejo de la sociedad opresora en aquel momento, a través de la tradición familiar castrante que impedía casarse a la hija menor de la familia para cuidar de la madre hasta el día de su muerte. En Los diarios de Tita, la autora reflexiona sobre aspectos sociales que "lamentablemente no han cambiado tanto" o se han reencarnado en otros conflictos de parecida índole.



Pregunta.- ¿Por qué decide rescatar el personaje de Tita? ¿Creyó que la historia estaba incompleta o es que simplemente requería unas explicaciones?

Respuesta.- Me sorprendió que hubiera una generación de adolescentes que ahora estén descubriendo Como agua para chocolate. Yo me preguntaba qué podían encontrar en la novela y cómo conectaban esa historia con una vida tan distinta como aquella. Una de mis respuestas es que sobre ellos hay una Mamá Elena. Así como Tita tenía en su madre a una figura que decidía por ella, los jóvenes tienen encima un sistema opresor que les está negando el destino que quieren.



Laura Esquivel ha decidido retomar la historia casi tres décadas después, aunque el punto final aún no está escrito. Llegará con la publicación de Mi negro pasado, una novela ambientada en la época actual que completará la trilogía. La protagonista es tataranieta de los De la Garza, no tiene la menor idea de cocinar pero rebuscará en sus antepasados. "Este libro será el espejo de lo que nos ha pasado como sociedad", asegura Esquivel.



La autora utilizó el contexto de la Revolución mexicana, "que no se llegó a completar por el rompimiento generacional", en su aclamada novela, Como agua para chocolate. El objetivo era "mostrar cómo en los espacios íntimos como la cocina de la casa, donde aparentemente no sucede nada, suceden muchas cosas".



P.- ¿Qué relación tiene la historia de Tita con la Revolución mexicana?

R.- Mientras que en aquella época, México tenía puesta la esperanza en lo que se estaba generando fuera, lo que hacía Tita dentro de la cocina parecía insignificante, pero en realidad fue ella quien hizo la verdadera revolución, la suya: salvar a la generación siguiente de la tradición castrante de su familia. Los cambios en el mundo público no siempre son cambios verdaderos. Esto lo enfatizo en estos diarios, cuando cuento la reprimenda de Tita a su hermana Gertrudis, militante de la Revolución, por no incluir en la Constitución el voto de las mujeres.



A través de las memorias de la protagonista, la autora decide rellenar en El diario de Tita el hueco de 22 años entre la cancelación de su boda y la celebración de la de Esperanza, su sobrina. Además, incluye nuevas escenas… "Sí, así he conseguido completar una historia más redonda", asegura, en alusión al desarrollo del personaje de Tita, que "va adueñándose de su destino y deja una semilla en la nueva generación".



P.- ¿Es por eso que hay una intencionalidad en el tono de estos diarios, quizás buscando un lenguaje más adolescente al comienzo y uno más maduro en sus últimos días?

R.- Por supuesto, era mi intención transmitir la evolución del personaje. En 1910 era una adolescente y después ella va adquiriendo una mayor conciencia de la importancia de lo que está haciendo a nivel social desde su cocina.



P.- ¿Qué hay de la reconciliación espiritual con Mamá Elena? ¿Por qué decidió hacerlo?

R.- Para mí era muy importante la reivindicación de la madre, pues esa tradición castrante que se transmitió de generación en generación a través de las mujeres -la madre había sido castrada y ella castró a Tita- no era un hecho individual, sino un reflejo del sistema social de aquella época. Por eso, la siguiente novela, Mi negro pasado, cuenta la historia de Mamá Elena y analiza cómo la información genética repercute en el ser humano, capaz de segregar y esclavizar a otro. Es importante saber cómo se logra una reconciliación, y desde luego que el problema no acabará con mayor represión. Mientras no seamos capaces de ampliar la visión, no encontraremos la paz.



P.- Desde la fecha de publicación de la novela hasta la actualidad han pasado 27 años. ¿Qué valoración hace de la evolución política de México en este tiempo?

R.- Estamos viviendo la más tremenda descomposición: el campo está abandonado y tenemos graves problemas de injusticia social. Hay un dicho que dice que "lo bueno que tiene ésto es lo malo que se está poniendo" porque ya no se puede ir a peor. Es urgente un cambio, y éste debe ir apoyado por un cambio interno que sostenga la nueva organización y el movimiento en las calles. No podemos seguir hablando de avances, de desarrollo o de democracia cuando la gente se muere de hambre, igual que antes. Creo que la solución va a venir por esos pequeños esfuerzos individuales y comunitarios que van a desarrollar nuevas formas de organización civil.



De la misma manera que el aspecto social es fundamental en su obra, la cocina sigue siendo tan importante en su vida como lo fue cuando publicó Como agua para chocolate, en la que aparece "ligada a la transmisión de emociones". Por tanto, existe un paralelismo con la escritura, pues "cocinar es también narrar una historia, y es un lenguaje por medio del cual uno se expresa", según Esquivel. Además, siempre ha acompañado su narrativa con otros elementos como las ilustraciones, fotografías, etc.



P.- La ley del amor se vendía con un disco de música para escuchar mientras se leía la novela. ¿Cree que la literatura debe confluir siempre con otras disciplinas?

R.- La vida es multimedia. Cuando yo nací, no había televisión y ahora es mi nieto quien me ayuda cuando tengo problemas con la computadora. Es un lenguaje en el que se mezclan el sonido, la palabra o la imagen, igual que en la vida. Va a salir pronto una aplicación para el iPad donde la versión de La ley del amor se mostrará casi como yo la soñé: tú le das a un botón y aparecerán la animación y la música juntas. Estoy feliz (ríe).



Respecto al peculiar formato del libro, imitando la caligrafía manual a modo de manuscrito, "es el resultado de un trabajo personal". La autora pretendía que los lectores sintieran que tenían en sus manos el verdadero diario de Tita que ella misma rescató del incendio en la última escena de Como agua para chocolate. "Las flores están prensadas por mí misma y todas las fotos que se incluyen fueron rescatadas de mi historia familiar. Algunas estaban muy borradas y tuvimos que hacer un trabajo de reconstrucción", completa.