Image: Poemas que hoy ven la luz

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Letras

Poemas que hoy ven la luz

Los poetas celebran el Día de la Poesía, que la UNESCO estableció el 21 de marzo, con sus versos inéditos

17 marzo, 2017 01:00

De izquierda a derecha y de arriba abajo, Clara Janés, Eloy Sánchez Rosillo, Isabel García Mellado, Juan A. González Iglesias, Ana Merino, Antonio Lucas, Raquel Lanseros, Pablo García Casado y Olvido García Valdes

Max Planck

En rojo blanco el cuerpo negro
pasa al espectro por mano del calor.
La palabra "discreta" asalta
a la palabra "energía"
y el átomo radiante
busca adjetivo
en la oscilación.

El parque de Grunewald
deja caer el verde
hasta los pies del paseante
envolviendo amoroso
la nueva concepción de la naturaleza
que puebla su cerebro.
Y ya en diciembre, se acuñará
el "cuanto de acción"
con la llegada de las nieves.

Es la luz, es la luz que cobra ahora
distinto aspecto
y descubre una constante
implicada en toda la materia.
Corre el año de mil novecientos...

Clara Janés
Movimientos insomnes (2015) es su última antología


Niebla

A través del vivir sopla muy fuerte el viento
y aún más del otro lado de la muerte.
¿Dónde te has ido, dónde están los días
de aquel amor sutil, pero muy hondo?
Ahora camino a tientas y te busco.
Mis pasos te presienten en el sueño
que es siempre el caminar,
y daré al fin contigo una mañana
de luz cernida en el fluir de todo.
Me buscas tú también entre la niebla
que nos envuelve y que tal vez ya acaba?
Sabrás cuando regreses que sigo en pie y que gira
de nuevo lentamente nuestro mundo:
cómo no respirar, cómo apagarse.
Aquí estaré sin falta y nos veremos
-tú a mí, yo a ti-
tan renacidos de la propia vida,
de esta muerte tan grande.

Eloy Sánchez Rosillo
Quién lo diría (2015) es su último libro de poemas


Poema póstumo

abandono a maría salgado
en un sillón al fondo de la estantería
y dejo que los pájaros repitan mi nombre

sobrevolar el océano, el nombre del océano
dejar atrás mi nombre -ser- donde empieza
mi vida

nací, curiosamente, el día del parto de mi hija

Isabel García Mellado
Por La casa de la cruz se le concedió el premio ‘Ciudad de Burgos' en 2015


[sin título]

por los dientes llega
la calavera, trae lo real
el olor era hedor, era
sagrado, blancura
amanecida de huidiza
memoria

persígnate con flores
azucenas y gatos, vuelve dolorida
a envolverte en ti, aún
no despiertes, allégate
en el signo, en la dulzura, chasca
la lengua no, que era enemiga, dulcifica
la loca sustancia de lo negro, arropa
confiable la parra saneada, haz
lo que haces

dicen que la violencia
se hace sufrimiento y el sufrimiento
amor, ¿por qué lo dicen?, ¿cuándo
florece?

se aproxima con la quietud
el llanto, se aproxima el canto
que no es música, el canto de la encía

Olvido García Valdés
Lo solo del animal (2012) es su último libro de poemas publicado


Un Dios

En cada uno de los dioses cabe la certeza de no serlo
y eso los dibuja aún más fieros.
Cómo creer en lo que no ha nacido
y exige rendición y sólo está en los libros.
De qué ángel roto viene el hombre,
la mujer, el océano, la multitud de los recuerdos.
Y por qué siempre un dios como amuleto
si sabemos que llegaron
de esa misma maldición de la que viene el miedo.

Antonio Lucas
Con Los desengaños ganó el premio Loewe de Poesia en 2014


Lavanda

Pusimos lavanda en los marcos de las ventanas,
no quedaban arañas
para combatir a los alacranes,
solo el aroma del espliego
con sus espigas de flores.

Un pulso azulado para frenar aquel asedio
de esos seres solitarios
que buscaban invadirnos cada noche.
Hicieron alianzas para asustarnos,
querían que nos fuéramos, que abandonásemos,
quitarnos la esperanza con sus pinzas y su aguijón.

Por eso recogimos las espigas de lavanda
y sembramos con sus flores las rendijas de la casa;
inventamos un perfume, un olor que ahuyentara
a esos seres de abdomen anillado.
Creamos una fortaleza
capaz de repeler aquel hostigamiento.

Extracto de lavanda en la respiración,
y nosotros inamovibles y enteros,
extrañamente felices, confundiendo los días,
adornando las sombras con pétalos.

Ana Merino
Hace dos años lanzó Los buenos propósitos


Semidesnudos

Cómo hemos alcanzado la camaradería.
Estamos ya descalzos como dos karatekas.
Los pies pisan tarima de madera y baldosas
de barro. En un momento los pies pisan los pies.
Para que haya dos héroes tiene que haber un reto.
Es un entrenamiento, un combate sagrado.
Semidesnudos, somos iguales a centauros.
Se acercan los dos torsos thoracatos, se abrazan.
Estamos en silencio. Estamos sin aliento.
Me gusta tu loriga recién inaugurada.
Qué maravilla todo lo que hemos olvidado.
Hemos hablado tanto de los plexos solares
y ahora están en contacto. Dejémolos a ellos.
Que sean un solo árbol con mil inervaciones.
Descansemos de todo. Con la mano derecha
busco tu corazón. Su alboroto es el mío.
Cuánto tiempo llevamos con los ojos cerrados.

Juan Antonio González Iglesias
Con su último libro, Confiado, obtuvo el premio Ciudad de Melilla en 2015


Ropa tendida

El viento pone a secar nuestras banderas, ondean en los tendederos, emblemas de lo que fuimos, de aquello a lo que aún aspiramos. Me adentro en las hileras, calcetines, tops, camisetas, sábanas. Que muestran la región escondida de la casa, banderas de sexo, beige, verdeoliva, de encaje, dejando entrever la silueta de Mari, buenas tardes, aquí, con la ropa, Mari. Que no es ya la enfermera rotunda, Mari, Mari, han caído los pómulos, y los pechos, un día afilados, turgentes, parecen bolsas llenas de verdura. Y me habla de su nieto, y miro sus uñas, pintadas, brillantes, Mari, Mari, litros de semen derramados, sueño y deseo, sábanas que se pegan a la cara, y ahora aquí, recogiendo la ropa, en la vieja azotea de mi casa. La azotea de los porros en verano, antenas parabólicas, luna de agosto, madre y señora del vino. Miro la ropa de mis padres, mi ropa, la ropa de mis hermanos, la ropa de toda nuestra vida, camisetas, tops, calcetines, toda en el segundo tendedero, el que asignó la constructora. A ese joven matrimonio que se vino a vivir a las afueras. Voy recogiendo las pinzas, poniéndolo todo en el cubo, rápido, las nubes anuncian tormenta.

Pablo García Casado
García es su último poemario publicado


El invasor

Apareció primero imperceptible.
No avisó, se dejó ver sin más de pronto un día.
Era una cicatriz sobre un blanco insistente.
Luego se fue abultando, adquiriendo relieve.
Una muesca en la cal

una hendidura oscura sin fondo y al acecho.
Siguió creciendo igual que una amenaza
de la que nadie habla

porque todos la temen.
Ahora no tiene fin. Recorre entero el lienzo que una vez fue unánime.
Puedes llamarlo
Grieta en la pared
O por su nombre: el miedo

Raquel Lanseros
Esta momentánea eternidad. Poesía reunida es su último libro