Image: José Ovejero: Me interesa escribir, no la carrera literaria

Image: José Ovejero: "Me interesa escribir, no la carrera literaria"

Letras

José Ovejero: "Me interesa escribir, no la carrera literaria"

El autor publica La seducción (Galaxia Gutenberg), una novela protagonizada por un cínico escritor que abandona su desidia para participar en una venganza

22 febrero, 2017 01:00

José Ovejero

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José Ovejero (Madrid, 1958) ganó en 2012 el Premio Anagrama de Ensayo con La ética de la crueldad, un libro en el que abogaba por una literatura cruel, no por su contenido violento, que puede tenerlo o no, sino porque "obliga al lector a mirar lo que no quiere ver". Una tesis que pone en práctica en su última novela, La seducción (Galaxia Gutenberg). El libro habla de la mediocridad, del ego lastimado, de la violencia sin sentido, del incumplimiento de metas y promesas, de las renuncias que hacemos en el camino a la madurez. "Si tienes más de cuarenta años, levántate del sillón en el que empotras el culo todas las noches, venga, apaga la tele o cierra el Facebook, mírate al espejo y pregúntate por qué debería un joven querer parecerse a ti", le espeta el protagonista al lector ya desde la tercera página.

Quien habla es Ariel, un escritor de relativo éxito, más o menos conocido. Algunas personas le reconocen por la calle. Sigue publicando pero hace tiempo que perdió la fe en la literatura. Va de tipo duro pero en el fondo es muy vulnerable. "Es un cínico brutal, pero me cae simpático porque al menos intenta saber quién es. Habla de su propio éxito como de una agradable compensación a la falta de talento", opina Ovejero.

También es escritor Eduardo, un amigo de Ariel que dejó de serlo cuando el protagonista le dio una opinión negativa de un libro suyo. Dejaron de hablarse, pero su hijo David siguió buscando la compañía y el consejo de Ariel, en busca de un mentor más válido que su mediocre padre. Un día unos desconocidos dan una paliza tremenda al chico. Tras recuperarse de un coma y lisiado de por vida, David pide ayuda a Ariel para vengarse. Su propuesta es la seducción que da título al libro.

La violencia nos seduce porque nos saca de la impotencia, nos libera del miedo y de la frustración"

Pregunta.- La violencia aparece en la novela como motor de la acción y fuerza liberadora para los personajes.
Respuesta.- Yo no concibo los libros como metáforas, pero al final acaban funcionando como tales o acaban siendo políticos aunque yo no me lo plantee. A Ariel le pasa lo que a nuestra sociedad, que no cree en nada. Está deseoso de que lo seduzcan. El problema de hoy en día es que cualquiera puede seducirnos y en ese sentido surge la violencia como una forma de intensidad. La violencia nos seduce porque nos saca de la impotencia, nos libera del miedo y de la frustración.

P.- ¿Se ha demonizado la venganza?
R.- Seguimos vengándonos pero ya no lo llamamos de esa manera. Con este tipo de comportamientos tan enraizados en el ser humano lo que hace la moral es redefinirlos, no eliminarlos, de la misma manera que la violencia sigue existiendo. Aunque hoy ser violento sea absolutamente inaceptable, aceptamos la violencia en determinados contextos y bajo determinadas formas. En cuanto a la venganza, creo que hoy hay mucha gente dispuesta a aceptar la venganza hacia los terroristas islámicos. No por cuestión de justicia, pero se disfrazará como defensa de la justicia, pero hay un deseo de venganza y es perfectamente natural. Con esto no quiero decir que tenga que permitirse.

P.- A veces el deseo de venganza se ve avivado por la laxitud del sistema judicial.
R.- Yo creo que todo sistema jurídico es injusto y que hay quien se beneficia mucho de él, y acabamos de tener ejemplos muy cercanos. Pero me sigue pareciendo que un sistema jurídico no basado en la voluntad del individuo es el mejor sistema, porque si no llegamos a la famosa figura del vengador de las películas americanas, que decide tomarse la justicia por su mano ante la negligencia del estado o de la policía. Esto al final genera una arbitrariedad en el uso de la violencia que conduce al fascismo si lo llevas al extremo.

P.- Plantea también en la novela una dicotomía entre el impulso y la rabia del joven David, y la madurez y el descreimiento de Ariel. ¿Ese cambio de perspectiva es un hecho ineludible cuando se cumplen años?
R.- Por el camino perdemos buena parte del impulso de la juventud porque vamos aceptando adaptarnos a situaciones contra las que no somos suficientemente fuertes. Llegamos a compromisos con la realidad y acabamos siendo personas distintas de las que creíamos que íbamos a ser.
Vivimos en democracia hasta que al régimen le entra el miedo y empieza a utilizar la violencia"

Pero también en la juventud te engañas mucho, una forma de madurar consiste en asumir las propias limitaciones sin que eso entrañe resignación. Un ejemplo de esto son las discusiones de hoy sobre la cultura de la Transición. Por una parte tenemos a esos individuos cincuentones y sesentones que se preguntan: "¿Por qué nos criticáis si hicimos lo mejor se podía hacer dadas las condiciones? Hemos conseguido la democracia". Y los jóvenes contestan: "Si lo hicisteis tan bien, ¿por qué hemos heredado este mundo de mierda? ¿Por qué vivimos esta situación precaria? Vais con la camisa limpia, contentos de haberos conocido, pero mirad nuestra situación". En ese enfrentamiento creo que las dos partes tienen razón hasta cierto punto. Uno tiene que adaptarse al mundo en que vive y reconocer que su poder es limitado, y los de la otra parte tienen razón en exigir algo más. El problema está en el autoengaño, ocultar lo que has hecho mal. Eso hace imposible la comunicación.

P.- Como telón de fondo y también como escenario de algunos hechos de la novela aparecen las primeras manifestaciones tras el 15-M y casos de violencia policial desmesurada. ¿Ha querido ajustar cuentas con ese tipo de actuaciones?
R.- Son casos que hemos podido ver en televisión o en YouTube, en los que te preguntas por qué un policía está dando porrazos a una chica sentada en el suelo. ¿Cuál es la función de la violencia en esos casos? En una sociedad poco violenta como la nuestra -hay poca delincuencia, no tenemos guerras y los grandes movimientos terroristas han desaparecido o están desapareciendo-, existe una violencia implícita. Vivimos en democracia hasta que el régimen tiene miedo y empieza a usar la violencia. En mi literatura no me planteo el objetivo de hablar de la violencia de nuestras sociedades, pero como me nutro de lo que me rodea, al final aparece; más en un libro como este, en el que hablo de violencia individual, de modo que sería difícil no tener en cuenta el contexto.

P.- El protagonista ya no se siente escritor aunque publique. ¿Cree que lo que determina si alguien es o no es el propio hecho de sentirse escritor, más allá de las circunstancias externas?

Escribir poesía, teatro, novela y cuentos difumina tus posibilidades, y sin embargo es lo que me interesa hacer"

R.- En la literatura están por un lado la profesión de escritor y, por otro -ya sé que suena ingenuo-, la vocación. Puedes escribir sin sentir gran aprecio por lo que haces, pero es lo que sabes hacer y lo que te compran, de modo que continúas haciéndolo. Lo que le pasa a Ariel es que en el fondo ha dejado de creer en la literatura. En mi caso siempre he pensado que era escritor, incluso cuando nadie me publicaba. Pasé muchos años sin que nadie me publicase ni un renglón, ni un verso, ni nada, y aun así yo me definía como escritor. Hoy sigo teniendo la misma actitud, si yo pensase solo en mi carrera como escritor probablemente publicaría menos, porque sé cómo está el mercado, lo difícil que es conseguir la atención de la prensa y de los lectores. Tendría una estrategia más pensada, no saltaría de un género a otro. Escribir poesía, teatro, novela, cuentos... difumina tus posibilidades, las limita, y sin embargo es lo que me interesa hacer, escribo de manera compulsiva y seguiría haciéndolo aunque nadie me publicase.

P.- ¿Le han aconsejado muchas veces que apueste por un solo género, por unos temas concretos y un estilo reconocible?
R.- Sí, por supuesto. Pero no es lo que me interesa hacer en la vida. Lo que me interesa es escribir, y de pronto me interesa escribir poesía, como después cuentos o luego una novela. Esto hace que no se me catalogue como poeta ni cuentista ni novelista. No soy nada que se pueda definir. Si hay un congreso de poesía no me van a invitar aunque lleve cuatro libros de poesía publicados. Si hablan de cuentos no me van a mencionar aunque también lleve cuatro libros de cuentos publicados, porque no tengo un perfil reconocible. Esto no es nada heroico, pero sencillamente me interesa escribir, no la carrera literaria. Me encanta si puedo correr, pero no me interesa llegar a un sitio, sino el trabajo de la escritura.

P.- ¿Qué le hace saltar continuamente de un género a otro?
R.- Una de mis maldiciones es que me aburro con cierta facilidad, la repetición enseguida me cansa. Hay gente que tiene la habilidad de aprovechar la repetición, que tiene sus ventajas porque te permite ahondar, seguir matizando. Yo nunca he podido mantener una columna de opinión mucho tiempo, porque enseguida pierdo la emoción de la escritura. Al final opino porque me toca hacerlo cada tantos días. Eso me aburre. Con los géneros literarios me pasa lo mismo.

Quizá de pronto se descubra el carácter innovador y rebelde de la literatura frente al mundo de la imagen"

P.- ¿Qué escribe ahora?
R.- Lo próximo que publique será un libro de cuentos que ya tiene editorial y fecha de publicación, y también tengo un libro de poemas para el que aún no me he puesto a buscar editor.

P.- ¿Nos puede adelantar algo de ambos proyectos?
R.- No, pero sí puedo decir que hacía muchísimo que no publicaba cuentos porque tenía la impresión de que estaba empezando a repetir el esquema a la hora de escribirlos.

P.- ¿En qué ha variado el enfoque?
R.- Los de ahora son cuentos menos realistas que antes, más abiertos no a lo fantástico pero sí a lo no realista, al juego.

P.- En la novela, Ariel le recomienda a David que no se haga escritor, que no merece la pena. Entiendo que alguien que imparte cursos de escritura creativa dará consejos más optimistas.
R.- Como la literatura es un mundo en declive parece que aconsejar ser escritor no tiene sentido, pero supongo que en el mundo del teatro hace 15 años se diría lo mismo y ahora hay un renacimiento del teatro. Las cosas no son predecibles, uno tiene que hacer aquello que quiere hacer independientemente de las posibilidades que tenga de dedicarse a ello. Es lo contrario de lo que se dice hoy sobre la universidad, que tiene que formarnos para el mercado. No sé lo que va a pasar con la literatura, parece que va encaminada hacia lo minoritario, pero quizá de pronto se descubra el carácter rebelde e innovador de lo literario frente al mundo de la imagen que se impone con esa brutalidad sobre nosotros y acaba interesándole a los jóvenes. No lo sé ni me importa. Yo seguiré haciendo lo que hago y ya está, y si alguien joven quiere intentarlo, me parece perfecto.

@FDQuijano