Image: La búsqueda de Europa. Visiones en contraste

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Letras

La búsqueda de Europa. Visiones en contraste

Varios autores

15 abril, 2016 02:00

El rapto de Europa, de Rubens, cuyo tema está inspirado de Las metamorfosis de Ovidio

BBVA. Madrid, 2016. 456 páginas, 20€

En un momento crítico de la historia de la construcción de la Unión Europea, la aparición de un concienzudo y extenso volumen dedicado al análisis de sus problemas no puede ser más oportuna. Veinte contribuciones del más alto nivel internacional encajadas en tres apartados. "Las bases económicas del proyecto europeo", "Europa y sus naciones: política, sociedad y cultura" y, por último, "Los límites no resueltos de Europa y los nuevos poderes mundiales".

Para algunos analistas la Unión Europea (UE) es un misterio; para otros, un problema. Ni es un Estado de pleno derecho, ni una vaga federación de estados nacionales que cooperan entre sí. Su capacidad de coacción es relativa y aunque parece una estructura dominada por Alemania, los germanos están derivando cada vez más soberanía a la UE. Al tiempo que Europa se intenta construir sobre la fragmentación de las identidades y sentimientos nacionales, aquí y allá se levantan muros y movimientos independentistas.

El pasado 6 de abril se celebró en Holanda una consulta para decidir si sus ciudadanos apoyaban el acuerdo de asociación de Ucrania a la UE. El ‘no' ganó con un 61.1%. Aunque el resultado no es vinculante, lo cierto es que los grupos antieuropeístas ganan terreno en un país que en 2005 dijo no, junto con Francia, al borrador del Tratado Constitucional de la UE.

La fortaleza del euroceptismo es cada vez más evidente. No se circunscribe a Gran Bretaña y su área de influencia. Como escribe John Peet en El Reino Unido y Europa, uno de los artículos más valientes y sinceros de los 20 que componen este volumen, los ingleses siguen debatiendo si deben seguir perteneciendo a la UE. El referéndum convocado por Cameron entraña riesgos y es un error pensar que lo ganará fácilmente. Incluso con un resultado positivo, Peet piensa que su país seguirá siendo un europeo reticente situado en los márgenes de una eurozona más integrada.

Los problemas recientes, derivados de la brutal crisis de los miles de refugiados que huyen de las guerras de Oriente Medio y de la crisis económica, han contribuido a minar los ideales básicos de los dos grandes impulsores de la construcción de la Comunidad Europea tras la II Guerra Mundial. Robert Schumann (1886-1963) y Jean Monnet (1888-1979) concebían un futuro en el que las decisiones trascendentales se tomasen en negociaciones generosas y ajenas a la exclusiva defensa de intereses nacionales. Para ambos la confianza entre los estados europeos era una pieza clave. La destrucción de la antigua Yugoeslavia, la tremenda Guerra de los Balcanes en los 90, puso en solfa buena parte de la generosa ideación de ambos fundadores. Algo que pensadores de la talla de George Steiner venían advirtiendo en libros tan incisivos como La idea de Europa (Siruela, 2005).

Alberto Alesina, catedrático de Economía Política en la Universidad de Harvard, señala en su magnífica contribución, "Reglas, cooperación y confianza en la eurozona", que la confianza mutua es un imperativo entre los gobiernos de los veintiocho para el buen funcionamiento de la UE. La crisis griega y la necesidad de adoptar nuevas políticas de rescate y fondos comunes ha hecho crecer la divergencia entre el comportamiento económico de los países del norte y del sur de Europa. Dicha divergencia ha incrementado la desconfianza e impulsado la austeridad como receta aplicable en todo momento y lugar. En consecuencia, para Alesina, los europeos del norte no están dispuestos a redistribuir más dinero para ayudar a los del sur y exigen condiciones irrazonables. A su vez, los europeos meridionales, vistos como gente que gasta más de lo que produce, incapaz de poner en orden sus presupuestos y de gestionar de forma eficiente sus economías, no pueden dejar de sentirse ajenos a una UE contemplada cual agente de desconsideración.

La búsqueda de Europa es el octavo libro de la serie anual que publica BBVA en el seno de OpenMind, una iniciativa creada en 2008 con el objetivo de arrojar luz sobre cuestiones candentes y de actualidad. En 2011 se puso en marcha una comunidad online (www.bbvaopenmind.com) concebida como un espacio para compartir conocimiento que permite acceder a los libros publicados y a un conjunto diverso de contenidos: artículos, entrevistas, vídeos e infografías tanto en español como en inglés.

Se abre este volumen con un prólogo y un primer artículo de Francisco González, presidente de BBVA, en el que no se oculta el periodo de incertidumbre que atraviesa la banca europea. La evolución de la demografía, la productividad y el impacto del cambio tecnológico conforman los ejes que marcan su reflexión sobre la industria financiera y bancaria. La última contribución corresponde a un Javier Solana que ve la UE más como un proyecto de integración política que como una mera unión económica o monetaria. La contribución española se reduce a estos dos autores.

Aunque por razones de espacio no es posible entrar en cada uno de los capítulos, conviene señalar que estas páginas entran en los problemas básicos de la UE. Quizá se eche en falta una reflexión en torno a cuestiones militares. No obstante, cuestiones espinosas, como la presencia islámica en Europa, son tratadas con rigor y claridad. Bichara Khader, profesor emérito de la Universidad Católica de Lovaina, traza en "Los musulmanes en Europa, la construcción de un "problema", un vívido retrato de la polémica, miedo y hasta odio que la presencia de veinticinco millones de musulmanes en la UE ha levantado en distintas capas de población en diversos países.

Pese a todo, tras la lectura de este volumen el lector siente que el modelo europeo de crecimiento ha funcionado razonablemente bien en las últimas décadas. 200 millones de personas pasaron en Europa de rentas medias a altas merced a los efectos de la integración económica, como apuntan Indermit Gill, Martin Raiser y Naotaka Sugawara en estas páginas. En su opinión, para volver a poner en marcha la máquina europea de converger hacen falta mejoras muy pequeñas. Sanear las finanzas públicas y reformar el empleo y el sector público son desafíos difíciles pero no imposibles.