Image: Andarás perdido por el mundo

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Letras

Andarás perdido por el mundo

Óscar Esquivias

25 marzo, 2016 01:00

Óscar Esquivias. Foto: Asis G. Ayerbe

Ediciones del Viento. La Coruña, 2016. 248 páginas, 18'50€

El nuevo libro de Óscar Esquivias (Burgos, 1972) toma el título de la sentencia que Yavé formuló contra Caín en el Génesis. Pero el propio autor explica en una nota final que a él esa maldición no le parece un castigo, sino lo contrario, porque le gusta perderse y andar a su aire por el mundo. Esta afición la proyecta en un buen número de personajes imaginarios a quienes hace deambular por una dilatada geografía y cuyas curiosas cuitas refiere en catorce narraciones con un tono en general amable, libre del dramatismo esperable en algunas de ellas.

Es, así, la refutación de la condena bíblica el paraguas bajo el que cobija anécdotas bastante dispersas y que unas veces tienen que ver con dicha idea central y otras poco. En realidad, lo de andar perdido o no perdido por el mundo es un pretexto para juntar vidas de variopinto emplazamiento planetario. No supone esto, sin embargo, un prurito de inocentón cosmopolitismo porque Esquivias habla una y otra vez de su patria chica (con menciones específicas de Gamonal, el barrio burgalés que hace poco protagonizó una sonada revuelta popular) o sitúa la trama en calles del Madrid menestral.

Esquivias alterna el escenario exótico, el que tiene glamour mediático o prestigio cultural con los pisos patera de los Cuatro Caminos madrileños; pasa de la juventud del compositor Berlioz y la revolución bolchevique a los mensajes enviados desde el móvil. Estos abruptos saltos de espacio y tiempo constituyen una hábil forma de proporcionar variedad ambiental a asuntos intemporales, de facilitar una polifónica mirada a experiencias plurales de los individuos de nuestra especie. Con estos recursos justifica la presencia de distintos asuntos: las relaciones de padres e hijos, o entre otra clase de familiares; la percepción de la orfandad; la inquietud por la identidad del progenitor; los tratos de los niños o de los adolescentes con los de su edad; el hecho decisivo en una trayectoria vital; la experiencia iniciática de la vida, en particular la del sexo; los traumas debidos a represiones; la realidad engañosa y frustrante; la aceptación de un destino marcado; el peso de la culpa; las inclinaciones homosexuales masculinas (referencias frecuentes, alguna pegadiza); la reiterada seducción de la música... Aunque dispersas, estas cuestiones forman un bucle que proporciona sentido unitario a una recopilación de apariencia temática bastante azarosa pero que pone en el punto de mira una inquietud medular: todas las piezas giran en torno a vivencias emocionales.

El repertorio de situaciones vitales de Andarás perdido por el mundo carece en sí mismo de gran novedad. Pero Esquivias sabe proporcionarle atractivo. Siendo en parte un narrador realista de viejo cuño, da plasticidad a los relatos con el auxilio de una ironía posmoderna que llega en algún caso a un humorismo muy divertido. El predominio casi total de narradores en primera persona permite que los dilemas afloren desde una convincente subjetividad. La medida flexible de los textos (alguno muy breve, y poco logrado, otros, los mejores, relatos largos) consigue el desarrollo conveniente del argumento.

Reescribe, pues, Óscar Esquivias enfermedades del alma desde la emoción, la memoria, el humor o el misterio, evitando desgarros íntimos aparatosos. Y la intensa comunicabilidad que persigue la logra con un estilo de cuidadosa sencillez. Tiene además el acierto de galvanizar motivos sin fecha con apuntes testimoniales de la hora presente: "El Chino de Cuatroca" es un cuento social triste pero no agrio sobre la dura vida de los emigrantes laborales.