Image: William Boyd: Modificamos nuestros recuerdos para transformar nuestra biografía

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Letras

William Boyd: "Modificamos nuestros recuerdos para transformar nuestra biografía"

28 octubre, 2015 01:00

William Boyd

Fotografía y literatura se unen en Suave caricia (Alfaguara), la última novela del escritor británico, que recorre, a partir del diario inventado de Amory Clay, la historia del siglo XX

Del Berlín de los años veinte al Londres del periodo de entreguerras; de la campiña escocesa, y su encopetada aristocracia, al París de finales de la Segunda Guerra Mundial; del Nueva York posterior al Crack del 29 a la tan cara, para los americanos, guerra de Vietnam. "He llevado a Amory a todos aquellos lugares que me interesaba retratar", dice William Boyd (Ghana, 1952). El escritor recibe a El Cultural en una suite del Hotel Ritz de Madrid. Frente él, sobre la mesa, está la versión inglesa de su última novela, que ahora se publica en España con el título Suave caricia (Alfaguara). El libro recorre el siglo XX a partir de los recuerdos de la fotógrafa Amory Clay, que reconstruye su vida "ordinaria y extraordinaria al mismo tiempo". Diario y memoria, dice Boyd, en un libro en el que -como hizo ya en Las aventuras de un hombre cualquiera- el escritor afronta el reto de "contar una vida de principio a fin".

Amory hace en estos diarios balance de "sus muchas vidas". La historia viene y va, se detiene y pasa de largo en función no de la importancia de cada periodo histórico, sino de la huella que en Clay dejó alguna historia pequeña, de interiores, casi siempre relacionada con sus relaciones amorosas. "Quería que el texto transmitiese la intimidad que solo proporciona la estructura de un diario", explica el autor de Nat Tate (1928-1960). El enigma de un artista americano. "No podría haber escrito este libro de forma cronológica, pues habría superado las 2.000 páginas de extensión. La mejor manera de ajustar una historia así a las exigencias de la novela es a través de una voz memorística, una voz que te permita moverte con libertad del pasado al futuro, o al presente, y seguir avanzando desde varias perspectivas".

Pregunta.- En distintas partes del libro la narradora reflexiona sobre la fiabilidad de la memoria. ¿Qué incidencia tiene la memoria, y su propiedad distorsionadora, al reconstruir una vida?
Respuesta.- Nuestras memorias son creativas. Manipulamos nuestros recuerdos, introducimos recuerdos falsos y modificamos los verdaderos. Yo tengo un diario desde los dieciocho años. Miles de páginas que para mí son un documento muy fiable de lo que he sido y de lo que soy. Esto me permite corregir recuerdos falsos, volver atrás y leer lo que pensaba y experimentaba en cada momento. Olvidamos con rapidez. Y modificamos nuestros recuerdos para transformar biografía.

P.- ¿Y no le ocurre que, al mirar atrás, su memoria queda limitada a lo que apuntó en el diario?
R.- Eso puede ocurrir, y ocurre a veces, pero lo interesante, creo, es que el hecho de tener un documento te permite volver a ver esos recuerdos, aunque sean limitados, de una manera más precisa. Esto es muy interesante. Si me pregunta qué tipo de persona era yo con 20 años, le diré que era alguien tranquilo, feliz, positivo. Pero al leer mi diario me doy cuenta de que no era así, de que, por el contrario, era alguien atormentado que se odiaba a sí mismo. Así que creo que llevar un diario me permite conservar una imagen más precisa de mi vida.

P.- En su novela hay amor y hay guerra. Hay quienes defienden que estos son y serán siempre los grandes temas de la ficción. ¿Usted qué cree?
R.- Estoy de acuerdo con esa idea. Y sobre todo el amor, creo, porque no todo el mundo se ve afectado por la guerra, pero absolutamente todo el mundo se ve afectado por el amor o su ausencia.

P.- No es la primera vez que mezcla literatura con otras disciplinas artísticas, en este caso con la fotografía. ¿Qué peso tiene el arte en su obra?
R.- Muchas veces es tan sencillo como que los personajes necesitan tener una profesión. Necesitaba que Amory tuviese un oficio, y la fotografía me interesa. He escrito sobre directores de cine, artistas, escritores… Yo soy un artista así que me interesa la gente que se dedica al arte. Y me interesa reflexionar sobre el arte en mis libros. En este caso reflexiono sobre si la fotografía es o no una forma de arte, al ser un instrumento mecánico de reproducción de imágenes. Mi teoría sobre la fotografía (yo sí creo que es un arte) la expongo a través de Amory, quien tiene que ver cómo cuestionan una y otra vez su estatuto de artista.

P.- Usted parece, sin embargo, comprender muy bien los argumentos de quienes defienden que no se trata de un arte al nivel de la escultura o la pintura.
R.- Claro que los entiendo. La fotografía es el arte más democrático que existe. Todos somos fotógrafos hoy. Si usted tiene suerte puede sacar hoy mismo una fotografía increíble, y es evidente que cualquiera no puede hacer una gran escultura o escribir una gran novela. Esa es la base del argumento de quienes no creen que la fotografía sea un arte, pero creo que esa es también la fuerza de la fotografía. Creo que lo extraordinario de la fotografía es que puede lograr conmoverte igual que un cuadro, o que una sinfonía, o que un buen libro. Yo creo que lo interesante de este debate está ahí: en analizar qué es lo que te conmueve de una imagen. Creo que tiene que ver con esa idea de la instantánea, de imagen congelada en el tiempo, que nos conmueve porque nos hace pensar que pequeñas partes de nuestra vida se quedan captadas y no hay ningún tipo de arte capaz de lograr esto con tan poco esfuerzo.

P.- Si de Vietnam se dice que fue una guerra que se perdió por culpa de la televisión, ¿tuvo alguna repercusión en la segunda guerra mundial el hecho de que fuera la primera guerra ampliamente fotografiada?
R.- Se pueden ver similitudes, pero la segunda guerra mundial fue una guerra justa, y así lo veía la opinión pública. Se sabía contra quién peleábamos y por qué peleábamos. Este conflicto con la opinión pública se vio más en la primera guerra mundial. Apenas tenemos fotografías previas a 1916 porque los fotógrafos no podían ir al frente, sobre todo en el caso del ejército británico, pero a partir de entonces sí que hay, y aquellas primeras fotos tuvieron un impacto tremendo en la opinión pública, del mismo modo que en Vietnam lo tuvo la televisión. EEUU no perdió la guerra de Vietnam: perdió la opinión pública. Por primera vez los periodistas, los fotógrafos pudieron ir y fotografiarlo todo. Entonces los ejércitos se dieron cuenta de que no es buena idea dejar a los periodistas libres, lo cual, por ejemplo, se vio en la segunda guerra del Golfo, en la que la información estaba mucho más controlada.

P.- Tengo entendido que recorrió mercadillos y tiendas de segunda mano en busca de fotografías que le ayudasen a contar la historia. ¿Pero qué fue antes, la novela o sus ilustraciones?
R.- Escribí en primer lugar la novela y después busqué las fotografías. Llegué a acumular unas más de 2.000 fotografías, y al final he incluido 73. Y algunas de las imágenes que encontré eran tan buenas que me obligaron a modificar la historia. Fue un proceso creativo muy intenso.

P.- Muestra también las secuelas de la guerra contando las vidas de varios excombatientes, como el padre de Amory, o Sholto Farr, su marido, y cómo afecta la guerra a personas que ni siquiera han participado en ella. ¿Le interesaba mostrar las secuelas de la guerra así, sin necesidad de hablar del campo de batalla?
R.- Es uno de los temas fundamentales del libro. Los efectos de la guerra en gente que ni siquiera participó en ella. Son víctimas desapercibidas. Yo viví en Nigeria en los años sesenta, en plena guerra civil en aquel país, aunque muy lejos de la zona de conflicto. Una noche mi padre y yo íbamos por una carretera y nos pararon. Un soldado, completamente borracho, nos dijo que teníamos que salir del coche. Es un episodio que nunca he olvidado, aunque ni siquiera sé si sentí miedo. El hombre estaba alterado y estuvimos allí un buen rato hasta que mi padre, no sé cómo, logró calmarle. He pensado mucho en eso, sobre todo para convencerme de que la guerra, a menudo, no está tan lejos como pensamos. Es un poco la historia de Amory, y de su familia, cuya vida se ve sacudida una y otra vez por tragedias que ocurren a cientos de kilómetros de donde están.

@albertogordom