Image: La voluntad de tránsito de Juan Larrea

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Letras

La voluntad de tránsito de Juan Larrea

La Fundación Banco Santander edita Diario del Nuevo Mundo, un inédito escrito en su exilio mexicano entre 1940 y 1947

20 octubre, 2015 02:00

Juan Larrea y Vicente Huidobro

Cuando los nazis toman París Juan Larrea decide exiliarse a México con León Felipe. El mundo se empieza a desmoronar con la guerra en Europa y el nuevo mundo, que para Larrea es América, le proporciona la huida. Allí, se podría decir que la trayectoria del poeta toma un nuevo rumbo; de ser más ideológico en Europa muta a una búsqueda espiritual. Esta faceta más mística del escritor se observa en Diario del Nuevo Mundo, un volumen inédito editado por la Fundación Banco Santander que recoge sus anotaciones entre 1940 y 1947.

En el manuscrito que encontró el hispanista Gabrielle Morelli (lo tenía Alejandro Finisterre, poeta e inventor del futbolín) "se ve el nacimiento de otro ser que rechaza su pasado, su historia, su cultura y deja de escribir poesía". Sus páginas están cargadas de una voluntad de tránsito, de una nueva vía de desarrollo personal e interno que "tiene que ver con el ser humano, la búsqueda interior, de la luz, del amor como unidad", añade Javier Expósito, responsable literario de la Fundación.

Larrea es uno de esos poetas olvidados de la Generación del 27 y discípulo de Huidobro. En cambio, Alberti y Buñuel vieron que revolucionaba el lenguaje, que daba un paso más, que "iba más allá de la escritura que se había hecho", anota Expósito. Pero no se trata de una continuación de Orbe, donde existe "una fuerza oscura que le guiaba a través del Apocalipsis", defiende el hispanista. En Diario del Nuevo Mundo "experimenta un misticismo, una aventura en la que lo que antes era una intuición se convierte en real, se hace concreto", amplía.

En todas las cosas que le van ocurriendo Larrea ve una señal, un signo a interpretar. Este volumen está impregnado de eso, de sueños, premoniciones, sincronías, enfermedades y sucesos de la vida cotidiana en los que "revierte una auscultación", dice Morelli. Cada día le ocurre algo y lo plasma en su diario mexicano, un lugar en el que mira hacia el futuro en un impulso regenerativo. "Quien lea el libro tiene que ponerse gafas adivinatorias".

Como cuando escribe sobre la enfermedad de su hijo Juan Jaime y lo entiende como esa relación del viejo y nuevo mundo. Un nacimiento (el de su hijo) en América afirma la vida y el destino y escribe: "El resultado significante de todo esto es el sentido dado, la vida del niño el año 1933... amor e inteligencia la encarnan y condicionan. La promesa de Juan y Jacob, cristianismo-judaísmo, se renueva". O como cuando pierde el reloj que le regaló su madre nada más llegar a América. El reloj representa el viejo mundo; la pérdida el nuevo. Triunfa, así, "el reino del espíritu en el Diario...", dice el hispanista.

Larrea era un hombre obstinado, fiel a sus ideas. Entre Orbe y Diario del nuevo mundo escribió un guion cinematográfico titulado Ilegible, hijo de flauta, un texto cargado de imágenes surrealistas que entusiasmaron a Buñuel. Este quiso llevarlo al cine, encontró un productor interesado en pagar el proyecto y mandó un cheque a Larrea. Pero el cineasta quería eliminar una escena en la que se ve un mitin de testigos de Jehová. Larrea se impuso y le devolvió el cheque a pesar de no tener un trabajo (solo su mujer trabajaba en una librería).

Su devoción y vida interna le marcaron tanto que a pesar de que entendía el amor como el elemento que lo une todo su mujer, Guite, lo abandona. Cerrado en sí mismo, en el psiquismo, en una vida espiritual que mira al infinito, escribe que es el momento más "atroz" de su vida. No obstante, "nada de lo que ocurre cambia su misticismo, todo es un signo para continuar", afirma quien encontró el manuscrito. Pero aparece entonces Jack Lipsitz en la vida de Larrea lo que hace que lo interprete como un símbolo y "en su soledad sigue volcado en su camino interior, en la búsqueda de una vida espiritual", concluye Morelli.

Así, a pesar de que el manuscrito (ahora está en la Residencia de Estudiantes) carecía de título, una vez destripados todos los detalles del diario escrito entre 1940 y 1947 parecía claro que en México tuvo un renacer personal, que América para él fue el nuevo mundo que le dio otro sentido a su vida. "Se puede decir que allí hay un grupo que se aleja de lo ideológico y se acerca a lo interno". En ese grupo estaba León Felipe. Y también Juan Larrea. El poeta olvidado.

@scamarzana