Image: Juan Goytisolo. Señas de identidad

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Letras

Juan Goytisolo. Señas de identidad

17 abril, 2015 02:00

Juan Goytisolo. Foto: Domenec Umbert

El próximo jueves, 23 de abril, Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) recibirá en el Paraninfo de la Universiad de Alcalá el premio Cervantes que le fue concedido por "su capacidad indagatoria en el lenguaje, sus propuestas estilísticas complejas y su apuesta permanente por el diálogo intercultural". Sancionará así el máximo galardón de las letras españolas una carrera literaria de más de seis décadas tan innovadora y plural como marcada por unas singulares "señas de identidad".

J
ULIA. Marzo de 1938. La Aviación Legionaria italiana bombardea Barcelona dejando 1.000 muertos y 2.000 heridos. Una de esas bombas segó la vida de Julia Gay, madre de los hermanos Goytisolo: el poeta José Agustín y los novelistas Juan y Luis. En la casa familiar se prohibió la palabra "madre". La herida sangraría toda una vida en los versos de José Agustín Goytisolo (Barcelona, 1928-1999): "Pero tu nombre sigue aquí, / Tu ausencia y tu recuerdo / Siguen aquí. / ¡Aquí! / Donde tú no estarías / si una hermosa mañana, con música de flores, / los dioses no te hubieran olvidado".

U
NIVERSAL. Aunque Juan Goytisolo se ha retratado en sus novelas y artículos, es en sus Memorias (2002) donde se describe mejor: "Castellano en Cataluña, afrancesado en España, español en Francia, latino en Norteamérica, nesrani en Marruecos y moro en todas partes, no tardaría en volverme a consecuencia de mi nomadeo y viajes en ese raro espécimen de escritor no reivindicado por nadie, ajeno y reacio a agrupaciones y categorías".

A
L-MAGRIB. "El país del Sol" es el nombre en árabe de Marruecos, y en ese "rincón del Gran Sur", en concreto en la Marraquech a la que llegó Goytisolo en 1985 huyendo de Túnez ha residido ininterrumpidamente el escritor desde 1996. Allí no es difícil encontrárselo medineando por las sucias callejuelas a la escucha del infinito abanico de voces, o en una de las mesas desvencijadas de los cafetines de esa plaza de las mil y una noches llamada Jemaa el-Fna de la que ofrece un retrato impagable en su novela Makbara (1980).

N
OVELA. En 2012, cuando acudió a recibir el premio Formentor por toda su trayectoria, Goytisolo anunció que no iba a escribir más novelas: "Es definitivo. No tengo nada que decir y es mejor que me calle. No escribo para ganar dinero ni al dictado de los editores". Sigue con el ensayo y la poesía pero ahí quedan algunas de los grandes jalones narrativos de nuestras letras: Duelo en el paraíso (1955), Señas de identidad (1966), Paisajes después de la batalla (1982) o Las semanas del jardín (1997).

G
ALLIMARD. Por razones políticas y personales, abandonó España en 1956 para exiliarse en París, donde trabajó como asesor literario en Gallimard. Desde entonces la editora francesa ha sido esencial para la difusión de su obra, que estuvo prohibida en España desde 1963 hasta la muerte de Franco. Desde 1975 vuelve continuamente, pero no para quedarse. "El que vive fuera cuenta con una ventaja evidente, la de ver las cosas desde la periferia. He visto mi cultura y mi lengua a la luz de otras culturas y otras lenguas. La escala de valores consensuada por la tradición española y la Academia, me es extraña".

O
BSERVADOR. Es el perfecto observador solitario. En Juan Goytisolo: Metáforas de la migración, Marco Kunz describe la curiosidad de un escritor al que nada de lo humano le es ajeno: "No es realmente etnológica sino estética y política. Las particularidades de las diversas culturas en contacto le importan mucho menos que su pluralidad". Hoy, ha escrito Goytisolo, "las cigüeñas emigran a la Fortaleza Europea desde sus nidos de las murallas de Marraquech pero los hombres y mujeres que las contemplan no".

Y
EPES. San Juan de la Cruz late en toda su obra, pero muy especialmente en Las virtudes del pájaro solitario y En los reinos de taifas. El escritor ha explicado muchas veces cómo, en un estado "de extrema tensión, sólo la lectura de San Juan de la Cruz me procura un remanso precario de serenidad". Y dice más: "Es el mejor poeta de nuestra lengua. Una rara avis en Occidente"

T
RANSGRESOR. Trasgredir es un verbo que ha conjugado muy gustosamente Goytisolo desde que cruzara sus primeras letras. Novelas como Reivindicación del conde don Julián, Juan sin tierra, Makbara o Carajicomedia, destacan de manera especial por la rebeldía y la provocación que destilan ante la tradición costumbrista española, en cuya demolición trabaja, y vive, el escritor desde hace décadas.

I
NCÓMODO. Consigo mismo y para los demás, desde que descubrió, muy pronto, que "los intelectuales de izquierda nos hemos preparado para algo y no ha pasado nada" y haber comprobado que el mundo que "nos aguarda no cuenta con nosotros y nos deja de lado". Cincuenta años incómodo "en el poco envidiable y vetusto furgón de cola que ocupamos los herederos de la tradición liberal" es demasiado. Y se queja, y se aleja, y se excluye, para poder seguir incómodo, para seguir siéndolo, en su país que estos días le honra, el país de Cervantes.

S
ARAJEVO. Incitado por Susan Sontag, en 1993 se instaló en el Sarajevo sitiado por los serbios para denunciar el silencio cómplice de Europa y de la intelectualidad de izquierdas ante la "limpieza étnica" que sufría Bosnia. El resultado fue Cuaderno de Sarajevo, que concluye así: "La tragedia de la ciudad convierte a (…) quien la presencia en una bomba presta a estallar en las zonas de seguridad moral de los directa o indirectamente culpables".

O
RIENTE/OCCIDENTE. La tensión Oriente/Occidente atraviesa toda su obra. Un día, relata, un turista interrumpió el café que tomaba en su plaza de Marraquech y le mostró su felicidad por sentirse "en Oriente". Y Goytisolo, se lamenta, no tuvo la paciencia de explicarle que Oriente y Occidente no se corresponden con una realidad geográfica. No. Sus fronteras son las de nuestro imaginario colectivo.

L
ANGE. Monique Lange fue el amor femenino de Goytisolo. La conoció en París, en Gallimard, en octubre de 1955, donde ella trabajaba difundiendo la literatura española. Comenzaron a vivir juntos en 1956 y se casaron en 1978. Su muerte, en 1996, le destrozó. Se refirió a ella en Coto vedado como "la judía divorciada con la que vives en pecado" pero fue también su compañera, confidente y cómplice.

O
BSESIÓN. Son múltiples las obsesiones del escritor: el pasado, la muerte, el sexo, la violencia, la identidad, el racismo o la soledad íntima del transterrado son temas recurrentes en su obra, aunque sobre todas ellas destaque la misma escritura, que le ha llevado a decir que cree haber sido "programado para escribir. Empecé a los siete u ocho años y nunca se me ha ocurrido hacer otra cosa".