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Letras

"La poesía puede aportar luz y esperanza a la situación que atravesamos"

El poeta portugués Nuno Júdice recibe este jueves el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en el Palacio Real

27 noviembre, 2013 01:00

El poeta portugués recibe este jueves el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

El poeta portugués Nuno Júdice (Mexilhoeira Grande, 1949), galardonado con el XXII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, ha asegurado este miércoles en el Palacio Real que cuando escribe trata de buscar que "las palabras puedan iluminar lo que no vemos". "La poesía es lo que nos hace ser en un espacio oscuro y nos ilumina", ha apostillado.

Durante la presentación de su Obra Antológica Devastación de sílabas, editada por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca con motivo del mencionado galardón, Júdice ha añadido que "partiendo de lo cotidiano", le interesa "pasar a otro nivel donde encontrar el lado secreto y misterioso que nos rodea", algo que ha definido como "una forma de sublimar finalmente al mundo".

Preguntado por qué puede aportar la poesía a la situación mundial actual, el autor ha respondido que "puede dar esa esperanza y esa luz que no se ve y que permite soñar con algo". Además, ha apuntado que, "sin ser ingenuo, él tiene tendencia a ser positivo".

"Hay visiones muy pesimistas de la situación actual, pero yo viví hasta 1974 en Portugal en unas condiciones sociales y políticas muy difíciles. Creo que siempre hay salidas para lo que nos parece difícil, y la situación actual también tendrá su salida", ha planteado.

Antes de terminar sus palabras leyendo uno de sus poemas, Júdice ha destacado entre sus influencias a Antonio Machado, Jaime Gil de Biedma, Jorge Luis Borges y Álvaro Mutis. "La poesía española y latinoamericana siempre me acompaña", ha remarcado, para después apostillar que durante toda su trayectoria siempre ha procurado interrogarse "sobre qué es la poesía".

Nuno Júdice recibirá este jueves el Premio de Poesía Iberoamericana de manos de la Reina Sofía en el Palacio Real. Dotado con 42.100 euros, se trata de una de las distinciones literarias más importantes de España, amparada por el convenio marco de cooperación cultural entre Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca.

Este galardón tiene por objeto premiar el conjunto de la obra poética de un autor vivo que, por su valor literario, constituya una aportación relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España. Aparte de la dotación económica, se edita un volumen con una recopilación antológica del premiado.

POEMAS ESCOGIDOS

(Selección y traducción de Martín López-Vega)

Hamlet

Hay un instante, antes de despertar, en que
sueño y realidad se confunden. Unas veces
el sueño impide que se haga esa distinción;
otras nos juzgamos metidos
en la vida sin saber que aún no hemos salido
del limbo nocturno. En todos los casos,
sentimientos y emociones sobresaltan
el cuerpo; nos movemos hacia uno y otro lado
con la angustia de la doble existencia; nada
dominamos de las acciones que, sin embargo,
sufrimos como si algo nos hubiese arrancado
de la cama. Durante el desayuno, pensando
en ello, ya poco queda de cualquier cosa
de la noche. Ni las personas, ni las palabras,
ni las imágenes, nos atormentan con la intensidad
de hace poco. Por tanto, es como si nos faltase
alguna cosa nuestra. Y durante el día repetimos
gestos que no sabemos a quién se dirigen;
oímos frases de las que no comprendemos
el sentido; y no sabemos, de hecho,
dónde encontrar una explicación para ese
deambular entre ser
y no ser.

Un invierno en Lisboa

Es verdad que Lisboa, en invierno, no tiene
la consistencia de una ciudad del norte. El aire
es húmedo, el frío no cala en el alma, y no
encuentras los blancos puros, ni los grises que
ressiten, ni siquiera el sentimiento inquietante
de que el mundo se detuvo bajo la mortaja celeste.

Las ciudades, sin embargo, engañan. Y en Lisboa,
en invierno, hay quien sufre con la soledad que
cae con la tarde. Un final de frase puede traer
consigo la percepción de la muerte; y ninguna palabra
conseguirá dar un sentido a quien no sabe
qué camino seguir, o en qué café entrar.

En Lisboa, en invierno, puede verse, de vez
en cuando, una mariposa perdida entre
los coches mal aparcados. Sus alas
no brillan; y puede hasta dudarse
si estará viva o muerta. Pero cuando los dedos
se acercan para cogerla, se mueve;
parece huir, pero finalmente cae al suelo.

Es verdad que, en invierno, poco más le queda
a una mariposa que morir. Pero quien ve
en ella la ilusión de que la primavera ya se aproxima,
se pregunta después: ¿Es esto la vida? ¿Crisálida
de nada, vacío, angustia de nunca haber sido?

Sur

Todo, allí, es simple y complejo: la luz,
la soledad, la mirada que se sobresalta cuando cae
la noche y cuando nace el día; y también
las risas de mujeres que se oyen a lo lejos,
traídas por el aire, cuya transparencia se siente
en la propia respiración. Mientras, me inclino
sobre el balcón y adivino que algo se oculta,
más allá de los muros y las huertas, y me llama
sin que yo pueda responder. Entonces,
vuelvo para adentro; preparo el café; y
mientras el agua hierve el misterio desaparece,
inútil y excesivo, al comenzar la tarde.