Image: El valor de la palabra de los Talleres Islados

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Letras

El valor de la palabra de los Talleres Islados

5 septiembre, 2013 02:00

Entre las salinas de Mongofre, con Bernardo Souvirón

Menorca acoge un año más las jornadas y seminarios culturales que se llevan a cabo en la casa Binissaida donde se reúnen escritores con los asistentes. Durante cuatro días conviven charlando sobre literatura para la recreación de la mente.


Con vistas al Mediterráneo y desde el jardín de la casa Binissaida en Menorca. Suena a retiro espiritual en medio de la isla y a pesar de que no se trata exactamente de eso, tiene algo que se asemeja. Escritores, estudiantes, gente con interés por la literatura, jornadas gastronómicas. Todo esto lo aúnan las jornadas de Talleres Islados que tienen como objetivo reunir a profesionales y a aficionados para pasar unos días de intercambio intelectual sobre literatura y pensamiento.

En esta ocasión Antonio Muñoz Molina, Elvira Lindo, Soledad Puértolas, Julio Llamazares (aún por confirmar) y Román Gubern son los autores que participan en las estancias culturales que comienzan este viernes con Gubern (Barcelona, 1934) en un ciclo de tres días titulado 'La cultura de la imagen'. Este seminario versará acerca de la reflexión sobre la imagen icónica y su evolución hacia la cultura humana. Así, complementado con proyecciones audiovisuales (Blow up, El misterio de Picasso y Las cuevas de los sueños olvidados) se indagará en las convenciones formales que ha desarrollado la imagen. Además de tratar el tema del desarrollo de la imagen a lo largo de la historia de la humanidad, Gubern expone que tratarán temas como "el sueño, la diferencia entre pensar e imaginar, el agua, las formas de las nubes, el isomorfismo artesanal casual o la involuntariedad".

En el año inaugural de las jornadas Andrés Trapiello fue el segundo escritor en participar. El autor comenta que le pidieron una gran dosis de entusiasmo: "Y yo no lo suelo tener con nada, menos aún con nada mío. Pero resultó toda una experiencia". Aquella casa del siglo XVIII en medio del campo con el mar a la vista le cautivó: "Suelo ser partidario de la misantropía y no me mezclo con la gente, y menos con desconocidos pero salí de allí con muchas dudas sobre esa inclinación mía", concluye el escritor. Por su parte, Félix de Azúa cuenta que allí "se regresa a la vida en común casi como en las colonias infantiles: todos conviven bajo un mismo techo y comparten mantel, lección y paseo".


Lectura bajo el faro de Favaritx en Talleres Islados

Los seminarios están abiertos a todos los públicos, ya que consiste en acercar el arte de las letras a todos aquellos curiosos que quieran compartir conocimiento con algunas de las figuras más influyentes de la cultura. "Se encuentran en la casa a un sociólogo de 70 años, una poeta de 60, una estudiante de 22… es algo heterogéneo", afirma Mariona Fernández, la organizadora. Y Azúa amplía que lo mejor fue "la sensación de compartir esa semana con gente que te ha elegido a ti para compartir esa semana. Conocer a quienes te quieren conocer es un doble conocimiento, ves al otro como un espejo que te mira".  "Aunque está costando bastante sacarlos por el momento que vivimos y es difícil que la gente se regale un lujo como este, cada año va algo mejor", celebra su organizadora. "Lo que se defiende aquí es la transmisión del conocimiento de tú a tú, queremos revalorizar la palabra hablada con un maestro, la palabra entendida en el sentido antiguo", alega.

Por su parte, Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina ofrecerán un taller literario, desde el 11 al 14 de septiembre, en el que el objetivo es conversar sobre el trabajo del escritor, desde el inicio vocacional hasta que se convierte en oficio. Soledad Puértolas será otra de las escritoras participantes, del 4 al 7 de octubre, con un taller en el que se tratarán varios relatos desde la perspectiva de tiempo y lugar. Las historias que se han propuesto para el seminario son Luvina de Rulfo y Los adioses de Onetti, así como uno de la propia Puértolas.


Taller de Manuel Rivas en Mongofre

Además, los escritores que han pasado por los seminarios se han implicado en la convivencia. Fernández recuerda que "a veces los autores acuden asustados, con la máscara de escritor puesta, pero cuando llegan y ven el entorno, se relajan y sale la persona que hay detrás". Esto es lo que le pasó a Trapiello, que, insiste, se dio cuenta de que los ‘alumnos' habían ido a oírle y no a aprender, de modo que "para alguien como yo, que tiene poco que decir, es impagable el poder escuchar a los que cuentan su vida, porque no hay vida mala, sino mal contada. De eso trataban aquellas ‘clases', de aprender a decir para todos lo que cada cual sabe sentir para sí mismo". 

Son 25 horas de trabajo las que se imparten en los seminarios y a pesar de que a veces se hace "duro" cuando se terminan las clases salen al jardín que tiene vistas al mar y las relaciones personales afloran. "La respuesta está siendo muy buena, se implican y la fórmula les gusta", concluye la organizadora de Talleres Islados.

Pero no todo es literatura, sabiduría y mente. Por el estómago también se conquista y la gastronomía forma parte del programa. Al más puro estilo griego, cultura a la que le debemos la idea de banquete o de comida como acto social, la dieta de la estancia recorrerá algunas de las cocinas más representativas del mundo. Desde Turquía a Egipto, de la comida persa a la afgana y desde la India a Grecia pasando por los platos típicos de Menorca. Todo ello bajo los fogones de Pep Pelfort.


Clase bajo los pinos, con Manuel Rivas

Y es que el arte culinario es parte de la cultura de cada lugar y por ello, realizar conferencias o charlas después de haber tenido la ocasión de intimar con los comensales, rompe el hielo y todo sucede de manera más improvisada y fluida. El autor deja de ser autor para ser un maestro a quien escuchan con gran interés porque, según dice la organizadora de este evento "el autor, por la edad que tiene, puede ser considerado maestro. Sus vidas y sus obras ya no pueden ser desligadas de sus personas". Y concluye que se realizan en este lugar porque "Menorca es una isla en la que puedes desconectar, entre la luz en el horizonte, la amabilidad de la isla, la cercanía al mar, te trasladas a un mundo paralelo durante cuatro o cinco días".