Image: Una historia universal de la historieta

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Letras

Una historia universal de la historieta

Paul Gravett asegura que con su libro 1.001 cómics que hay que leer antes de morir iniciados y recién llegados descubrirán multitud de gemas imprescindibles del noveno arte

23 marzo, 2012 01:00

El historiador y crítico de cómic Paul Gravett.


Señores, hay que leer tebeos. No es una sugerencia, ahora es un deber. A las desagradables listas que instan al pobre lector a visitar 1.001 lugares, a probar 1.001 recetas, a visionar 1.001 películas, todo antes de irse al otro barrio -qué maldito estrés es la cultura de la suma- se añade ahora 1.001 un cómics que hay que leer antes de morir, que firma el crítico, dibujante e historiador de tebeos Paul Gravett para la editorial Grijalbo. El deber aquí no es tan duro para el lector: la historieta, aunque no es un vicio barato, sí está al alcance de muchos, al menos más que los viajes o los restaurantes gourmet. Y el tiempo requerido para cumplir el objetivo es menor que el de las obras imprescindibles de la literatura. Bueno, relativamente, a un cómic por mes la propuesta de Gravett equivaldría a más de 100 años de lectura, o sea, que ya es tarde. Pero, sin embargo, el tomo sí puede convertirse en una guía útil, en una enciclopedia que alberga todo lo fundamental de todos los géneros del noveno arte, desde la novela gráfica a la tira.

El metódico Gravett, que ha pasado por Madrid para participar en UK Cómics, encuentro en torno a los tebeos británicos que cierra este fin de semana con nuevos autores, se ha leído todo lo habido y por haber en literatura gráfica, prueba de ello es su amplio conocimiento de la producción española dentro del género. Inaugura su gran selección con tebeos de 1865 y la cierra con la reciente joya Habibi, de Craig Thompson, publicada en 2011 por Astiberri. Entre ellos media toda la historia de los tebeos, y es bastante más que una historia esencial. Sus criterios selectivos han sido, cuenta el autor a elcultural.es, "la calidad, la innovación, la originalidad, la influencia, la importancia cultural (nacional e internacional) y el lugar que dejan para la excentricidad".

Otro factor se relaciona con el hecho de haber sido traducidos o no al inglés (alrededor del 15 por ciento de los títulos no se ha traducido aún), para lo cual Gravett reclutó a un equipo de internacional expertos, "21 de ellos mujeres", se preocupa por señalar, que compiló los títulos bajo una premisa: la vocación de crear una suerte de canon mundial que, a su vez, estuviera diseñado para generar debate y sugerencias que podrían haberse incluido. "Si el libro funciona, y espero que lo haga, me gustaría escribir una edición revisada y actualizada, igual que ha sucedido con 1.001 películas", revela el autor, en cuya web ya hay constancia de nuevas aportaciones.



La internacionalidad es uno de los aspectos más loables de la propuesta, aunque es evidente que en esto de los tebeos ganan Japón, Estados Unidos y Europa. Sucede igual con las épocas, hacia la mitad de la obra, el libro se dedica casi en exclusiva a la producción de cómic en los 90, cuestión que se debe, aclara Gravett, "a la eclosión de mujeres autoras de cómics".

Aunque riguroso, el antólogo tiene sus preferencias. En el supuesto de que en vez de por miles los cómics que hubiera que leer pudieran contarse con los dedos de una mano, Gravett tiene claro qué títulos figurarían en esa lista: "Budda, de Osamu Tezuka, Tintín en el Tibet, de Hergé, Peanuts, de Charles Schulz; Maus, de Art Spiegelman y Jimmy Corrigan, de Chris Ware", aunque es consciente de que con ella deja fuera "incontables gemas". En cuanto a autores, sugiere a George Herriman, René Goscinny, Hector Oesterheld, Alan Moore y, de nuevo, Osamu Tezuka. Con todo, el libro está destinado tanto a iniciados como a aquellos que quieran sumarse ahora a la moda de leer novelas gráficas. "No importa cuántos cómics creas que has leído ya, yo garantizo que todo el mundo descubrirá cosas nuevas y encontrará nuevos títulos favoritos gracias a este libro". Tiene razón, en estas páginas pelean también los superhéroes menos conocidos (y los más) de Marvel y DC, los zombis superventas de The walking dead, el cine puro de Predicador, el underground más esquinado de los 70, los 80 y los 90, Mortadelo y Filemón, los grabados expresionistas de Frans Masereel, del que por cierto se acaba de publicar en España su precioso libro En la ciudad (Nórdica), Daniel el Travieso y Gardfield, las exquisitas criaturas de los dibujantes de los años 30 y 40 que tanto entusiasman a Seth, el propio Seth y sus colegas, los míticos Creepy y Eerie, Astérix, Joe Sacco, Peter Bagge, Charles Burns, el Berlín. En fin, ¡casi todos!



Con casi 1.000 páginas, el libro cuenta también con un suculento prólogo de Terry Gilliam, que cuenta aquí como su primera experiencia con los cómics se dio a través del erotismo (o viceversa) y que repasa la influencia de los tebeos en su vida. La selección se hace por orden cronológico e incluye una información sencilla a modo de ficha con el título original, el año de la primera edición, el autor y su fecha de nacimiento, el género (humor, fantasía, autobiografía...), los premios, menciones y las adaptaciones si las hubiere. Para advenedizos, un máster. Para iniciados, un ejemplar de los que hay tener en la estantería.