Image: Sale el espectro

Image: Sale el espectro

Letras

Sale el espectro

Philip Roth

14 febrero, 2008 01:00

Philip Roth en Nueva York. Por Orjan Ellingvag

Traducción de Jordi Fibla. Mondadori. Barcelona, 2008. 272 páginas, 18'90 euros.

El arte narrativo, sea en su forma literaria (o fílmica), evidencia su poder creativo cuando un autor/director consigue introducir en el texto (película) un aspecto de la realidad palpable, que luego aflora en las palabras o en las imágenes con la fuerza presencial que tiene en el mundo. Philip Roth (1933) sabe como pocos abrir una ventana en la ficción para permitir la entrada de lo existente. Jamás ha cejado en su perenne intento de que lo propio, cargado de biografía, figure en sus textos. Su última obsesión es la vejez, concretamente en esta novela representada en el cuerpo de un viejo en el que aún habita como un espectro el deseo de la mujer, del cuerpo joven, aunque ya en Elegía (2006) el protagonista era un viejo acosado por los problemas que trae consigo la decadencia del cuerpo.

Su intención entonces era mostrar que quien siembra tormentas en la vida acaba cosechando huracanes. El propósito del presente empeño resulta más ambicioso: contarnos las vicisitudes del hombre mayor, frustrado por los fallos físicos y mentales de su cuerpo, por la inevitable pérdida de interés por los sucesos del mundo, pero que aún es vulnerable a la fuerza del deseo, generado por la belleza de un cuerpo joven del sexo opuesto. Y todo ello lo presenta de una forma que no podemos menos que calificar de brillante.

A Roth se le suele nombrar junto a las figuras míticas de la narrativa estadounidense del siglo XX, como Norman Mailer o Saul Bellow. Su fama llegó con publicación de El lamento de Portnoy (1969), una burla de los valores mantenidos por los judios de la generación de sus padres, y donde trata lo sexual de manera explícita y con humor. Su narrativa rebosa de episodios de su propia biografía, y Sale el espectro pertenece a una serie de novelas, nueve en concreto, donde el protagonista o su interlocutor Nathan Zuckerman resulta un alter ego de Roth.

El texto de la obra trenza diversos hilos narrativos. Zuckerman, su narrador y protagonista, es un escritor de éxito de setenta y un años, operado de un cáncer de próstata, que vive retirado del mundanal ruido desde hace diez años en un pueblito del estado de Massachussets. La razón de su alejamiento de la ciudad de Nueva York, donde residía habitualmente, fueron unos anónimos donde le amenazaban de muerte; por consejo del FBI abandona la ciudad. Total, que termina acostumbrándose a vivir alejado del bullicio, tanto que incluso dejará de interesarse por los acontecimientos sociales, pues sólo lee la prensa local. Las pocas interrupciones de su trabajo provienen de la visita o invitación a cenar de algún vecino.

La novela comienza en verdad cuando Zuckerman regresa a Nueva York, tras diez años de ausencia, para acudir a la consulta de un especialista en curar la incontinencia que le aqueja tras la operación de próstata. Por un azar compra The New York Review of Books, donde lee el anuncio puesto por dos jóvenes escritores, Jamie y su marido Billy, quienes, un poco temerosos por el ataque islamista del 11-S, desean un intercambio de residencia. Ellos ofrecen su apartamento neoyorquino a cambio de una casa en el campo. Zuckerman lo lee y, sin pensarlo dos veces, se pone en contacto con ellos y acepta el trueque.

Otro hilo narrativo importante proviene de un asunto argumental paralelo. Un amigo y antiguo compañero de estudios en Harvard de Jamie y Billy, Kliman, está escribiendo una biografía del escritor E. I. Lonoff, autor de culto olvidado. Al saber que Zuckerman está en la ciudad se pone en contacto con él para recabar información, pero éste se niega a colaborar, porque Kliman ha descubierto que Lonoff había cometido incesto de joven y lo piensa desvelar en la biografía. Zuckerman, durante la consulta del urólogo, había visto en el hospital a la ex amante de Lonoff, Amy Bellette, exhibiendo media cabeza rapada, a causa de una operación del cerebro. La reconoce, aunque sólo la había visto una vez, de joven, durante una visita al admirado Lonoff, cuando Amy era una mujer atractiva.

Nathan visitará a Amy en su casa, donde aprende que Lonoff pasó los últimos años de su vida redactando una novela donde contaba su amor incestuoso de juventud. Hablan del dolor de la experiencia, no sólo del hecho de que les descubrieron. Amy, al estar operada de un tumor en la cabeza, no recuerda bien los detalles. La decadencia física se proyecta sobre la mala memoria de ambos, pues Zuckerman, para recordar, también guarda un cuaderno con notas sobre lo que hace. Cuando vuelve a su hotel redacta unas páginas para preservar del olvido la recién mantenida conversación.

El texto se asemeja a una caja china, pues la novela inacabada de Lonoff cabe dentro de la de Zuckerman, que, a su vez, encaja en la obra de Philip Roth. El autor se proyecta en el texto mediante sus varios alias, y con ello la presencia real de un hombre mayor, físicamente disminuido, Lonoff, Zuckerman, alias de Roth, cobra más entidad. Y por un doblez textual casi imperceptible, el comportamiento impredecible de sus personajes, Nathan desea a su lado a Jamie, cuando se sabe impotente, como Lonoff hizo a su manera con Amy. Ese impulso del deseo ante la belleza termina por reconocerlo como nuestro, y que, en contra de toda previsión, nos indica que el destino de las personas lo guían los deseos y no los cálculos racionales.