Image: El nuevo terrorismo islamista. Del 11-S al 11-M

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Letras

El nuevo terrorismo islamista. Del 11-S al 11-M

Fernando Reinares y Antonio Elorza (Ed.)

1 julio, 2004 02:00

Foto: EFE

Temas de Hoy. Madrid, 2004. 335 páginas, 18’50 euros

Acerca del 11-M se han planteado todo tipo de interrogantes, pero el fundamental se refiere a la naturaleza del nuevo terrorismo que nos amenaza. Quien desee comprenderla no haría nada mal en comenzar por la lectura de algunos de los ensayos recopilados en este libro colectivo.

Reinares y Elorza han tenido el acierto de ofrecer al lector español una antología de textos debidos a especialistas de prestigio mundial, que abordan distintos aspectos del tema. Son en total ocho ensayos y tres apéndices, que se pueden leer independientemente, pero que se complementan para proporcionar una imagen de conjunto del terrorismo islamista. Para los españoles, que tras haber sufrido durante treinta años el terrorismo de ETA nos hemos encontrado ante unos atentados que superan en ferocidad todo lo anterior, resulta especialmente importante entender en qué medida es distinta la nueva amenaza.

David Rapoport proporciona en su ensayo el marco histórico de las cuatro grandes oleadas de terrorismo insurgente que se han sucedido desde fines del siglo XIX. La primera, que surgió entre los revolucionarios rusos enfrentados al zarismo y se difundió internacionalmente por obra de los partidarios anarquistas de la "propaganda por el hecho", proporcionó un ejemplo que las futuras generaciones terroristas seguirían con distintos objetivos. Representó también un primer fracaso en los intentos de cooperación antiterrorista internacional, que de haber prosperado hubieran quizá evitado que un atentado en Sarajevo condujera al estallido de la primera guerra mundial. La segunda tuvo un carácter básicamente anticolonialista y ha sido la de mayor éxito, ya que el terrorismo fue una de las armas utilizadas por los movimientos que condujeron a la independencia de distintos países. La tercera, la de la nueva izquierda de los años sesenta, se vio estimulada por la tragedia de Vietnam y el ejemplo palestino, se combinó con el nacionalismo en casos como el de ETA y tuvo un enorme impacto mediático. La cuarta es una oleada de inspiración religiosa, sobre todo islamista, que surgió a partir de la revolución iraní y de la ocupación soviética de Afganistán, dos acontecimientos que tuvieron lugar en 1979, es decir al comienzo de un nuevo siglo en el calendario musulmán.

Diferentes por su ideología y por su estrategia, las cuatro oleadas han tenido sin embargo en común su propósito revolucionario de crear un mundo nuevo, su dependencia de los medios de comunicación que amplifican su mensaje y también una duración limitada, pues las tres primeras se agotaron al cabo de treinta o cuarenta años, es decir un par de generaciones. De ser válidos estos precedentes, podríamos esperar un declive del terrorismo islamista en diez o veinte años.

La relación entre el terrorismo de Al Qaida y sus asociados y el Islam representa un tema muy polémico que Antonio Elorza aborda sin tapujos. Por supuesto sólo una minoría de los musulmanes apoya el terrorismo, pero el problema estriba en que los yihadistas se apoyan en una lectura literal del Corán y de los hadices del profeta que les proporciona una justificación religiosa de la violencia contra los infieles. De ahí que el avance del Islam tolerante frente al integrismo resulte básico para frenar el auge del terrorismo. A lo cual no contribuye, observa Elorza, "la catastrófica actuación de un Occidente personificado en Bush y Sharon". El resultado contraproducente que en la lucha contra el terrorismo está teniendo la intervención de Bush en Iraq es también subrayado por Rohan Gunaratna, destacado experto en Al Qaida, quien por otra parte advierte que un fracaso en la estabilización de Iraq acentuaría la amenaza terrorista en Europa y otras regiones.

La infiltración terrorista en las comunidades musulmanas de Europa se ve favorecida, observa Olivier Roy, por una juventud radicalizada que se plantea el retorno al Islam no como una vuelta a la tradición cultural de los países de origen de sus padres, sino como la integración en una nueva comunidad islámica mundial, que puede definirse como virtual debido a que se constituye mediante los nuevos medios de comunicación, incluida la red de internet. Y es que el islamismo yihadista, que pretende una vuelta a los orígenes, se sirve también de las más modernas tecnologías. Como destaca en su ensayo Magnus Rantorp, los yihadistas pueden sentirse inspirados por un poema del siglo VIII, al tiempo que emplean técnicas de hacker para espiar en internet. No cree sin embargo Rantorp que resulte inminente la amenaza de ataques ciberterroristas. Una gran habilidad muestran también los yihadistas en el manejo de sus finanzas, que se nutren de diversas fuentes, desde las aportaciones de fondos desviados de organizaciones caritativas islámicas, muchas de ellas de base saudí, hasta los recursos allegados por distintas actividades delictivas, que van desde el atraco de bancos hasta el tráfico de piedras preciosas. El recurso a la hawala, un sistema de transferencias muy utilizado en ciertos países, que se basa exclusivamente en la confianza y no deja rastro documental, facilita el movimiento de los fondos terroristas. Y por último, como observa Zachary Abuza en su extenso análisis del tema, hay que recordar que los fondos necesarios para financiar un atentado son relativamente pequeños.

Estamos, en definitiva, ante un enemigo muy peligroso, a la vez fanático y racional, inspirado en venerables tradiciones religiosas y capaz de servirse de tecnologías avanzadas. Si hay una conclusión común que se puede deducir del conjunto de ensayos recopilados por Reinares y Elorza , es que los atentados del 11-M no fueron un episodio ocasional, ligado a la coyuntura concreta de la guerra de Iraq. Por el contrario se trata de un ataque más dentro de una serie que ha producido ya víctimas en todos los continentes y que responde a un proyecto global que a los occidentales nos puede parecer descabellado, pero que tiene un gran atractivo para los yihadistas y sus simpatizantes. Su objetivo es restablecer el califato y devolver al Islam la que ellos consideran fue su pureza original, para lo cual consideran indispensable acabar con la influencia de los infieles. El comando que el pasado 28 de mayo asesinó en Khobar a todos los no musulmanes que encontró a su paso mostró con especial claridad el tipo de amenaza a la que nos enfrentamos.


Los libros de marzo
Manuel Avilés: Criminalidad organizada. Los movimientos terroristas. Editorial Club Universitario. Valencia, 2004. 595 págs, 24’5 e.
Cuando en 1989 el ministro del Interior A. Asunción le pidió que asumiera la dirección de la cárcel de Nanclares de Oca, en la que se hallaban recluidos numerosos presos de ETA, M. Avilés le hizo notar que no tenía ni idea del terrorismo. Eso no le impidió ser un eficaz colaborador. Ahora demuestra amplias lecturas sobre la historia del fenómeno terrorista y ofrece un amplio panorama del mismo, precedido de un extenso análisis de la literatura sobre criminalidad organizada. Concluye su libro con una "nota de urgencia" sobre el 11-M, cuyo efecto en los resultados electorales del 14-M confirma a su juicio una de los rasgos esenciales de todo terrorismo: la influencia en la vida política mediante la violencia.

R. Coarasa, E. Fuentes, J. García Treceño, J. Sánchez y E. Villar: 11-M. El día que la solidaridad plantó cara al terror. Libroslibres. 17’95 euros.
En la más cruda tragedia es posible encontrar un argumento salvador. El 11-M fueron los héroes anónimos que se lanzaron a la calle para ayudar a las víctimas. Más de un centenar de entrevistas se reúnen en este libro cuya idea surgió cuando los autores, periodistas de La Razón, se dieron cuenta de que fuera de los informativos urgentes quedaban muchas historias que merecían ser contadas. No hay análisis político, sino el relato llano de unos hechos estremecedores que no convendría olvidar. Sí hay opinión en el otro libro sobre el 11-M publicado por Libroslibres, escrito por Enrique de Diego, quien en Días de infamia se muestra convencido de que lo ocurrido afecta al sentido primigenio de la democracia.

Consuelo álvarez de Toledo: 4 días de marzo. Planeta. 228 págs, 18 e.
Casi como una retransmisión en directo de todo lo que ocurrió durante esos cuatro días a los que alude el título puede leerse este libro, que salta con agilidad de un escenario a otro y de cada información a cada duda, sin opinar más de lo necesario (aunque deja clara su imagen de Alfredo Pérez Rubalcaba como un Maquiavelo moderno) y dando toda la información, la que se tuvo entonces y la que se conoció después, para ofrecer un retrato y una radiografía de uno de los períodos, a pesar de breve, más negros de nuestra historia reciente. De las explosiones a la victoria electoral del PSOE, pasando por el "¿quién ha sido?", las sucesivas acusaciones de manipulación o la marea de mensajes a móviles, aquí está todo lo que hay que saber para tener opinión.

Fernando Benzo Sáinz: Héroes inesperados. Temas de hoy. 236 págs, 17 e.
Fernando Benzo es director de la Fundación de Víctimas del Terrorismo. Pero esta vez su atención ha ido no a las víctimas, sino a aquellos que fueron capaces de sobreponerse a su propio desconcierto para ayudar a quienes lo necesitaban. Este libro es un hermoso panfleto reivindicativo y solidario que demuestra que nuestra sociedad, con todas las pegas que se le quieran poner, es capaz de reaccionar en el dolor como una sola persona para salir fortalecidos en la unión. Héroes de la calle, ya lo dice la cita de Romain Rolland que abre el libro: "Un héroe es una persona que hace lo que puede". Héroes como Víctor, un médico moldavo que viajaba en uno de los trenes y, en vez de huir cuando pudo, se quedó asistiendo a los heridos. Y tantos otros...