Image: Mark Twain. Autobiografía

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Letras

Mark Twain. Autobiografía

Mark Twain

24 junio, 2004 02:00

Mark Twain, por Gusi Bejer

Traducción y Edición de Federico Eguíluz. Espasa, 2004. 471 páginas, 26 euros

Esta Autobiografía de Mark Twain es el segundo título de la colección órbitas de Espasa, cuya finalidad, tal como expresa la solapa, es la de editar a "los autores más prestigiosos de la no ficción de todas las épocas". Bienvenida sea y, desde luego que se augura un esperanzador futuro si los autores y obras seleccionados son de la categoría e importancia de Twain y los editores y traductores de la solvencia del profesor Federico Eguíluz.

Resulta ciertamente sorprendente que todavía no estuviera traducida al castellano la autobiografía del autor más importante de los Estados Unidos, según Hemingway.

Se trata de un jugoso volumen que trasciende los aspectos exclusivamente biográficos para interesar aquellos de índole histórica, sociológica... etc. No en vano abarca la práctica totalidad del siglo XIX, desde su nacimiento en 1835 hasta su muerte en 1910, un período especialmente apasionante en la historia de los Estados Unidos. También resulta interesante su estilo; tal y como menciona el traductor en la Introducción: "No quería, o no se sentía capaz de, escribir una autobiografía al uso. Deseaba hacer algo dis-
tinto. Por fin... al autor le convence el sistema que acaba de iniciar: vagar por la autobiografía sin un rumbo cronológico específico y regresar cuando se le antoje" (pág. 19).

Un modelo narrativo tan "atípico" en este tipo de escritos tiene lógicamente sus ventajas e inconvenientes. El "inconveniente" tiene que ver con la ausencia de un orden lineal, de un lógico desarrollo de los acontecimientos de forma que puedan ser concatenados, secuenciados y el lector disponga de un lógico desarrollo. Pero conociendo la personalidad de Mark Twain (seudónimo de Samuel Clemens), gracias precisamente a esta autobiografía, entendemos que no podía ser así. El suyo era un carácter indómito más próximo al "asilvestrado" Huck que al "civilizado" Tom.

Su vida, apasionante y vivida con toda intensidad, surge de forma espasmódica como un torrente plagado de remolinos, de anécdotas que se suceden una y otra vez dotando a la narración de un colorido más propio de la ficción que del modelo autobiográfico. En un buen número de pasajes el lector tendrá la sensación de volver a recrear los mejores momentos, los más cómicos al menos, de Las aventuras de Huckleberry Finn o el más débil artísticamente, Las aventuras de Tom Sawyer.

También el estilo discurre según patrones estrictamente realistas, no podía ser menos; pero el componente social tan sutilmente agazapado en sus novelas surge ahora de forma mucho más directa, violenta incluso pese a la sátira latente, de forma que el lector tiene una idea totalmente clara de la filosofía de Twain. Pese a la extensión de la cita, resultará interesante reproducir el inicio del capítulo 57: "Creo que nuestro Padre Celestial inventó al hombre porque se quedó un tanto desilusionado con el mono. Creo que siempre que un ser humano, de incluso la más alta inteligencia y cultura, emite una opinión fuera de su línea de interés particular y especial, de su preparación y de su experiencia, será una opinión de un tipo tan necio y de tan poco valor, que uno podrá basarse en ella para sugerir a nuestro Padre Celestial que el ser humano es otra desilusión y que no constituye ninguna mejora considerable respecto al mono" (página 353).

Son de agradecer las anécdotas -"chascarrillos" a veces-, relativas a la elaboración y, sobre todo, publicación de sus obras. No sólo resultan ser una fuente de información importantísima para los filólogos, sino que también proporcionan frescura y agilidad al relato recreando una suerte de complicidad entre el autor y los lectores.

Se trata además de una autobiografía escrita desde la distancia temporal, lo que posibilita discernir los acontecimientos confiriendo a cada uno de ellos la importancia que sólo el paso del tiempo concede. Ello potencia la reflexión y logra zafarse magistralmente del "impuesto" que normalmente han debido pagar otras autobiografías de similar talante: la pérdida de frescura. En este ámbito, merece la pena destacar cómo algún acontecimiento fundamental en la vida de cualquier persona resulta relativizado por él, como por ejemplo su matrimonio (capítulo 36), que es narrado con "objetividad", frialdad incluso, sin que de ello derivemos acepción alguna negativa: "Sinceridad perfecta, honradez perfecta, perfecto candor, eran las cualidades del carácter de mi esposa que habían nacido con ella" (pág. 242).

El reverso de la moneda lo presentan otros episodios como el dedicado al general Grant (cap. 50), a primera vista intrascendentes en el ámbito personal, en el que volvemos a encontrarnos con la narración prototípica de Twain, llena de intensidad, colorismo e incluso involucración personal: "La noticia fue despachada al general Grant... Cada rostro de los allí presentes traicionaba una fuerte agitación y emoción, a excepción, a excepción de uno: el del general Grant." (pág. 320) Resulta complicado teorizar al respecto, pero sí que podemos afirmar que los acontecimientos históricos de su patria conforman buena parte de las distintas entradas. Twain parece más interesado en aquellos aspectos de índole socio-histórica que en los puramente personales. Será cada lector quien juzgue lo apropiado del enfoque.

En este mismo ámbito resultan especialmente interesantes sus apreciaciones sobre la guerra y la esclavitud, fundamentales como germen teórico en la elaboración de sus novelas, y que ofrecen nuevos motivos interpretativos para su obra de creación literaria..., rectifico, sus novelas, pues en buena medida esta autobiografía es, por encima de todo, una auténtica creación literaria. ¿Quién ha olvidado el retrato del padre de Huck en Huckleberry Finn? A lo largo y ancho de la obra desfila un buen número de personajes que se configuran como verdaderos "retratos" novelescos pese a su existencia terrena. Se trata de personajes que fueron apareciendo a lo largo de su vida, algunos como el ya mencionado y conocido general mientras que otros son, en cambio, personajes "anónimos" cuya influencia en la vida de Twain fue determinante. Todos ellos son descritos con su singular maestría conocida de sus novelas. No debemos olvidar que durante buena parte de su vida Twain se ganó la vida como periodista y, tal como ocurriera años más tarde con su admirador Hemingway, en su estilo biográfico también es posible encontrar ecos de esta actividad. Tal como menciona Eguíluz en la "Introducción", tras la lectura descubrimos a un Mark Twain "en primer lugar ... entregado a los amigos y, sobre todo, a la familia y, después, el personaje público, el conferenciante y el escritor norteamericano de fama más universal."


Huck y Tom
Cuando se publicó la primera edición de Las aventuras de Huckleberry Finn (en la ilustración, la portada de la edición americana) la revista Life, en su número del 26 de febrero de 1885, la saludó diciendo de su autor: "Mark Twain: o humorista, o nada" y calificando el libro de "hilarante". Cuando Mark Twain escribía su Tom Sawyer se sintió de vuelta a su infancia, y le regaló al personaje de Huck (que aparece por primera vez en el libro de Sawyer llevando en la mano un gato muerto) rasgos que habían sido niño de suyos. Cuando acabó con Tom, supo que era la hora de Huck. De hecho, es evidente cómo el personaje de Huck, que aparece en el libro como comparsa, va tomando cuerpo hasta convertirse, según avanza el libro, en el verdadero protagonista en la sombra de la aventura. Hemingway lo afirmó de una manera más rotunda imposible: "Toda la literatura norteamericana moderna proviene de Las aventuras de Huckleberry Finn".


Entre dos visitas del Cometa Halley
1835. Nace en Florida, Missouri, el 30 de noviembre. El cometa Halley era visible desde la tierra.
1839. Se traslada a Hannibal, Missouri, modelo de los paisajes de Tom Sawyer y Huckleberry Finn.
1847. Muere su padre.
1851. Comienza a trabajar como impresor en la Gaceta de Hannibal. Publica sus primeros chistes.
1853. Visita St. Louis, Nueva York y Filadelfia como impresor itinerante.
1857. Empieza a trabajar como barquero. Pasa dos años "aprendiendo" el río, descrito en Vida del Mississippi.
1861.Estalla la guerra civil.
1862. Viaja por Nevada y California. Trabaja como reportero para el Virginia City.
1864. Abandona Nevada por quebrantar las leyes que regían los duelos. Se asienta en San Francisco, donde colabora con distintos periódicos y revistas.
1867. Viaja a Europa como corresponsal.
1869. Se casa con Olivia Langdon. Publica Los inocentes en el extranjero.
1872. Se traslada con su esposa a Hartford. Publica Una vida dura. Nace su hija y muere su hijo, que había nacido el año anterior.
1876. Publica Tom Sawyer.
1883. Aparece Vida del Mississippi.
1884. Lanza Las aventuras de Huckleberry Finn.
1889. Publica Un yanqui en la corte del rey Arturo.
1891. Deja Hartford para vivir en Europa.
1894. Tras caer en bancarrota, inicia una gira de conferencias por Europa.
1896. Muere su hija. Consigue pagar todas sus deudas, pero su mujer enferma.
1904. Muere su esposa. Comienza a dictar su autobiografía. Se traslada a Nueva York.
1905. Teddy Roosevelt le recibe en la Casa Blanca. Se celebra un banquete el día de su 70 cumpleaños.
1906. Su biógrafo oficial, Albert Bigelow Paine, se va a vivir junto a él. Muere su segunda hija.
1910. Muere en Stormfield. Ese día, el cometa Halley vuelve a ser visible desde la tierra.