Image: Kant (una biografía)

Image: Kant (una biografía)

Letras

Kant (una biografía)

Manfred Kuehn

12 febrero, 2004 01:00

Kant, por Gusi Bejer

Traducción de Carmen García-Trevijano. Acento. Madrid, 2004. 608 páginas, 30 euros

El 12 de febrero se cumplen doscientos años de la muerte de Immanuel Kant, el filósofo que revolucionó la manera de pensar de Occidente sin salir de su ciudad natal, Künigsberg (Alemania). Su filosofía es un mojón inex- cusable de nuestro pensamiento, un antes y después de la filosofía occidental . Su biografía, sin embargo, se ha ido convirtiendo con el tiempo en un repetido tópico lleno de rutinas enfermizas que no siempre se correspondían con la realidad. El Cultural celebra al filósofo de la mano de Eugenio Trías, que analiza la biografía definitiva de Kant, más allá de todos los tópicos, que acaba de aparecer en España.

Poco a poco se va imponiendo, como género propio y específico, el relativo a las vidas filosóficas, que por una extraña paradoja tuvieron mucha significación en la antigöedad y muy poca en la cultura moderna. Los filósofos son responsables de esta situación. Kant encabezó su primera gran obra, su Crítica de la razón pura, con una cita de Bacon de Verulamio que comienza así: De nobis ipsis silemus, "callemos sobre nosotros mismos". Pero ya Nietzsche insistió en que los filósofos, a través de su filosofía, terminaban siempre relatando su propia experiencia de vida.

Algunos personajes se libran de esa idea preconcebida. Nadie duda del alto contenido novelesco de vidas como las de Nietzsche, o Wittgenstein. ¿Pero puede afirmarse lo mismo de la vida de Hegel? ¿Y de la más característica "vida de filósofo", la más sujeta a tópicos, la de Kant? La prueba de fuego de este género biográfico consiste en afrontar la vida del más genial de los filósofos modernos. Que así mismo es el que menos sustancia narrativa y novelesca parece presentar en su monótona vida.

Y aquí los datos son inequívocos: jamás se movió de su ciudad natal, que era además una ciudad importante, pero provinciana, situada en el linde mismo del mundo occidental y germánico, Künigsberg. Fue soltero y célibe toda su vida. Casi su única ocupación laboral, durante sesenta años, fue la docencia universitaria, de la que dependía su subsistencia. Procedía de una familia de guarnicioneros que vivían todavía en un régimen artesanal de gremios y cofradías; unos padres afables, cultos, que Kant siempre recordó con sumo cariño. Una escolarización con disciplina algo sórdida. Una carrera universitaria en la que Kant descubre las lenguas antiguas, especialmente el latín. Hasta aquí un cuadro falto de la más elemental sustancia narrativa interesante.

Con estas premisas el autor de este importante texto biográfico emprende una tarea hercúlea, como es la de romper el tópico de esa vida al parecer mecanizada, salpicada de anécdotas deprimentes: como la que cuenta que cada vez que salía Kant de su casa todos sus conciudadanos ajustaban sus relojes. Muchos desconfiábamos de esa caricaturizada vida. No acabábamos de comprender cómo un filósofo que demuestra una vitalidad, una fuerza y un apasionamiento en sus obras de creación filosófica capaz de revolucionar del modo más sorprendente e innovador la filosofía teórica en su Crítica de la razón pura, la filosofía moral en su Fundamentación de la metafísica de las costumbres, o nuestros juicios estéticos (y teleológicos) en la Crítica de la capacidad de juzgar, tuviera como único sustento una gran vida interior, pero una vida externa tán raquítica.

El autor de esta biografía rebate estas apreciaciones al observar que todas ellas proceden de las mismas fuentes: las que, tras la muerte de Kant, constituyeron sus primeras biografías. Se trata de tres biografías escritas a partir del conocimiento del último Kant, el Kant que envejecía a marchas forzadas tras el esfuerzo ingente de sus diez años de gran intensidad creadora, y que muere a los ochenta años.

La gloria de este filósofo se cimienta en la producción de diez años memorables: la década que transcurre entre la redacción definitiva de la primera crítica y la redacción de la tercera y última. Esa explosión de creatividad coincide con grandes eventos mundiales: Revolución americana y francesa. Esas biografías tenían ante sí un personaje que mostraba signos de exageración de tendencias que en tiempos más juveniles no eran preponderantes: la estricta reglamentación de la vida, la dieta alimenticia propia de cierta tendencia a la hipocondría. Esas biografías son las responsables de una biografía oficial nunca discutida.

Esta biografía de Kuehn intenta, en cambio, asomarse a un Kant inédito, desconocido, sorprendente. Un Kant que hace tiempo muchos sospechábamos, pues esa "traición a la alegría" que Max Scheller descubría en el rigorismo de su ética no era, en realidad, otra cosa que un malentendido. Esa ética, si se conoce a fondo, muestra un paisaje mucho más estimulante. Constituye el mejor alegato intelectual que se ha hecho de un concepto plenamente esclarecido de libertad. Libertad entendida como responsabilidad, con sus implicaciones de autodeterminación y autonomía. Nociones que literalmente no existirían si este gran filósofos no las hubiese acuñado, argumentado y expuesto.

Kant vivió años y años en su provinciana ciudad, derivando todos los goces y beneficios vitales e intelectuales que podía depararle. Kant aparece en esta biografía como un personaje mundano, social, querido por círculos artistocráticos, que siembra admiración y estima por su apasionado modo de conversar, por su verbo encendido y elocuente, y que conquista mentes y corazones masculinos y femeninos. Un Kant siempre célibe y soltero, pero mucho más abierto a los encuentros sociales de lo que ciertas biografías, o la falta de ellas, permiten suponer.

Y sobre todo un Kant que, en buena lógica de la religiosidad pietista que impregnó su formación, creyó siempre que el carácter puede crearse y construirse a través de ajustadas máximas, o que es posible una suerte de conversión, o de epistrofé, que hiciese posible un verdadero renacimiento (en la línea de la conversación de Jesús con Nicodemus en el Evangelio de Juan.) O que podía producirse una palimgenesia, como la que experimentó a los cuarenta años, cuando tuvo el barrunto primero de toda la magnitud de las ideas, todavía en estado magmático, que atesoraba.

él fue el primer sorprendido por su estallido de creatividad, sobre todo en la crucial década en que comienza la gestación de su proyecto crítico (a partir de sus "años de silencio", 1770-1780.) Sus amigos dudaban si acabaría siendo el gran genio que sus dotes intelectuales hacían presagiar, o una suerte de perpetua promesa que no terminaría de encontrar su fuente de creatividad. De hecho el carácter tardío de su obra pudo hacerle sospechar a él mismo, y a su propio medio, que el estallido creador se hacía esperar demasiado. Y que por tanto no pasaría de ser un excelente profesor provinciano, con unas pocas obras de interés estrictamente académico, no excesivamente originales.

Pocas veces se ha producido un fenómeno biográfico semejante; tan apasionante. Quizás sean escasas las aventuras externas que pueden adjudicársele. Pero consumó una aventura de riesgo que le condujo a presentir su creatividad a los cuarenta años, construyendo su vida como si se tratase de una obra de arte. A ello se unió el encuentro con el amigo del alma, o el buen daimon, que desde entonces fue su gran interlocutor. Ese amigo querido no era un filósofo; era un comerciante inglés llamado Green que, sin embargo, era la persona más culta que pudiera imaginarse, al tanto de todo lo que se escribía sobre filosofía en Gran Bretaña y en la agitada Francia de la época.

La biografía de Kant nos aparece ahora, gracias a este excelente trabajo, como el relato de una grandísima pasión; quizás una de las más valiosas de todas las pasiones; la pasión por conocer.


Kant, 1724-1804
1724. Nace el 22 de abril en Künigsberg, cuarto hijo del guarnicionero Johann Georg-Kant y de Anna Regina Reuter.
1732-1740. Frecuenta el colegio pietista Fridericianum, que leinfluirá decisivamente. Se dedica al estudio de los autores clásicos.
1738. Muerte de su madre.
1740-1746. Estudia Filosofía, Matemáticas y Ciencias Naturales en la Universidad de Künigsberg. Conoce a Martin Knutzen, que le descubre la física de Newton. Da clases particulares.
1746. Muere su padre. Publica Pensamientos sobre la verdadera evaluación de las fuerzas vivas.
1775. Comienza a enseñar en la Universidad de Künigsberg Filosofía, Ciencias Naturales, Geografía Física, Antropología, Matemáticas, y Teología.
1756. Monadología physica
1764. Rechaza la cátedra de Poesía.
1765. Consigue un puesto fijo en la Biblioteca Real del castillo de Künigsberg.
1766. Sueños de un visionario (Swedenborg).
1770. Comienza el llamado "período crítico". Ingresa como profesor ordinario de Lógica y Metafísica en la Universidad de Künigsberg.
1781. Crítica de la razón pura.
1784. Respuesta a la pregunta: ¿qué es la ilustración?
1785. Fundamentos de la metafísica de las costumbres.
1786. Elegido rector de la Universidad, publica Primeros fundamentos metafísicos de la ciencia de la naturaleza.
1788. Crítica de la razón práctica.
1790. Crítica del juicio.
1793. La religión dentro de los límites de la mera razón.
1794. Sufre un conflicto con la censura prusiana y ve reducida su actividad docente.
1795. Publica La paz perpetua y La metafisica de las costumbres. Se jubila de la enseñanza.
1800. Sus discípulos comienzan a recopilar escritos y lecciones no publicadas. Ve cada vez más disminuidas sus capacidades físicas.
1804. Muere el 12 de febrero.


Kant y los otros
La ciencia físico-matemática de Newton está basada en la experiencia y formula leyes matemáticas con valor universal y necesario que sólo la razón puede justificar, características necesarias para la ciencia según Kant, cuya crítica tiene su fundamento básico en esta idea.

Fray Benito Jerónimo Feijoo es el pensador español más importante contemporáneo de Kant. Feijoo, enciclopedista ilustrado, defensor de la razón natural independiente de la fe cristiana, opinaba que la Física era la única ciencia útil.

Fichte se proclamaba a sí mismo heredero de Kant, y lo consideraba fundador de su escuela filosófica. Kant sin embargo se refería a él usando términos como "pérfido", "fraudulento", y decía que era mejor desconfiar "de los amigos que planean nuestra ruina".