Image: Cuentos pendientes

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Letras

Cuentos pendientes

Manuel Hidalgo

29 enero, 2004 01:00

Manuel Hidalgo. Foto: Mercedes Rodríguez

Páginas de Espuma. Madrid, 2003. 109 páginas, 11 euros

Por encima de los datos sobre la obra de Manuel Hidalgo , y más allá de su intensa entrega a la creación periodística, cinematográfica y literaria (cinco novelas, hasta la fecha), está otro orden de consideraciones.

Está echar cuentas, por ejemplo, sobre el tejido de su personalidad creadora, alimentada en su vínculo con tres fuentes esenciales para su perfil de escritor: periodismo, cine y literatura. Está una poética sustentada sobre la elocuencia aprendida en esos dos discursos: el fílmico y el literario. Puestos a hablar de ellos, es difícil rendir cuentas; no lo es, en cambio, resaltar que su pasión fílmica se materializa en la propia concepción y desarrollo de sus textos literarios. En la economía expresiva, en la construcción argumental, en el ritmo, la velocidad, "la rigurosa criba y la esencialización de todos sus elementos", que decía Artaud describiendo las exigencias del cine. Exigencias imprescindibles también a la hora de abordar el cuento.

Por eso ha querido saldar una deuda pendiente: publicar este volumen de 13 cuentos, 7 de ellos reconocibles a pesar de estar revisados, el resto inéditos. Un libro que se lee con agrado y que aporta nuevos datos sobre sus habilidades expresivas. Son dispares y desiguales, eso sí. Pero hay una impronta común a todos, el primer plano de su imaginario hecho de realidad y realidades comunes, sus confesadas obsesiones: muerte, sexo, mujeres... Aunque lo mejor no está ahí.

Está en la admirable capacidad para captar muchas veces el gesto que habla de la rutina humana, de su locura, de su miseria y su grandeza. Lean, si no, "Todo en orden", "La discusión", "Muchas ocasiones". En el añadido de absurdo que contienen tramas como la de "Un cuento de Navidad". En la perspectiva humorística con la que persigue y relata, desde un punto fijo, a base de planos largos, las situaciones que viven los diferentes personajes de un "Vecindario".

Y por encima de todo, de todos, el último cuento: "El portero". ¡Una delicia! Que no defraudará ni siquiera a quienes tengan el gratísimo recuerdo de la versión que de él hizo Gonzalo Suárez (en 2000) para el cine. Porque aquí se impone la realidad de las palabras tirando de la memoria y de la invención para ofrecer la belleza de una historia que contiene la justa dosis de ternura, humor e ingenio. ¿Por qué esperar al final para leerlo? Basta este título para considerar cubierta esa deuda que el autor sentía pendiente con el cuento.