Estampas del despliegue de las tropas argentinas en las islas Malvinas, entre abril y junio de 1982.

Estampas del despliegue de las tropas argentinas en las islas Malvinas, entre abril y junio de 1982.

Historia

Las penurias de los críos que la dictadura argentina envió a las Malvinas: "¡Vení, 'Tacher', la concha bien de tu madre!"

Eduardo Sacheri narra en 'Qué quedará de nosotros' el inútil despliegue de los soldados argentinos en la guerra de 1982 contra el Reino Unido.

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En el avión en el que iban a volar los jugadores albicelestes hacia el Mundial 82, se coló un emisario milico para aleccionarles sobre lo que debían decir y lo que no de la guerra de las Malvinas cuando llegaran a España. La propaganda de la Junta Militar que había tomado el poder mediante un golpe de Estado en 1976 tenía engañada a la población argentina: les habían hecho creer que del encontronazo con los ingleses pronto saldrían victoriosos. Maradona, Valdano y el ‘Flaco’ Menotti constataron al poco de aterrizar aquí, tras ver nuestros periódicos y telediarios, que todo era un cuento.

Qué quedará de nosotros

Eduardo Sacheri

Alfaguara, 2025
402 páginas. 20,80 €

La verdad que se les había escamoteado, a ellos y al resto de sus compatriotas, es la que reconstruye con minucioso detallismo Eduardo Sacheri (Castelar, 1967) en Qué quedará de nosotros (Alfaguara). A saber: que los militares que gobernaban el país habían mandado a unos críos –de las quintas del 62 y el 63– insuficientemente armados e instruidos a batallar con una potencia bélica muy superior, que los mandos al cargo de la operación eran en su mayoría una panda de ineptos incapaces de articular una estrategia lógica y sólida ante la amenaza brit, que en realidad el resultado de aquella bravuconada importaba poco porque la intención era, mediante el señuelo del enemigo exterior, avivar el patrioterismo de banderita en el balcón con el que desactivar la creciente contestación social…

La ocupación insular era una simple puesta en escena, una distracción que, sin embargo, pagaron muy cara los veinteañeros movilizados en la flor de sus vidas. Pibes que, cuando despegaron desde Buenos Aires en los Hércules que los transportaban en su panza, aplaudían como turistas infantilizados, al igual que en el aterrizaje en una geografía ignota, la de un archipiélago batido por un viento cortante y empapado por una lluvia implacable.

A principios de abril, cuando se despliegan los primeros centenares de soldados, casi todos creen que su misión consistirá en acreditar con su presencia la argentinidad de las Malvinas (Falklands para los británicos) y en controlar el tráfico, obligando a los kelpers, los locales, a conducir por la derecha en lugar de por la izquierda.

La hostilidad de esos colonos, que empezaron a asentarse desde 1833 en aquel territorio dejado de la mano de Dios (y del hombre), debería haberles hecho sospechar: los miran “como si fueran todos violadores en potencia” o como “una manga de orangutanes analfabetos”. El odio se les transparenta.

En 2026 llegará a España la segunda entrega del díptico de Sacheri sobre las Malvinas, 'Demasiado lejos'

Era muy ingenuo creer que Thatcher iba a dejar correr el menoscabo en su soberanía. Pero los argentinos, enfebrecidos por el nacionalismo, habían comprado el encantamiento de las autoridades.

Las negociaciones diplomáticas que el régimen dictatorial tenía abiertas no dieron fruto alguno, claro. La chavalería inocente, guarecida en agujeros excavados en el suelo (los pozos de zorro), pronto comprobaría que la ‘excursión’ era en realidad el descenso a un infierno gélido.

Sacheri, que a pesar de su exitosa carrera como novelista sigue siendo profesor de Historia en secundaria, divide el libro en dos partes. La primera, más documental, dedicada a los preparativos antes del bautismo de fuego de la tropa inexperta. La segunda, la de la guerra propiamente dicha, cuajada de trepidantes y tensos pasajes de acción, muy cinematográficos.

En uno de ellos, en medio del fragor guerrero, grita un recluta: "¡Vení, Tacher, la concha bien de tu madre!". Ese tramo de la guerra arranca con los bombardeos de los buques británicos, que pronto causarán sacudidas en las madrigueras de los muchachos. Así, temblando la tierra y también sus cuerpos, comprenderán abruptamente que de allí solo van a poder salir de dos maneras: con el orgullo triturado o los pies por delante.

Los protagonistas son tipos anónimos, muy del gusto de Sacheri. A través de su mirada ha querido contar esta historia, orillando a políticos y militares prominentes. El trío medular lo componen unos amigos fraternales que trabaron su complicidad durante la mili: el Negro, el Conejo (ambos trabajan juntos en un taller mecánico del padre del primero) y el universitario Carlos López.

Por encima en la escala jerárquica, resalta el teniente Quintero, una figura protectora, casi paternal con sus subordinados. Él, junto a la solidaridad recíproca de los chicos, es el baluarte moral del relato, el contrapunto a un Estado Mayor con una pléyade de oficiales más interesados en su reputación que en el devenir de las batallas.

El máximo ejemplo de tal catadura es el mayor Camargo, espécimen taimado, capaz de calcular bajo el fuego cómo ha de manejarse en la derrota para que le afecte lo menos posible cuando calle la pólvora. Su abyección es algo monolítica, poco matizada.

Una pega a una narración tejida con el oficio que caracteriza a Sacheri, curtido en literaturizar los traumas de la Argentina moderna. Por ejemplo, en La noche de la Usina (Premio Alfaguara 2016) abordaba los estragos del ‘corralito’ y en La pregunta de tus ojos (que Juan José Campanella transformó en la oscarizada El secreto de tus ojos) reflejaba la podredumbre milica enquistada en la administración de Justicia. A su juicio, faltan ficciones todavía sobre las Malvinas en la literatura argentina, porque es un trauma nuclear, que alarga su sombra hasta el presente. ¿La razón? Acaso la mala conciencia de una sociedad que se dejó seducir por los cantos de guerra.

Para rellenar ese vacío, ese olvido, Sacheri se ha remangado con determinación. El proyecto original de hacer un libro acabó cristalizando en un díptico. Si Qué quedará de nosotros se centra en la experiencia in situ en las islas, Demasiado lejos, que salió en marzo en Argentina y llegará a España en 2026, muestra cómo se vivieron esos dos meses y medio de hibris identitaria en la Argentina ‘continental’, incluyendo la angustia de los familiares ante el desarrollo de la guerra.

Esta acabó fatal, solo un día después –14 de junio– de que Maradona y los suyos cayeran en el debut del Mundial. La tropa escuchó en transistores el partido, ya con la moral resquebrajada, sabedores de que todo estaba perdido. Ni el fútbol, esa religión laica en Argentina, de la que Sacheri, hincha de Independiente, es también feligrés, atenuó la sensación de desastre.