Los camisas negras, en Bolonia, con Mussolini al frente, en plena marcha hacia Roma.

Los camisas negras, en Bolonia, con Mussolini al frente, en plena marcha hacia Roma.

Historia

Así tomó el poder Mussolini: el violento ascenso del fascismo, narrado por un testigo clave

Vuelve 'Marcha sobre Roma y alrededores', el libro que describe el asalto del Duce a las instituciones del Estado italiano cuando se cumplen 80 años de su muerte.

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Italia, 1921. El fascismo crece en las elecciones de mayo, logrando 36 diputados. Aun así no son muchos, pero su voluntad intimidatoria es inquietante. Mussolini aclara que no serán “un grupo parlamentario, sino un pelotón de acción y de ejecución”. En la sesión de apertura de la nueva legislatura expulsan de la Cámara al diputado comunista Misiano.

Allí estaba Emilio Lussu (1890-1975), militar, político y escritor nacido en Cerdeña que había combatido en la Primera Guerra Mundial y que dejaría testimonio de cómo vio “nacer, crecer, consolidarse” el movimiento fascista en Marcha sobre Roma y alrededores, libro que ahora recupera Altamarea.

En el foco de los fascistas estaban los comunistas, los socialistas, los católicos, los demócratas y los liberales. Mussolini habla por primera vez en la Cámara el 21 de junio, en el escaño más escorado a la derecha (“parecía un buitre agazapado sobre un barranco”), y se declara antiparlamentario, antidemocrático, antisocialista.

Marcha sobre Roma y alrededores

Emilo Lussu

Traducción de Carlos Clavería
Altamarea, 2025
224 páginas. 19,90 €

En una compleja coyuntura política, con el Parlamento desacreditado, los fascistas ganan terreno y convocan su congreso nacional en Roma. Mussolini expone las nuevas bases programáticas y cita a Dante y san Francisco de Asís. Allí, en el rincón de un palco, también estaba el antifascista Lussu, que constata que ese congreso “marca el comienzo de la violencia en toda Italia”.

“¡Queremos un dictador!”, gritaban los fascistas. “Y no solo los fascistas. Desde aquel preciso momento, Mussolini se siente Duce y piensa en la marcha sobre Roma”.

Lussu recuerda a los fascistas de Cerdeña: atacan a obreros, hacen mítines, distribuyen su prensa, proclaman su entusiasmo por el rey y la guerra y su odio al bolchevismo. La observación del entorno lleva al autor a concluir que “un demócrata alberga un germen con infinitas posibilidades; con impecable lógica, puede volverse tanto comunista como fascista”. Llega un momento en que los fascistas de la isla empiezan a avergonzarse de la “vida pacífica” que llevaban en comparación con los de otras zonas del país, y el “espíritu de emulación” los empuja a empresas mayores, a organizarse en escuadrones y desfilar con armas cantando himnos ofensivos contra los adversarios. En uno de estos desfiles acaban apaleados, pidiendo socorro y recibiendo la providencial ayuda de… Lussu, que andaba por allí.

En un clima de inestabilidad y confusión, los fascistas crecen a través de la acción violenta. El comité central del partido se reúne en Milán. La pregunta es ya cómo adueñarse del Estado. Mussolini responde que hay dos maneras: legalmente, a través de elecciones, o ilegalmente, mediante una insurrección. La marcha sobre Roma es ya algo más que una idea. Columnas fascistas se dirigen a la capital desde distintos puntos de Italia.

Mussolini pide en el Parlamento plenos poderes. Hay quien cambia de camisa varias veces por semana

Ante la amenaza, el Consejo de Ministros declara el estado de sitio y ordena arrestar a los capos fascistas. Pero el rey se niega a firmar el decreto e invita a Mussolini a formar gobierno. Las columnas recuperan el ánimo y el 31 de octubre Roma se llena de camisas negras.

La calma inunda Italia. El diputado Lussu (por el Partito Sardo d’Azione) asiste a transformaciones ideológicas increíbles y es ingresado en un hospital por un culatazo de fusil en la cabeza. Los antifascistas tienen que luchar ahora contra “la estructura del Estado al completo”. ¿Era posible la pacificación del país después de la marcha? “La pacificación consistía en la sumisión al poder”, responde el escritor.

Mussolini pide en el Parlamento plenos poderes. El fascismo sigue reforzándose y ocupando nuevos espacios en una sociedad cansada y resignada. Hay quien, en función de los acontecimientos, cambia de camisa varias veces por semana.

Lussu vuelve a Cerdeña por Navidad, en un ambiente de vigilancia y guerracivilismo. De camino, es informado de que su casa ha sido saqueada y que los fascistas han puesto una fotografía suya a modo de diana. Le esperan en la estación para matarlo. Se reúne con otros opositores en Nuoro. Concluyen que un movimiento de ataque resulta imposible, así como una defensa organizada a gran escala. No queda más que la resistencia individual.

Lussu se entrevista con el general Gandolfo, nuevo representante del fascismo y del Gobierno en Cerdeña, un hombre que reniega de la violencia y que necesita un fascismo nuevo para combatir el fascismo instaurado. Es el “fascismo de la segunda hora”. Antiguos antifascistas se pasan al bando opuesto. Lussu pierde amigos y presenta en la Cámara dos veces, ambas rechazadas, la dimisión como diputado. La guardia real es disuelta y para sustituirla se crea la Milizia.

En la segunda mitad de 1923, el fascismo detenta el poder casi sin oposición. Vigilados por la policía y los escuadrones fascistas, los antifascistas son expulsados de las administraciones públicas y las organizaciones privadas. Mussolini, que amenaza con otro golpe de Estado, exige la reforma de la ley electoral para que el fascismo disponga de mayoría absoluta. La Cámara lo aprueba.

A principios de 1924 se convocan elecciones generales y Lussu se presenta nuevamente en Cerdeña. Pocos candidatos de la oposición pudieron celebrar mítines, muchos fueron expulsados de sus distritos y no faltaron asesinatos.

En la sesión inaugural de la nueva Cámara, el diputado Giacomo Matteotti (Partido Socialista) denuncia la violencia ejercida durante la campaña y afirma que las elecciones no son válidas. Pocos días después es secuestrado y asesinado. Los diputados de la oposición se declaran en sedición parlamentaria.

Los meses siguientes son vertiginosos y la oposición se rearma, pero el fascismo recuperará pronto el terreno perdido. El Duce se hace omnipotente. Un atentado contra él en Bolonia tiene consecuencias inmediatas: cierre de fronteras, eliminación de partidos políticos y periódicos contrarios, inhabilitación de los diputados de la oposición.

Lussu sufre un ataque en su casa y mata de un disparo a uno de los asaltantes. Pasa por la cárcel y es condenado a cinco años de deportación en Lipari. Tras varios intentos, consigue escapar. Se mueve con pasaporte inglés y contará su experiencia en Marcha sobre Roma y alrededores, un libro que años después definirá como “bastante imperfecto”.