De izquierda a derecha, Daniela Brown, Pere Arquillué, Laura Conejero y Joan Carreras. Foto: Marta Mas

De izquierda a derecha, Daniela Brown, Pere Arquillué, Laura Conejero y Joan Carreras. Foto: Marta Mas

Teatro

¿Sustituirá la IA también a los actores? Gabriel Calderón estrena una sátira sobre el futuro del teatro

El autor nos sorprende en Temporada Alta con AI! La misèria ens farà feliços, donde la perfección de las máquinas se ha hecho con el poder de la interpretación teatral.

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¿Qué pasaría si los robots consiguieran suplantarnos en nuestros puestos de trabajo? ¿Y si todos nosotros fuéramos capaces de reconducir la situación menos los actores? ¿Qué sería de ellos si la IA ocupara el escenario, mientras ellos se dedican a encender y apagar las luces?

Tras el éxito de Historia de un jabalí, Gabriel Calderón (Montevideo, 1982) nos sorprende con la original propuesta distópica de AI! La misèria ens farà feliços, una comedia de corte existencialista que pone el interrogante en el oficio del teatro a partir de la obra de Calderón de la Barca y que podremos ver en el Teatre Lliure desde el 4 de diciembre al 18 de enero, tras su estreno hoy en Temporada Alta.

“Los actores siempre fueron los expertos en suplantar y no pueden ofenderse si ahora les suplantan a ellos”, comparte el director y dramaturgo uruguayo con El Cultural. “Estas personas viven en un mundo donde el teatro es hecho por máquinas básicamente porque la gente ha preferido que sea así. Los robots no tienen que ensayar, no se demoran ni se equivocan, siempre lo hacen bien”.

En realidad, continúa, es una distopía muy cercana. “Cualquiera de nosotros puede sentir la inminencia de ese desplazamiento que ocurre porque la gente poco a poco elige otras cosas. Y aquello que nosotros sentíamos que era el alma de nuestra época, ya fuera compartir un momento, leer o ir a ver una obra de teatro, se va sustituyendo por otro tipo de experiencias”.

Protagonizada por Pere Arquillué, Daniela Brown, Joan Carreras y Laura Conejero en AI! La misèria ens farà feliços se juntan todos los perfiles posibles: un gran actor en lo mejor de su carrera, una actriz convertida en directora porque nadie la tomaba en serio como intérprete, un popular actor de televisión poco respetado en el teatro y una becaria.

"Los actores siempre fueron expertos en suplantar, no pueden ofenderse si les suplantan ahora". Gabriel Calderón

Pero, ¿de qué les sirve su experiencia en esta nueva situación?, se plantea Calderón. “Todos esos personajes son igualados en su condición por la nueva realidad. Es decir, importa entre ellos que uno supiera más o menos, pero todos terminan encendiendo y apagando botones en el mismo cuarto de regidores”.

El improvisado espacio, al que les han relegado los androides, porque ellos no lo necesitan, es un antiguo baño del teatro al que se le ven las costuras.

Diseñado por Laura Clos ‘Closca’, “es un cuarto que comunica por un lado con el público, con la salida de la gente, y por el otro con el escenario. Ahí, ellos son el tránsito del mundo real al mundo ficticio. Y se ve que las paredes o la escalera son falsas para que se sepa todo el tiempo que incluso esto, que es la realidad de estos personajes, no es de verdad”, explica.

Dentro, sobre un hipotético escenario, las máquinas se preparan para su actuación. “Tenía que elegir qué obra hacían los robots mientras los actores esperan. Estuve dudando mucho entre La vida es sueño y El gran teatro del mundo".

"Calderón toma la tradición del teatro para reflexionar sobre su época y esto es lo que hace esta obra que, a partir de la metateatralidad, reflexiona sobre el presente. Y decidí que la obra de los robots fuera El gran teatro del mundo. Mientras, los actores, que solo se saben La vida es sueño, interpretan fragmentos de ella”.

Calderón establece así “un tráfico filosófico entre la vida como sueño o pesadilla y la vida como representación de sí misma”. A su vez, todo eso conlleva una reflexión sobre el teatro. “Nos suplantan porque saben actuar mejor, pero ¿qué quiere decir actuar mejor? ¿Quién sabe actuar y quién no?”, se pregunta el director.