Niño de Elche durante un ensayo de 'Poeta en Nueva York'. Foto: Vanessa Rábade

Niño de Elche durante un ensayo de 'Poeta en Nueva York'. Foto: Vanessa Rábade

Teatro

Federico García Lorca vuelve al teatro entre títeres, bailarines, actores y la garganta de Niño de Elche

Carlos Marquerie, Pedro G. Romero, Elena Córdoba y el cantaor "exflamenco" unen talentos para crear un paisaje sonoro a partir de 'Poeta en Nueva York'.

23 mayo, 2024 01:31

Cuando Federico García Lorca llegó a Nueva York lo hizo sumido en una gran crisis personal, creativa e ideológica. Era 1929, la época del crack del 29 y la Gran Depresión. Junto a las sucesivas crisis económicas, no tardarían en llegar las dictaduras, la II Guerra Mundial y la Guerra Civil española.

“De alguna forma, se crea un vínculo de solidaridad entre su estado emocional, más bien bajo, y aquello que ve reflejado. Entonces, toma todos los temas de opresión de la gran ciudad –el capitalismo, la emancipación homosexual, la revolución del feminismo, la situación de los afroamericanos...– y escribe sobre ellos”, señala Carlos Marquerie (Madrid, 1954) a El Cultural.

Cuenta pendiente para el autor y director escénico, Poeta en Nueva York se le resistía desde que, siendo joven, quiso llevarlo al teatro. “La poesía siempre fue un punto de amarre para mí, pero no supe cómo hacerlo. Con los años, ahora que estoy a punto de cumplir 70, adquirí otra forma de escuchar. Después de volver a oír la música de Enrique Morente y la maravillosa versión de Sílvia Pérez Cruz de El vals vienés, me di cuenta de que todo aquello habitaba el poema”.

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Reacio a hablar de adaptación, Marquerie traslada los poemas de Lorca a escena. “No se teatralizan, intentamos mantener la lectura interior que hacemos de los versos”, dice. Un atractivo espectáculo de marionetas –que podrá verse a partir del 23 de mayo en las Naves del Español–, donde conviven actores, bailarines, títeres y músicos “sin jerarquías”.

También sin historia. “Normalmente se suele representar a través de la conferencia –que el propio Lorca pronunció en 1936–, que tiene una prosa preciosa. Pero aquí hemos optado por escuchar los paisajes que proponían los poemas. Saltarnos esa posible narración e ir a una construcción de cuadros o paneles, yuxtaponiendo materiales sonoros, visuales y textuales con la interpretación y la danza”.

Marquerie, que se formó con el escultor y marionetista Francisco Peralta, vuelve al teatro de títeres después de que en Descendimiento, donde también trabajó con Niño de Elche, ya los empleara.

Las obras las haces con aquello que te sugiere y aquello que deseas en tu trayectoria personal. Yo empecé con las marionetas y las abandoné. Pero en los últimos años han ido apareciendo poco a poco. Aquí me apetecía seguir trabajando de la misma forma. Tenía ese deseo de cerrar ciclos o volver a los orígenes”, reconoce.

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El propio Lorca tenía “ese vínculo entre la tradición de las marionetas –Los títeres de cachiporra–, y el espíritu de las vanguardias, donde de repente el aparato escénico empieza a cobrar forma como parte del propio discurso dramatúrgico. Y ese es un camino más que nosotros hemos abierto”.

Un collage musical

En esta particular aproximación a Poeta en Nueva York, todo está contextualizado por Pedro G. Romero, coautor de la pieza. “Hemos trabajado en paralelo con lecturas o músicas que abren el universo de Lorca. Si yo le hablaba de Poeta en Nueva York, él me decía tienes que leer a T. S. Eliot. Toda la construcción del universo que gira alrededor del poema de El rey de Harlem, por ejemplo, está profundamente relacionada con el renacimiento de Harlem y con el movimiento de liberación afroamericano”.

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Es ahí donde entra en faena Niño de Elche, poniendo música a los versos de Walt Whitman o Langston Hugh. “Fue él el que me propuso no musicalizar la obra de Lorca porque se ha hecho ya mucho y muy bien –cita a Leonard Cohen, Amancio Prada, el propio Morente–, y prefería trabajar con todo el paisaje sonoro que va a envolver la lectura de los poemas”.

Envuelto en “canciones populares, paisajes sonoros extraños y flamenco”, la coreógrafa Elena Córdoba –“esencial junto a la música y la dramaturgia”– ha trabajado tanto con las marionetas como con los actores Manuel Egozkue, Clara Pampyn, Jesús Rubio y Enrique del Castillo para dar forma a este curioso collage que podrá verse hasta el 2 de junio en las Naves del Español.