Emma Suárez y Víctor Valverde en el montaje de 'Tío Vania' que Carlos Alfaro realizó en 2008. Foto: Ros Ribas

Emma Suárez y Víctor Valverde en el montaje de 'Tío Vania' que Carlos Alfaro realizó en 2008. Foto: Ros Ribas

Teatro

'Tío Vania': agosto es un tiempo muy bueno para ahorcarse según Chéjov

La percepción de la atmósfera estival varía en los personajes del dramaturgo ruso. Mientras para unos es "hermosa", otros la ven idónea para quitarse la vida

8 agosto, 2022 01:12

Son las dos de la tarde y la familia protagonista de Tío Vania se reúne en el jardín de su casa bajo la sombra de un viejo tilo, alrededor de una mesa donde toman el té y hasta donde, suponemos, llega la fragancia de las flores y el zumbido de una abeja melífera. La escena es idílica, propia de una jornada de verano, con sus días largos y ociosos, las mujeres van de blanco con ropas ligeras, también los hombres guardan menos la etiqueta; hay una guitarra sobre un banco. Pero Chéjov, en la primera acotación de esta primera escena, escribe algo inquietante: "El tiempo es sombrío".

¿Se refiere al ambiente en el que viven los personajes o a que es un día grisáceo? Tío Vania lleva por subtítulo Escenas de la vida campestre y tiene un primero y segundo acto que se desarrolla en agosto. Durante el primero, en la escena del jardín antes descrita, los habitantes de la hacienda se lamentan de cómo la llegada del matrimonio Serebriakov y Elena Andreevna ha trastocado sus horarios y hábitos.

Por culpa de estos dos urbanitas el mes de agosto es más que nunca un quiebro en sus vidas, un salirse del carril, han roto sus rutinas con comidas a deshoras, borracheras, siestas, paseos, han abandonado el trabajo y en algunos hasta el anhelo del amor ha despertado…

[Marlon Brando en 'Un tranvía llamado deseo': el nacimiento de un mito erótico]

Agosto es un rato de vida artificial al año que se sabe fugaz, pero estos falsos veraneantes vienen a quedarse a vivir en el campo, y no se conforman con alterar la existencia aburrida y sin estímulos de sus familiares, también cuestionan la administración que hacen de la finca e incluso tienen planes que, como dice el médico Astrov, pueden llevarles a la destrucción.

El agosto de la obra no es de melocotón y azúcar. Chéjov escribió la obra en 1896, en su dacha de Mélijovo, pueblecito a 75 kilómetros al sur de Moscú. Bien podría ser que el verano de Tío Vania sea el mismo de Mélijovo: cielos parcialmente soleados durante las mañanas, con tormentas vespertinas y caprichosas que cuando descargan agua son un fastidio si ya se ha hecho la siega y todavía no se ha recogido el heno, y al cesar la naturaleza despide un exultante frescor.

Pero en cuestiones meteorológicas hay una manifiesta falta de acuerdo entre los personajes de este primer acto, cada uno hace una apreciación del tiempo en función de su estado anímico. El médico Astrov comenta que el "aire es sofocante" y el melancólico Vania lo confirma poco después, para ridiculizar a Serebriakov, que va vestido con abrigo, chanclos, paraguas y guantes. En cambio, para la bella Elena "el tiempo hoy está hermoso y no hace ningún calor", observación a la que el cáustico Vania contesta: "Un tiempo muy bueno para ahorcarse".

Chéjov traslada el tercero y cuarto acto a septiembre. El humor de Astrov está más en sintonía con el nuevo clima: "¡El otoño es una estación maravillosa, y su sementera, bastante buena!". Los veraneantes se marchan. "¡A trabajar!", dice Sonia. La vida vuelve a su cauce. "¡Finita la comedia!". 

Tío Vania se puede leer en la editorial Alba, en una edición que la agrupa con La gaviota.