Alfredo Sanzol en el Teatro Valle-Inclán. Foto: Bárbara Sánchez Palomero

Alfredo Sanzol en el Teatro Valle-Inclán. Foto: Bárbara Sánchez Palomero

Teatro

Alfredo Sanzol: "Si perdemos el humor, no sabremos entender ya la realidad"

El director del Centro Dramático Nacional se enfrenta a la pandemia y sus incógnitas apostando por creadores jóvenes españoles y por el humor como purgante de tragedias

27 octubre, 2020 09:05

El Centro Dramático Nacional, como el resto de teatros, avanza hacia terra incognita. Nadie sabe cómo acabará esta temporada pero la incertidumbre no va hacer que sus operarios y los teatreros que acoge dejen de bogar hasta donde sea posible. Alfredo Sanzol (Madrid, 1972) se ha atado al timón del buque insignia de la escena de nuestro país, dispuesto mantener un rumbo que se vio alterado en marzo por la plaga bíblica que nos azota. Por fin, ha podido destapar sus cartas para desarrollar un periplo incierto. Consecuente con los tiempos adversos que corren, ha apostado decididamente en su programación por la dramaturgia y la dirección escénica española joven, tan necesitada de oportunidades. Esta decisión es también un guiño a Gerardo Vera, que lo empleó como ayudante de dirección en el CDN y le permitió debutar en esta institución con Sí, pero no lo soy, ya con galones de autor y regista. Sanzol, además, homenajeará a Vera rematando el Macbeth que tenía en marcha el viejo maestro y que a punto estuvo de truncar su reciente fallecimiento. Y, por si fuera poco, en febrero estrenará El bar que se tragó a todos los españoles, nueva evocación de su padre tras la de La calma mágica. De todo ello nos habla largo y tendido.

Pregunta. ¿Cómo encajó que la primera oleada vírica justo se desencadenara cuando le tocaba estrenarse como gestor escénico, y nada menos que al frente del Centro Dramático Nacional?
Respuesta. Bueno, en mi vida, como en la de todos, hay un antes y un después de marzo. Yo además me contagié muy al principio y al mismo tiempo que estaba enfermo tuve que afrontar el confinamiento, el cierre de los teatros, la necesidad de reinventarnos a toda prisa abriendo nuevas ventanas de exhibición, pensar qué íbamos hacer cuando pudiéramos subirnos de nuevo al escenario… Recuerdo la vorágine y el deseo de todo el equipo de estar preparados de manera inmediata cuando se pudiera abrir, algo que era difícil porque no teníamos plazos como referencia. Todo era incertidumbre.

P. Ha tenido que hacer carambolas estas semanas: lo previsto para la primavera lo ha pasado al arranque de este otoño, lo del otoño al invierno y lo del invierno a la primavera de 2021. Al margen de ese corrimiento de bloques, ¿la temporada que veremos es la que tenía más o menos en mente antes de la interrupción?
R. Para mí lo más importante, lo más llamativo y lo más sorprendente es que la mezcla imprevista de montajes que hemos tenido que hacer ha generado significados nuevos y muy potentes en relación a la actualidad. Ha ocurrido, por ejemplo, con Los días felices o Transformación. Todo se ha integrado de manera natural y lo reconozco como propio. Es otra casualidad que ha terminado siendo una lección.

P. Los temas que vertebran la programación son la vulnerabilidad, la identidad, la soledad, el compromiso… ¿Estos los ha detectado a posteriori o los buscó con plena intención?
R. Se han incorporado al calor de los acontecimientos que de manera tan descarnada y límpida nos están mostrando la tensión entre la vida y la muerte. Es sorprendente lo afinadas que tiene las antenas el arte. No digo que los creadores tengan dotes adivinatorias pero sí ha quedado claro que asuntos que a ellos ya les preocupaban la pandemia los ha puesto sobre la mesa con brutal urgencia.

P. Hay poca comedia. Sorprende porque usted ha utilizado mucho el humor como purgante de tragedias íntimas.
R. Sí, hay poca comedia como género puro. Pero no falta el humor. Ahí están Los días felices, de Pablo Messiez; Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach, de Nao Albet y Marcel Borràs; mi obra El bar que se tragó a todos los españoles… El humor es un puente especial con los espectadores, no lo podemos perder porque ya no seríamos capaces de entender la realidad.

P. ¿Cree que sus padecimientos y vértigos durante el estado de alarma tendrán recorrido dramático?
R. Ya lo tuvieron en parte en el monólogo que escribí para La pira, el proyecto en streaming que lanzamos durante el confinamiento. Pero seguro que van a dar más de sí. Y no sólo por mi parte, sino por la de muchos más autores.

Escucha y empatía

P. ¿Teme que su nueva responsabilidad le limite mucho su tiempo de escritura?
R. Antes de entrar a dirigir en el CDN escribía todos los días cuatro horas. Ahora me he reservado solo dos, pero son absolutamente sagradas. De hecho, El bar… la he escrito ya siendo director del CDN, y creo que ha influido mucho en la obra, para bien.

P. ¿En qué sentido?
R. Es pronto para saberlo pero en mi posición actual debes trabajar mucho la escucha y la empatía, dos requisitos básicos para la escritura.

"Antes de entrar en el cdn escribía cuatro horas. ahora dos, pero son sagradas"

P. Es curioso: usted escribe mucho a impulsos del subconsciente pero a la vez es muy metódico en los tempos que se impone.
R. Sí, ha sido siempre así, desde que era niño y ya tenía uno que afrontar muchas tareas: el instituto, los deportes… Me reservaba una cápsula para encerrarme conmigo mismo, como Roald Dahl cuando se metía en su cabaña.

P. ¿Qué escribía entonces?
R. Prosa, lo del teatro vino después.

Sí, vino después y a Dios gracias, porque Sanzol nos ha regalado algunos de los montajes más sugestivos del teatro español en los últimos años. Como, recordemos, En la luna (2011), su retrato íntimo, inocente y fragmentario de la Transición española. O sus ejercicios de sanación personal de las heridas ocasionadas por la muerte de su padre en La calma mágica (2014) y por la ruptura con su pareja en La respiración (2016). O La ternura (2017), desternillante cóctel de las comedias de Shakespeare aliñado con folclore carpetovetónico. Ahora vuelve a la primera línea con El bar que se tragó a todos los españoles, protagonizada por un párroco que abandona los hábitos y se va a Estados Unidos a estudiar inglés y marketing.

P. ¿De dónde sale este personaje?
R. Mi padre siempre nos decía que tenía que contarnos algo muy, muy importante pero luego nunca nos lo contaba. A través de unos primos supimos que había sido cura y que en los años 60, cuando el Vaticano empezó a dar dispensas de manera más general, dejó el sacerdocio. Su caso no fue algo excepcional, aquello tuvo un impacto generacional amplio. Muchos hombres debieron enfrentarse a la incomprensión por ese motivo en el franquismo. Con esta puesta en escena intento dignificar aquello que tuvo que ser silenciado: la construcción de una segunda vida. Era algo que necesitaba ser sanado. Así que parto de hechos reales y luego, como siempre, ficcionalizo.

P. También ejercerá de autor en el montaje que salga del programa Nuevos dramáticos, “un proyecto en el que niños de ocho a trece años llevarán a cabo una producción teatral de forma integral”.
R. Sí, lo ponemos en marcha esta temporada pero el resultado se mostrará ya la siguiente. En estos meses haremos muchos talleres. Los niños harán de ayudantes de dirección, de escenografía… Luego, la obra resultante será representada por niños, adultos o ambos mezclados, está por ver. También el texto sobre el que se trabaje. Saldrá del día a día de esos talleres.

P. Por otro lado, se ha puesto al frente del Macbeth que estaba armando Gerardo Vera. ¿Cómo surgió lo de reemplazarle?
R. Bueno, como es sabido, yo tuve una relación muy especial con Gerardo. Comencé en el CDN siendo, precisamente, su ayudante y él fue el primero que me encargó un texto y una dirección, que fue la de Sí, pero no lo soy en 2008. Cuando diseñé la primera programación conté con él. Me habló de Macbeth y de forma muy natural me impliqué en esta versión. Vera tenía ya hecho el diseño de la escenografía y el reparto… Estaba muy avanzada. Así que por esos dos motivos creímos que tenía sentido que yo siguiera adelante con ella.

P. Es también una manera de prolongar la conversación con él, ¿no?
R. Sí, claro, y una manera de hacerle el mejor homenaje que podemos. Porque muchos de nosotros empezamos con él, como Alejandro Andújar, que ha diseñado la escenografía, Álvaro Luna, que ha hecho la videocreación, Alberto Granados, que se ocupa de la música, José Luis Collado, en la adaptación, José Luis Arellano, ayudante de dirección…

"gerardo vera impulsó los deseos que no me atrevía a plasmar por temor a no ser comprendido"

P. Vera, como decía, le dio un espaldarazo crucial. ¿Qué importancia diría que ha tenido en su trayectoria?
R. Siempre impulsó aquellos deseos que yo tenía y que no me atrevía a plasmar en la escritura y en la dirección por miedo a que no fuera aceptado o entendido. Confió en mi voz y en mi estilo desde el principio y me animó a enfrentarme a mis propios desafíos. En Sí, pero no lo soy pero también en Días estupendos o La cabeza del bautista. Tuvo un rol de inspirador.

P. Y ahora que llega al CDN usted de algún modo reivindica su legado dando cancha a numerosos dramaturgos y directores jóvenes españoles.
R. Sí, así es. Hacía mucho tiempo, o acaso es la primera vez, que la sociedad española no contaba con un número tan alto de dramaturgas y dramaturgos de tanto nivel. Es un deber del CDN darles la infraestructura necesaria para que puedan encontrarse con el público, porque son ellos los que, con sus historias, acaban dándole forma y sentido al caos de nuestras vidas.

Presupuestos en el alambre

P. Al hilo de esto, ¿intuye que el impacto inevitable en taquilla pueda condicionar el músculo productor del CDN para la próxima temporada?
R. De esto vamos a poder hablar pronto. Todavía no están cerrados los presupuestos, no sabemos todavía nada. Estamos muy expectantes, a ver…

P. ¿Cómo fue la sensación de ver al público de vuelta en el María Guerrero y el Valle-Inclán?
R. Recuerdo muy bien que me di cuenta de lo poco consciente que era de la importancia que tiene para mí ser espectador de teatro cuando me senté en la butaca. Lo fundamental que es en mi vida estar junto a otras personas compartiendo esa experiencia, ese ritual.

P. El CDN, como todos los teatros, avanza hacia lo desconocido. ¿Qué espera de esta temporada?
R. Pues el deseo más intenso es que la vivamos en plenitud. Y por eso no quiero terminar sin decir que todos los que trabajamos en el CDN estamos obsesionados con que los espectadores se sientan seguros en nuestros teatros. Es nuestra prioridad.

@alberojeda77