Image: Bulgákov, pasión y resistencia

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Teatro

Bulgákov, pasión y resistencia

6 mayo, 2016 02:00

Padilla presenta en España La isla púrpura. Foto: Pedo Gato

Mijaíl Bulgákov (Kiev, 1891-Moscú, 1940) hizo de su biografía y su teatro una barricada física y psicológica. El autor de El maestro y Margarita fue silenciado por Stalin y enmudecido por un régimen que le borró del parnaso de las letras rusas. Juan Mayorga percibió las posibilidades escénicas de su atormentada peripecia existencial en Cartas de amor a Stalin, montaje que se estrenó, de la mano de Guillermo Heras y Pérez de la Fuente, en el CDN en 1999, y que ha servido de referencia ahora al dramaturgo José Padilla (Tenerife, 1976) para adaptar y dirigir La isla púrpura, que llega el viernes, 13, al Teatro Central de Sevilla tras pasar por LaZonaKubik de Madrid, el Teatro Valdés de Avilés y el Guimerá de Tenerife.

Bulgákov montó sobre este texto un artefacto escénico con distintos niveles de realidad -a imitación de las muñecas rusas o matrioskas- para denunciar las normas de la sociedad de la época y los comportamientos de los ciudadanos de la Rusia estalinista. "También los de cualquiera de nosotros en estos días, en la España de hoy -puntualiza el director a El Cultural-. Es una obra felizmente incómoda y muy divertida".

Padilla, del que aún puede verse en los Teatros del Canal su adaptación de los Trabajos de amor perdidos, de Shakespeare, considera que lo que propone Bulgákov es un juego en el que el espectador ha de estar siempre activo, planteándose preguntas constantemente, una actitud, a su juicio, fundamental para que se produzca el hecho teatral: "Me topé con esta obra hace 20 años. Casi al azar, cuando empezaba a hacer teatro. Fue en una edición de Círculo de Lectores en la que se incluía la novela corta Corazón de perro. Me llamó la atención la libertad con la que el autor ruso escribía y la forma con la que construía imágenes, algo paradójico teniendo en cuenta su coyuntura. Todo ello hizo que mi imaginación explotara. En su irreverencia encontraba un motor que me hacía querer montarla con todas mis fuerzas". La isla púrpura cuenta la historia de un director de teatro de Moscú que realiza una función precipitada para un censor del régimen escrita por un autor contemporáneo llamado Dymogatski, que firma como Julio Verne. En la ficción será también La isla púrpura, una fábula folletinesca con árabes blancos, nativos rojos, colonialistas ingleses y reyes corruptos capaces de vender a su pueblo por un puñado de perlas. Las dobles lecturas con los rusos blancos, con los adeptos al régimen zarista y el proletariado se hace inevitable y, por momentos, más que explícita.

La isla púrpura se estrenó en diciembre de 1928 en el Teatro del Arte de Moscú. Sólo se mantuvo en cartel tres meses. El siniestro Comité Superior de Repertorios mandó a mejor vida la sátira de Bulgákov, que pasó a partir de ese momento al ostracismo más absoluto. "Hay que ser un héroe para callar sin esperanza de que te dejen abrir la boca en el futuro, pero yo no soy un héroe", llegó a sentenciar el autor.

@ecolote