Image: La risa de la Zaranda

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Teatro

La risa de la Zaranda

El grupo lleva al Español su propia visión del ser humano

15 noviembre, 2007 01:00

Enrique Bustos, Paco Sánchez y Gaspar Campuzano, en la obra. Foto: Olivier Harrassowski

El próximo jueves, La Zaranda vuelve al Teatro Español de Madrid con su último espectáculo, Los que ríen los últimos. Partiendo de una anécdota protagonizada por tres artistas de "mala muerte, abatidos y cansados", el Teatro Inestable de Andalucía la Baja presenta un montaje poético que aboga por la risa de los que aún sienten la nostalgia del paraíso, frente a la carcajada desdentada del tiempo.

El teatro de culto no cuenta con muchos ejemplares en España. A pocos faranduleros se les puede incluir en esta categoría, difícil de entender para los no iniciados en una adoración que requiere mucha fe y no demasiadas gratificaciones. Pero si hay algún grupo que pertenece a ese mundo, pariente incluso con el malditismo o lo que fue la vanguardia y a pesar de ellos mismos, es La Zaranda.

El Teatro Inestable de Andalucía La Baja se dio a conocer hace cerca de 30 años con Los tinglados de María Castaña. Más tarde consolidó su presencia internacional con Vinagre de Jerez, brilló en Nueva York con el diálogo entre la conciencia y la muerte de Obra Póstuma para barrer ya en este siglo versos inútiles con Homenaje a los malditos. Y ahora trae a Madrid su particular aproximación a los vertederos más poéticos del ser humano con Los que ríen los últimos, de Eusebio Calonge. La obra, cuyo periplo vital ha pasado por Francia, Guatemala y El Salvador, estará desde el próximo jueves en el Teatro Español de Madrid.

Como en cada uno de sus once trabajos anteriores, hay una anécdota metafórica con la que parir un mundo idílico que sólo toma forma sobre el escenario. "En esta ocasión, la anécdota son tres personajes que comienzan un viaje hacia la esperanza o hacia no se sabe muy bien dónde", adelanta Paco Sánchez, director de la compañía. En ese magma se hallan unos payasos de mala muerte, marcados por la necesidad y el abatimiento, que caminan en dirección al "circo eterno", escondiendo sus destinos tras un remedo de maquillaje sin perder la ilusión. De nuevo la memoria, los sueños y la muerte están latentes.

Pero, ¿sirve para algo el sacrificio de estos aspirantes? "Para que no cambien su camino hacia lo imposible, sometan sus vidas, acallen sus risas. La risa de los que mantienen la esperanza y de los que aún sienten la nostalgia del paraíso, frente a la carcajada desdentada del tiempo".

Reacio a explicar sus trabajos, "no sólo porque no se puede, sino porque lo estropearía todo... La vida es como el teatro, no se puede explicar", Paco apuesta en Los que ríen los últimos por un espectáculo de imágenes, símbolos y sensaciones, que en su idiosincrasia apelen a la razón. "Ante todo, queremos pegarle un pellizco al público y que esa emoción se torne pensamiento", comenta el director jerezano, para el que el teatro es "la búsqueda de saber qué somos".

Teatro para ser más libres. "Hacemos el teatro que somos -añade Paco Sánchez-. Eso nos lleva a dejar que se exprese el misterio de la existencia. Y desde nuestro silencio, ir al silencio comunicativo del espectador para que nos haga pensar y seamos más libres". Después de su paso por el Español, Los que ríen los últimos viajará por algunos festivales internacionales hasta llegar a Buenos Aires, donde precisamente surgió la idea y donde la obra pondrá su punto y final a una larga gira muy enriquecedora.

"Artísticamente, uno se alimenta de todo lo que ve y lee, pero también de todo lo que vive, de todo lo que se encuentra por el camino... De ahí, que nunca hagamos teatro de repertorio. Cada trabajo es una criatura terriblemente viva que, cuando va a morir, da paso a otra nueva, que necesita crecer. Es la resurrección".
A punto de cumplir treinta años de aquel "misterio, milagro o ceremonia sagrada iniciales", La Zaranda pervive aún con el sobrenombre de "Teatro inestable de Andalucía la baja". "Y seguirá siendo así", apunta Sánchez. "Porque siempre será inestable, como la vida y el arte..."

Andaluces de nacimiento, "que no de profesión", Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Enrique Bustos huyen de los tópicos de su tierra. ¿Por qué? "Porque nuestro teatro es universal. Trabajamos para lo eterno... ". Asimismo, huyen de la falsa vanguardia. "Pese a lo que muchos creen, nuestros espectáculos tienen planteamiento, nudo y desenlace. Y nosotros bebemos de los clásicos", concluye Paco.