Una escena del 'El monstruo de los jardines'. Foto: Sergio Parra

Una escena del 'El monstruo de los jardines'. Foto: Sergio Parra

Teatro

'El monstruo de los jardines' de Calderón o cómo Aquiles se volvió Segismundo

Por primera vez, la Compañía Nacional de Teatro Clásico interpreta esta obra del Siglo de Oro español. Una aproximación al mito del héroe griego dirigida por Iñaki Rikarte.

5 abril, 2024 02:21

Menos conocida hoy que muchas de las obras de Calderón de la Barca, –de hecho, es la primera vez que la CNTC la representa–, cuando en el verano de 1661 se estrenó en Madrid El monstruo de los jardines el éxito fue inmediato.

Escrita en la última etapa del dramaturgo, y dirigida a un público cortesano, formaba parte de su serie de comedias mitológicas, que hundían sus raíces en la cultura grecolatina y buscaban el entretenimiento de los reyes.

“Calderón estuvo muy interesado en esta nueva deriva del arte escénico, trabajando codo con codo con los ingenieros, actores, pintores y músicos que participaban en las representaciones. En ellas, el autor fue capaz de combinar de manera asombrosa un espíritu lúdico con algunas de sus inquietudes filosóficas”, cuenta a El Cultural, Iñaki Rikarte (Vitoria,1981), director de esta nueva versión de El monstruo de los jardines.

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Inspirado en el episodio de Aquiles en Sciros, que fue escondido por su madre, disfrazado de mujer para burlar la profecía de su muerte en Troya, Calderón convierte aquí al héroe griego en un nuevo Segismundo.

“Es un adolescente que sale de la cueva en la que lo han recluido 15 años. Nunca ha visto el cielo, ni el mar, ni las flores. Tampoco sabe qué son las mujeres. Es un ser sin educación social ni emocional que acaba convertido en carne de cañón para el sistema. Además, el Aquiles de la mitología es muy temperamental, algo que Calderón lleva al extremo”.

La Compañía Nacional de Teatro Clásico en un momento de 'El monstruo de los jardines'. Foto: Sergio Parra

La Compañía Nacional de Teatro Clásico en un momento de 'El monstruo de los jardines'. Foto: Sergio Parra

En esa salida al mundo que representa el mito del buen salvaje, “un ser de aspecto monstruoso, pero que es atraído por la belleza”, el héroe descubrirá la hermosura del mundo, pero también su lado menos amable. 

Un viaje iniciático que le llevará a convertirse en salvador de la patria. Aunque, “durante la mayor parte de la pieza, es un ser absolutamente dopado por el amor y secuestrado por los celos incapaz de tomar una decisión”.

“En nuestra versión hemos sustituido  ‘hado’ por ‘estado’. ¿Es posible luchar contra el sistema?”. Iñaki Rikarte

Este particular Segismundo, interpretado por Pascual Laborda, se moverá por una escenografía móvil y circular –diseñada por Mónica Boromello– que representa “la rueda de la Fortuna ya que se cuenta la lucha de una madre contra el destino de su hijo. Esta rueda circular dota al espectáculo de gran dinamismo y acaba arrastrando al protagonista en el intento de huir de su propio sino”.

De fondo, subyacen temas tan actuales como el de la lucha entre realidad y apariencia en un mundo en el que cada vez tenemos “más problemas para distinguir lo real de lo manipulado”, apunta Rikarte. Pero también “la identidad y esa idea de parecer para poder ser” que vemos a diario en las redes sociales. O el asunto del libre albedrío.

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¿Es posible luchar contra el destino?, se cuestiona la obra. “En nuestra versión hemos sustituido la palabra ‘hado’ por ‘Estado’, de manera que la pregunta sería: ¿Es posible luchar contra el sistema? Muchos se estarán preguntando esto en Rusia".

La idea del mundo como teatro, la lucha de la mujer por liberarse de un sistema patriarcal, el citado libre albedrío… "Todos los temas que plantea Calderón resuenan hoy con mucha fuerza”. Más de 300 años después, el eco del dramaturgo barroco aún retumba entre nosotros.