Teatro

Will Keen

“El teatro es un recinto sagrado”

28 diciembre, 2006 01:00

Will Keen

Es la cara principal de The Changeling. Su trabajo con el clásico le ha proporcionado una proyección en España que no esperaba y que le llevará a protagonizar Cuento de Invierno, el próximo trabajo de Magöi Mira. Comprometido con los clásicos, considera que el teatro tiene que "contar, bendecir y convocar".

Will Keen interpretó al monstruoso protagonista de The changeling, el drama jacobino de Thomas Middleton y William Rowles que la compañía Ckeek by Jowl, dirigida por Declan Donellan y Nich Ormerod, representó en España el verano pasado. El actor inglés ensaya ahora Cuento de invierno que, con dirección de Magöi Mira, estrenará el 17 de enero en el Teatro Albéniz de Madrid.

- En Almagro, Barcelona y Madrid obtuvieron un gran éxito con la obra y, ahora El Cultural ha elegido The changeling el mejor montaje del año, ¿esperaba este resultado?
-No, nunca esperas nada, porque el primer día no sabes cómo va a salir. La buena respuesta en Londres, donde el público es más frío que en España, y París nos animó. Pero lo de España ha sido increíble, con un público receptivo, generoso, que nos permitió disfrutar de su calor. Estamos orgullosos de nuestro trabajo.

-¿Cuáles son las claves de ese éxito?
-Declan hacen una creación coral en la que pide buscar simplemente la verdad. Lo que hace interesante el teatro es la colaboración y que cada uno sepa cuál es su trabajo y su responsabilidad. Como actor intento pensar sólo lo que hace verdadero mi personaje en cada momento. Actuar es una estupidez elegida que requiere dar pasos muy lentos. Si dejas volar la imaginación, si buscas el resultado en vez de buscar el proceso, te pierdes.

El centro del personaje
-Hasta llegar a una comunión con sus compañeros...
-Sí. El primer día llegas con la mente en blanco y te encuentras con que lo habitual es que no haya algo. Así, puedes aportar cosas porque la obra se forma con los personajes, con el actor, que es el centro del personaje. Las primeras dos semanas buscas el cómo, el lenguaje apropiado para la obra con ejercicios, improvisaciones que tienen que ver con texto y verso, dejando de lado las ideas exteriores, pues todo tiene que venir de dentro. Esto implica mucha valentía y confianza por parte de Declan, porque las decisiones no se toman hasta que lo hace todo el equipo, y decir que no a los actores, que sigan sentados, que todavía no se monta porque no hemos descubierto. Es un gozo trabajar así, te sientes responsable. Declan dice que él es un entrenador, más que un director.

-¿Cuál fue la idea de partida?
-Trabajamos la idea de la locura, buscamos si allí podía desarrollarse toda la obra. Luego llegó la del matrimonio, la preparación de la boda, el tsunami que se te echa encima. Además añadimos cosas abstractas, algunos movimientos con la idea de que todo vale, de que es mejor equivocarse, porque así se aprende. Aunque lo más difícil fue encontrar el lenguaje, que nos costó dos semanas, para ver cómo te apoyas en el ritmo y hablar todos el mismo idioma.

-¿Y para interpretar a De Flores?
-La primera fue que es un servidor que se ha ganado el respeto de todo el castillo, porque es supereficaz, muy amable y nos ayuda a todos. Es encantador, pero tiene el problema de que es feo, por lo que todos tratan de manera paternal al pobrecito. Pero de eso los demás no hablan, excepto Beatrice. Su fealdad está en la cara, tiene un problema de estrés, psicosomático, que le lleva al narcisismo, pues se pasa el día mirándose en el espejo. Ella también se mira, así que los dos han creado una especie de mito, de percepción frente a la realidad que les hace buscar ese tipo de morbo de ser feo y malo.

-El montaje "huele" a Peter Brook...
-Espero y creo que sí. Declan le considera el gran maestro. Como Brook, siempre quiere buscar la verdad en un sitio vacío. Por eso busca quitar los muebles de la escena, tener la materia mínima para que sea más resonante. El teatro es un recinto sagrado. Hay que consagrar el sitio al empezar para contar, bendecir y convocar.

Respeto al verso
-Fuera de Inglaterra se ve el teatro de allí con admiración, se considera que hay una escuela inglesa para enfrentarse a los clásicos, ¿cómo es?
-Tenemos mucho gusto y respeto por el teatro del Siglo de Oro. La clave y el centro de todo es el pentámetro. Después viene lo demás, la necesidad de buscar la verdad y la precisión del verso. Luego ocurre como en cada país, que hay directores con diferentes líneas de actuación. Pero, para nosotros, todo viene del verso.

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