Image: Collage Vallejo

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Teatro

Collage Vallejo

José Pedro Carrión estrena en Madrid "Katacumbia"

6 mayo, 2004 02:00

Carrion, en el centro, acompañado de T. Berganza y V. Berlín. Foto: A. De Benito

José Pedro Carrión estrena el 6 de mayo en la sala madrileña Tribueñe Katacumbia, un proyecto muy personal que ha llevado a cabo con el dramaturgo Alfonso Vallejo. Se trata de un collage escénico que intenta mostrar la variedad estilística de la obra del autor y reflexionar en torno al valor social que tiene el teatro en nuestros días.

El interés del actor José Pedro Carrión por la obra de Alfonso Vallejo (Santander, 1943) viene de hace 25 años; es un autor que defiende con vehemencia: "asalta mi mente con un pensamiento potente y personal, es osado e independiente, indaga en lo más tremendo del ser humano. Busca en diferentes estilos y formas. Yo le llamo ‘gramaturgo’ porque inventa su propia gramática para contar historias sobre un escenario. Es un colaborador generoso e insaciable, un médico poeta que purga con las palabras. Escribe para los actores. Nos conoce". Por todo eso, además de por ser un autor con una extensísima obra casi desconocida en nuestro país, Carrión, que es también profesor del laboratorio de actores William Layton, se propuso trabajar sobre sus textos en compañía de sus alumnos. Ya había montado del autor Monólogo para seis voces sin sonido y Cangrejos de Pared, además de un recital de sus poemas (Vallejo, además de neurólogo y profesor es poeta y pintor). Ahora presenta esta Katacumbia protagonizada por él mismo y otros cuatro actores (Teresa Berganza, Antonio Gómez, Viri Berlín y Jesús Alonso) e inspirada en escenas de siete de sus obras en las que se abordan temas de actualidad como la guerra, el terrorismo, la droga, la familia, la violencia en el matrimonio, la conciencia y el teatro mismo. "La obra la llamo teatro-collage porque, al igual que en pintura, he tejido algunas escenas de obras mías (Espacio interior, El cero transparente, A tumba abierta, ácido sulfúrico, Orquídeas y panteras, Panic y Eclipse) que a Carrión le interesaban para componer una obra totalmente nueva. Y ha sido así porque José Pedro quería mostrar un mosaico de los diferentes estilos de mis textos dramáticos". Teatro collage que ha necesitado de múltiples ajustes y reescrituras en las que el autor ha trabajado casi a pie de escenario para abordar las necesidades de los actores.

Continuando con el símil de la pintura, Vallejo cree que el estilo de su teatro se inscribiría en el practicado por los fauvistas, de colores vivos y nada naturalistas: "El teatro que me interesa consiste en una reelaboración de la realidad, en su reinvención escénica. De ahí la diversidad de estilos y lenguajes. De ahí su carácter poliédrico, heterogéneo y policromático. El lenguaje cambia según el ritmo, el carácter y la intensidad de la acción. También su descodificación. Una síntesis permanente de géneros. ¿Poesía? No, sólo teatro, como yo lo veo". Y añade que si escribe teatro es para que los intérpretes disfruten y se luzcan.

Katacumbia se articula en torno a un personaje central, Rex Leone Pototi (Carrión), un actor que ha sufrido traumatismo muy grave durante la representación de una obra. Una bola de acero del contrapeso se ha desprendido y el actor ha sido empujado por una trampilla abierta hasta dar en el contrafoso. Es un accidente que el propio Carrión sufrió en sus carnes pues, según cuenta, "a Chema Muñoz y a mi nos cayó desde el telar un bola negra de acero del contrapeso a unos centímetros porque la cuerda era tan vieja que estaba podrida. El teatro te mata y te da la vida". El personaje es internado en la Unidad de Cuidados Intensivos de un país indeterminado (Katacumbia), pero tiene momentos de lucidez en los que es sometido a un interrogatorio. A partir de ahí "la obra se desarrolla como un proceso al sentido que tiene el teatro en nuestra época, a su necesidad crítica y a sus sistemas de supervivencia", añade el autor.

Prueba con los hombres. Ya en este terrerno habla Vallejo del teatro "como del único modelo experimental que tenemos para hacer pruebas con los hombres". Y siendo así su peculiar naturaleza ¿cómo es posible que interese tan poco el teatro que hoy se escribe, que apenas se estrene?. El autor apunta un remedio: "La autoría actual sólo necesita que alguien se ocupe de ella como tiene que ocuparse, con un proyecto coherente y medios suficientes. Nada más y nada menos. La colaboración de Irina Kouberkaia y la sala Tribueñe que dirige son un buen ejemplo de cómo pueden hacerse las cosas". Una sala abierta recientemente, en la calle Sancho Dávila 33 del barrio madrileño de Ventas, y que aspira a ser un lugar donde acoger teatro de interés.