Image: Vuelve el Gala más alborotado

Image: Vuelve el Gala más alborotado

Teatro

Vuelve el Gala más alborotado

Concha Velasco y Nati Mistral estrenan en Santander Inés desabrochada

17 julio, 2003 02:00

Concha Velasco conoció a Nati Mistral cuando la sustituyó en "Ven y ven al Eslava", en 1959

El tándem Gala-Velasco vuelve con Inés desabrochada, visión del mito de Don Juan pero a partir de su oponente femenino Doña Inés. Una obra-homenaje al teatro, que se estrena el 17 de julio en el Palacio de Festivales de Santander con escenografía de Francisco Nieva y dirección de Pedro Olea.

Concha Velasco es una de las pocas actrices de nuestro teatro que mantiene la tradición, o el privilegio, de las intérpretes de principios de siglo XX: la de contar con un autor que le escribe comedias. No quiere esto decir que Antonio Gala escriba por encargo -"decir eso le valdría mi enemistad, yo no escribo por, escribo para", puntualiza el autor-, sino que la Velasco le inspira y se encarga de alimentar esta relación : "Soy quien más le quiere y mejor le entiende, conozco su obra al dedillo y la leo teniendo libros de consulta como la Biblia, tratados de filosofía, diccionarios, lo que haga falta", indica la actriz.

Sin embargo, no sólo en Velasco pensó nuestro autor cuando escribió hace un año Inés desabrochada, quinta obra que este tándem de éxito sube a escena. También estaba en su mente otra veterana y legendaria actriz de nuestros escenarios, Nati Mistral. Para ellas ha ideado dos personajes trasunto de otros dos míticos de nuestra literatura dramática y que les van como anillo al dedo. Verlas en escena se convierte en el reclamo de esta producción en la que también figuran en el reparto Paco Valladares,Luz Nicolás y Dritan Biba, y que cuenta con Francisco Nieva como escenógrafo y el cineasta Pedro Olea, que debuta en la dirección escénica.

Dice Olea que el texto de la obra fue quien le convenció a dar el paso al teatro. Le animó descubrir que Inés desabrochada entronca con la escritura dramática del primer Gala, el de Anillos para una dama (1973), considerada por la crítica como su mejor obra dramática. Si en aquella nos daba su particular visión del mito de El Cid a través de Doña Jimena, aquí escoge el de Don Juan a partir del personaje de Doña Inés, haciendo aparecer también a La Celestina. Pero también, y lo sostiene el autor, hay una relación con Los verdes campos del Edén, obra que el Centro Dramático Nacional montará la próxima temporada.

Como no puede ser de otra manera este Don Juan de Gala no sale bien parado en una obra en la que la que importa es Inés, mujer idealista, luchadora, generosa y, como ella misma dice, "demediada, porque siempre me ha faltado la mitad de la vida".

Idealista o pragmática
Como es su costumbre, Gala nos habla de la mujer, y se inventa una que cree en el amor, que lleva esperando toda una vida al hombre equivocado para ver cómo sus esperanzas se frustran, lo que no es óbice para perderlas, sino todo lo contrario. Como contrapunto, y en un juego de ecos quijotescos, aparece una especie de celestina pragmática, divertida, procaz, trincona, amiga del enredo y los negocios sucios. El autor no se pierde en sentimentalismos, introduce alusiones incisivas y chistosas sobre temas actuales como la inmigración, la especulación del suelo e incluso los malos tratos a mujeres y el machismo y mantiene una misteriosa progresión dramática en dos actos que reserva sorpresa para el final.

Del texto destaca también su acentuado anticlericalismo y un permanente interés por buscar al público y hacerlo participar mediante "guiños que sé que él conoce", dice el autor. Juega con la fórmula del teatro dentro del teatro y hace uso del monólogo porque "también he querido desafiar a los jóvenes autores que parece que han descubierto ahora este género". En las palabras previas de la obra, Gala señala que con esta pieza ha querido homenajear al teatro "en un tiempo en que apaga en apariencia su esplendor y mira hacia atrás como quien pide auxilio". Lo dice uno de los pocos autores vivos de éxito que no cree demasiado en la manida crisis teatral pero cuya receta para reanimarlo es "savia nueva, gente joven".