Escena de la ópera 'Otello' en el Teatro Real. Europa Press
Asmik Grigorian triunfa en el Real en un “Otello” lastrado por su pobreza escénica
La soprano vive un momento pletórico: su voz es magnífica, amplia, tiene un gran dominio de la zona media, excelentes pianísimos y una zona alta brillante, metálica, redonda.
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Nueve años después de estrenar la temporada de 2016, el Teatro Real apuesta de nuevo por Otello para inaugurar la 2025-26.
En aquel estreno ya fue esta producción propia del teatro, en coproducción con la ENO y la Kungliga Opera de Estocolmo, una propuesta fallida, inane y sin ningún tipo de tensión escénica. El paso del tiempo solo ha resaltado aún más los defectos de esta propuesta de David Alden.
Su idea adolece de una preocupante falta de profundidad estética que se ha acentuado con el paso de los años.
A la falta de garra dramática en la dirección de escena -Alden no sabe qué hacer con los personajes ni con el coro la mayor parte de la función- se suma una propuesta visual carente de interés.
Alden sitúa toda la acción en una plaza de pueblo que lo mismo es taberna, que despacho de Otello que alcoba de la pareja.
La falta de singularidad no solo empobrece la recreación escénica, sino que limita la posibilidad de construir un espacio simbólico acorde a la gigantesca tensión de la obra, constante.
Jon Morrell, escenógrafo y figurinista, apuesta todo al gris y al negro lo que acentúa la monotonía visual y priva al espectador de la potencial riqueza dramática de un entorno como el de Otello, colorido y exótico.
En la partitura el mar se huele, se siente desde la primera nota y la bravura del Mediterráneo, el sol y el cromatismo forman parte de la música. Pero nada de eso se refleja en este pobre y deficiente escenario, donde apenas se resaltan los climas emocionales, donde los personajes vagan por el espacio vacío sin apenas soportes.
Como tantas veces el suelo es el mejor aliado para resolver muchas escenas. Lástima.
Nicola Luisotti, director principal invitado del Teatro Real, vuelve a triunfar con su conocimiento verdiano y su talento para aunar y empastar el sonido que sale del foso y el cuidado exquisito de las voces.
Su enorme implicación emocional se transforma en un fraseo musical lleno de expresividad, de tensión interna, de contrastes resaltados, de cambios de atmosfera definidos y acotados.
Luisotti no entiende, sino que escucha la partitura, no la lee, la vive desde dentro. Tiene un enorme rigor estilístico y una afinidad por Verdi que le capacita para manejar las exigencias técnicas de una partitura tan completa como Otello: una sonoridad apabullante en el foso, un coro con gran carga dramática y una melodía llena de lirismo.
Luisotti desmenuza Otello y lo vuelve a componer, limpia, fija y da esplendor. Se regodea en el fraseo y tiene una sensibilidad hacia el detalle orquestal en los momentos más íntimos. El dúo del final del primer acto, la escena final del cuarto acto, el Credo de Iago, la larga escena protagonista de Desdémona… cada pieza es tratada con esmero de artesano.
Por eso resulta sorprendente la tibieza inicial, una tormenta que a Luisotti uno le presuponía aterradora pero que sonó casi como un chirimiri.
Brian Jadge debutó en el Teatro Real como Macduff en Macbeth junto a Plácido Domingo. Qué tiempos aquellos que Plácido podía cantar en el Teatro Real, donde siempre era bienvenido y salía triunfante!
En aquel Macduff ya apuntó maneras con su joven voz lírica, su excelente proyección y sus agudos. Posteriormente volvió como el Mauricio en el estreno de la temporada 2024 con la Adriana Lecouvreur, con sus magníficos agudos, su fresco estilo de canto pero con cierta agresividad melódica y un fraseo más descuidado.
Esta vez, debuta en el Teatro Real el rol de Otello -que ya tiene contratado para el Metropolitan Opera de NY- y se notan las inseguridades y cierto desconocimiento del personaje.
Su arranque ha sido irregular, con un primer acto deslucido en el Esultate!, una de las más potentes cartas de presentación que un tenor puede interpretar en un escenario y en su segunda intervención, Abbaso le spade!, tampoco ha sido relevante.
Pero a partir del tercer y cuarto acto, los más líricos y en los que se nota que estaba muy cómodo, Jadge se vino arriba y sacó a relucir sus mejores armas: un centro bonito, una gran extensión, agudos limpios, sonoridad y un manejo de la respiración que le permite emitir esas líneas largas sin desfallecer.
Jadge goza de momento con una voz plena que llena espacio, se le oye, entusiasma por esa facilidad para emitir y expandir notas y al mismo tiempo su musicalidad a flor de piel genera una vis escénica notable, una presencia que se beneficia de su buena planta.
Para su primera noche como Otello salió vivo y a uno no le cabe duda que lo irá puliendo y se convertirá en un rol de referencia en su carrera.
También Asmik Grigorian, la gran triunfadora de la noche, debuta la Desdemona, el rol femenino de este título.
Viene de interpretar la Lady Macbeth de Verdi en el Festival de Salzsburgo por segundo año consecutivo con gran éxito. Y está viviendo un momento pletórico: su voz es magnífica, amplia, tiene un dominio de la zona media flipante, excelentes pianísimos y una zona alta brillante, metálica, redonda. Canta con una engañosa facilidad y por momentos uno se olvida de que está cantando y simplemente oye una voz humana, comunicativa, cercana.
En Desdemona, vuelve a demostrar su gran capacidad expresiva, su seguridad en el fraseo, la emisión limpia y una adecuación al personaje extraordinaria. Su gran escena del cuarto acto, el aria del Sauce y el Ave María no se pueden cantar mejor.
El Iago de Gabriele Viviani resalta por una voz en buen estado, gran emisión y sonoridad. Lástima de la escasez en los graves, casi inexistentes, y cierta apatía escénica. Iago tiene que ser maligno, dar miedo, tiene que ser tenebroso, oscuro y audaz.
Pero quizá la falta de consejos de Alden o poca profundidad del personaje lo deja deslucido, sin aprovechar las inmensas oportunidades escénicas que un personaje como este ofrece al cantante que sabe aprovecharlas.
El pobre coro del Teatro Real ha sufrido un empaquetamiento absurdo durante toda la función. Es un despropósito su presentación en el primer acto, apelotonados, estáticos y sin ningún tipo de lucimiento teatral, una pena para un coro acostumbrado a saberse mover y actuar.
Igualmente deslucido en el tercero tras la llegada de los embajadores venecianos. Musicalmente notable en todo caso.
De los personajes comprimarios, muy notable el Lodovico de In Sung Sim y poco lucidos el Cassio de Airam Hernández y el Roderigo de Albert Casalsel.
Ficha técnica
Otello
Teatro Real, 19 de septiembre 2025
Equipo artístico
Dirección musical: Nicola Luisotti
Dirección de escena: David Alden
Escenografía y vestuario: Jon Morrell
Iluminación: Adam Silverman
Otello: Brian Jagde
Iago: Gabriele Viviani
Desdemona: Asmik Grigorian
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Pequeños Cantores de la ORCAM
Producción del Teatro Real, en coproducción con la English National Opera de Londres y la Kungliga Opera de Estocolmo.
Las funciones de Otello se dedican a la memoria de Mario Vargas Llosa,