Image: La lírica se desborda

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Ópera

La lírica se desborda

Inflación romántica, algún Verdi primerizo, pocas propuestas rompedoras y novedades como El pintor definen la nueva temporada

29 septiembre, 2017 02:00

Un momento del Manon Lescaut en el Liceo. Foto: Laura Ferrari

Teatro Real

Antes de entrar en detalles, una observación: no hay ninguna ópera española perteneciente a nuestro acervo histórico, a nuestro importante patrimonio lírico, tantas veces descuidado por los responsables del teatro. Hay, sí, y ello naturalmente nos congratula, un estreno mundial, El pintor, de Juan José Colomer, una suerte de fantasiosa reflexión, de prospección de lo irreal en torno a la vida de Picasso, con libreto de Albert Boadella. El único protagonista es el tenor Alejandro del Cerro, de reconocible vibrato y agudo seguro. Manuel Coves será el director musical y el propio Boadella el escénico. Por lo demás, la temporada se mueve dentro de las habituales pautas que gustan a Joan Matabosch.

Una ópera destaca por encima de las demás, Die Soldaten de Bernd Alois Zimmermann, una de las más rompedoras y significativas del siglo XX que juega con la superposición de acciones paralelas envueltas en un lenguaje entre atonal y serial de gran efectividad y que recoge influencias musicales diversas. Pablo Heras-Casado estará en el foso para dar forma a esta producción de Calixto Bieito que viene de Zúrich y de la Ópera Cómica de Berlín. Señalada es también la presentación en Madrid de Gloriana de Britten, una jugosa exploración sobre la famosa Reina Virgen, Isabel I de Inglaterra, con Bolton, que tan buena mano tiene para estas ‘sus' músicas, y Anna Caterina Antonacci. El coro tiene un papel preponderante y de enorme dificultad, como nos dice su director Andrés Máspero, que está a su frente desde 2009 y que cree que su estado actual “es el resultado de todo ese tiempo de trabajo durante el cual las ideas y los sentimientos se han ido fundiendo en una sola manera de expresar la música”.

Otras relevantes novedades de la temporada son: Dead Man Walking de Jake Heggie, que trata el tema de una famosa condena a muerte llevada al cine por Tim Robbins y lo hace de forma directa e inteligible, con Joyce DiDonato en el papel estelar; Street Scene de Kurt Weill, primera de sus óperas en los Estados Unidos, combinación de comedia musical y jazz con herencias de la tradición europea del compositor. La programación se completa con títulos conocidos y más "templados": La bohème de Puccini, Aida de Verdi, Carmen de Bizet (con tres protagonistas extranjeras), Lucia de Lammermoor y La favorite (con Camarena) de Donizetti, Ariodante de Händel, con William Christie y sus Arts Florissants y Thais de Massenet (con el peaje debido al ‘barítono' Plácido Domingo); las tres últimas en versión de concierto. Hay que sumar, por supuesto, Lucio Silla de Mozart, ya exhibida cuando estas líneas vean la luz.

Teatro del Liceo

La única novedad, dentro de una programación escasamente rompedora pero bien diseñada, es el estreno en España de Demon, ópera de Anton Rubinstein, compositor avecindado en las cercanías de Liszt y naturalmente emparentado con sus colegas rusos Musorgski y Chaikovski. Esta obra en tres actos, que vio la luz en 1875, es una buena muestra de su arte bien cincelado y de su vena melódica. La producción, con el sello de la emprendedora compañía Helikon, está encomendada a un equipo ruso.

Muy notable es la presencia de un título donizettiano poco divulgado y que no se pone en el teatro desde 1975, Poliuto, una reconversión de la ópera francesa Les Martyres. Se hace en versión concertante y ofrece la oportunidad de escuchar de nuevo a dos de las voces más importantes del presente, la de la soprano, tan reconocida en Barcelona, Sondra Radvanovsky, de sedoso timbre de lírico-spinto, y la del tenor Gregory Kunde, tan aplaudido en nuestro país. Tenemos otro Donizetti, L'elisir d'amore, en el espléndido montaje, tantas veces visto, de Mario Gas, que coloca la acción en tiempos del fascismo. Para muchos, lo más relevante de la temporada será el Andrea Chénier que van a protagonizar nada menos que el indiscutible divo tenoril del momento, pese a sus irregularidades, Jonas Kaufmann (sólo tres funciones), la citada Radvanovsky y Carlos Álvarez, con un buen maestro como es Pinchas Steinberg.

Hay dos Verdis. Un ballo in maschera, que permite el reencuentro con el tenor polaco Piotr Beczala y con la histórica mezzo norteamericana Dolora Zajick, y Attila (en concierto), vibrante partitura juvenil que necesita un bajo cantante de campanillas, que será en este caso Ilda Abdrazakov, de instrumento igual y sonoro. Regresa Tristan und Isolde con el protagonismo de Irene Theorin, aclamada estos años en La Tetralogía. Pons, que le ha cogido gusto a los pentagramas wagnerianos, está en el foso. La producción, de corte simbólico, viene firmada por Àlex Ollé (Fura dels baus). Roméo et Juliette de Gounod, con Saimir Pirgu y Aida Garifullina, Il viaggio a Reims de Rossini (el conocido montaje de Sagi), L'incoronazione di Poppea de Monteverdi (450 aniversario) en concierto con Spinosi, y Ariodante de Händel (en concierto, lo mismo que en Madrid) completan el cartellone.

Un momento de La flauta mágica en el Teatro Real. Foto: Javier del Real

Maestranza

Estamos lejos de aquellas propuestas innovadoras de Pedro Halffter, director artístico del teatro, en tiempos en los que el presupuesto era más amplio. Se recupera la única ópera de Beethoven, Fidelio, que se verá en la lustrosa producción de José Carlos Plaza, creada para el coliseo hace unos cuantos años. Ojo a la soprano protagonista, la rusa Elena Pankratova, de instrumento bien torneado y proyectado, de buen metal, acreditada Kundry en el Parsifal de Bayreuth. Atención asimismo a la soprano surafricana Pretty Yende, ganadora del premio de la revista Ópera de Londres, una lírico-ligera de amplio vuelo, que encarna a Marie en La fille du régiment de Donizetti en la reconocida puesta en escena de Laurent Pélly. El búlgaro Kiril Manolov, que ya ha vestido el personaje en nuestro país, dará vida al panzudo Falstaff de Verdi en una producción de Verona. La jovencísima Natalia Labourdette, reciente premio de los Amigos de la Ópera de Sevilla, será Nannetta.

La estrella de Adriana Lecouvreur de Cilea será Ainhoa Arteta, que ya tuvo un franco éxito hace unos años con Manon Lescaut de Puccini y que va madurando en su arte. Propuesta escénica del San Carlo de Nápoles. De las cuatro óperas citadas, una (La fille) la dirige desde el foso el aplicado y solvente Santiago Serrate, frecuente colaborador del teatro, y las otras tres las gobierna Pedro Halffter. Hay también un Rinaldo de Händel en concierto, que será dirigido por Harry Bicket, con el virtuoso contratenor Xavier Sabata al frente.

Un momento de Falstaff en la Maestranza

ABAO

La temporada mantiene sus habituales premisas de servicio a un repertorio tradicional, aunque siempre bien cuidado y racionalmente dispuesto en busca de un equilibrio y una proporción. Cinco títulos de cinco compositores distintos, cuatro alojados estéticamente en el ámbito del romanticismo y uno en el de un expresionismo sui géneris. El Verdi de este año, dentro del ciclo Tutto Verdi que ideara y desarrollara durante mucho tiempo Juan Ángel Vela del Campo, es I masnadieri, una de las óperas menos representadas del compositor, al menos en nuestro país y que abre el curso el 21 de octubre. Tiene una protagonista con personalidad, la soprano Carmen Gianastassio. Coproducción con el Regio de Parma dirigida en lo escénico por Leo Muscato y en lo musical por el hoy asentado Miguel Ángel Gómez Martínez.

Don Pasquale de Donizetti nos traerá de nuevo la vis cómica y la buena disposición vocal, pese a la edad, del gran Carlos Chausson, que borda el papel del viejo solterón. Jessica Pratt será una refrescante Norina. Producción del Maggio Musicale Fiorentino del admirado Jonathan Miller. En Norma tenemos a la vigorosa, de instrumento poderoso y de rico metal, en vías de encontrar una mayor depuración canora y expresiva, Anna Pirozzi, que será guiada, junto al Pollione del robusto Gregory Kunde y a la Adalgisa de la musical Silvia Tro Santafé, por el irregular Pietro Rizzo. Barroca producción de Davide Livermore. La Manon massenetiana tiene su guía en el veterano Alain Guingal, en una producción de Monte-Carlo con un buen dúo protagonista: Irina Lungo, delicada y fina, y Celso Albelo, apasionado y respetuoso de la línea. La obra más moderna, Salomé de Strauss, tiene una estupenda hija de Herodías, la estadounidense Emily Magee, soprano anchamente lírica que domina la parte. Mucho cantante español a su lado. Otro norteamericano, Erik Nielsen, en el foso. Producción de Francisco Negrín. Las Orquestas Sinfónica de Bilbao y de Euskadi se turnan en el foso.

Un momento de Salomé en la ABAO

Palau de Les Arts

Nueve títulos, lo que no está nada mal, componen el cartellone de una institución que sigue adelante, pese a los embates. Nos fijamos especialmente en tres de ellos. El primero Peter Grimes de Britten, una ópera que siempre es bien recibida por su hondura humanística y análisis de caracteres y por la riqueza de su escritura. No sabemos si Christopher Franklin, director de no mucha personalidad, dará con la almendra expresiva y acertará a penetrar en las distintas capas de la partitura, pero el espectáculo estará bien servido ya que se exhibe la rompedora y ya antigua producción de Willy Decker de la Moneda. Kunde aparece de nuevo para dar vida en este caso al hermético marinero. Podrá verse de nuevo la producción de Emilio Sagi de la encantadora y mágica ópera de Haydn Il mondo della luna, que será representada por alumnos del Centro Plácido Domingo.

Fabio Biondi se hará cargo de una indudable novedad como es Il corsaro de Verdi, tan escasamente representada como I masnadieri y que lucirá en la parte de Corrado a un interesante tenor, Michael Fabiano. Producción de Nicola Raab para el Palau y Monte-Carlo. De la Deutsche Oper de Berlín y con el sello de Marco Arturo Marelli viene el montaje de Don Carlo, que tiene un reparto en el que destaca especialmente, más que Domingo, aquí en la piel de Posa, la presencia de Violeta Urmana como Eboli y de María José Siri como Elisabetta. Ramón Tebar está en el foso.

Tenemos además Madama Butterfly del joven Emilio López, con Liana Aleksanyan y Sergio Escobar y el joven Diego Matheuz en el foso; Tosca con el buen mando de Nicola Luisotti y el importante caudal de la soprano Lianna Haroutounian; La clemenza di Tito a las órdenes de Biondi, con René Barbera en la piel del tirano, en versión concertante; La condenación de Fausto de Berlioz en una producción del discutido Damiano Michieletto, con tres acreditados nombres españoles: Albelo, Amoretti y Tro. Roberto Abbado con la batuta. Repite Tro en Le cinesi de Gluck. A su lado las estupendas Ann Hallenberg y Desirée Rancatore. Biondi dirige esta versión de concierto.

Un momento de Tosca que se verá en el Palau

Teatro de la Zarzuela

Es relevante el estreno de Policías y ladrones de Tomás Marco, con libreto de Álvaro del Amo, un encargo del anterior responsable del teatro, Paolo Pinamonti. La soltura del compositor y el olfato teatral del autor del texto pueden dar buen juego en esta historia sobre corrupciones varias que dirigen José Ramón Encinar (música) y Carme Portaceli (escena). Se recuperan dos valiosas obras de nuestro acervo, hace tiempo alejadas del escenario de la calle Jovellanos: La tempestad de Chapí, en versión de concierto, con dirección de García Calvo y las voces de Mariola Cantarero, Carlos Álvárez y tres tenores considerables: Bros, Cosías y Del Cerro, y Maruxa, ópera de Vives, que moldeará la batuta del impulsivo José Miguel Pérez Sierra. Las estupendas Saioa Hernández y Susana Cordón, Rodrigo Esteves, Borja Quiza, Simón Orfila y Miren Urbieta figuran entre los solistas.

Paco Azorín es el hombre para todo en el aspecto teatral. Escucharemos de nuevo El gato montés de Penella en la conocida producción de Plaza y La tabernera del puerto de Sorozábal en la producción de Mario Gas. Puede tener gracia el rescate de la comedia musical de Francisco Alonso 24 horas mintiendo, dirigida por Carlos Aragón y Jesús Castejón (que incorporará a uno de los personajes). La temporada se abre con otra novedad: la opereta El Cantor de México de Francis López, que popularizara en su día Luis Mariano y que es la única que gobierna desde el foso el director musical del teatro, Óliver Díaz. Los tenores José Antonio Sola y Emanuel Faraldo se reparten el protagonismo con Rossy de Palma.

Un momento de El Cantor de México del Teatro de la Zarzuela. Foto: Javier del Real

Teatro Campoamor

Sobresale, en el curso de una programación con pocas sorpresas, Pelléas et Mélisan de Debussy, una ópera simbólica arropada por un lenguaje musical poblado de armonías originales y envolventes, ya que aquí vendrá servida por la sólida batuta del canadiense Yves Abel. El reparto aparece encabezado por la belga Anne-Catherine Gillet, de frágil y espumosa voz, de reconocible vibrato. Joan Antonio Rechi presenta su goyesco Trovatore del Liceo y maneja dos repartos en los que destacan Julianna di Giacomo, Luciana d'Intino, Aquiles Machado, Simone Piazzola y Luis Cansino. Repite Rechi en la producción de otro Elisir d'amore. Las jóvenes Beatriz Díaz, artista de la tierra, y Sara Blanch se reparten el papel de Adina. Tres españoles de tronío, la soprano Ainhoa Arteta, el tenor Jorge de León y el barítono Carlos Álvarez son los protagonistas de Andrea Chénier de Giordano, que discurrirá sobre la producción de Peralada ideada por Alfonso Romero.

Ópera de Tenerife

En su nueva etapa, tras los antiguos oficios desplegados por los Amigos de la Ópera, con el llorado Manolo Bello en lugar preeminente, y el breve reinado de Gian Carlo del Monaco, la temporada, con Alejandro Abrante como rector, se plantea de muy otra forma, ya que se abre el abanico de la oferta, se deja espacio para la puesta en marcha de acciones didácticas y se consiguen, como sucede en la próxima edición, algunas cosas de interés. Hay un importante núcleo verdiano constituido por Don Carlo, el Requiem y La traviata, esta última dentro del proyecto Opera pocket, que viaja a diferentes municipios de la isla. La obra basada en el drama de Schiller presenta un reparto muy apañado, con Riccardo Zanellato, Yolanda Auyanet, José Bros, Ilya Kutyukin y María José Montiel en los papeles estelares, Jader Bignamini como director musical y Cesare Levi como regista. Es coproducción con el Regio de Parma.

Tenemos también una Flauta mágica para público infantil y familiar, un Faust de Gounod, con la soprano de la tierra Raquel Lojendio en coproducción con Oviedo y una relativa novedad, I Capuleti e i Montecchi de Bellini, que corre a cargo de la Opera (E)Studio que dirige Giulio Zappa. Como guinda una Luisa Fernanda de Moreno Torroba con la temperamental soprano Ana Lucrecia García y el joven y coloreado barítono Pablo Ruiz.

Otros teatros

En la isla vecina de Gran Canaria continúan con su tradiciona. Cinco títulos de pleno repertorio aparecen en el cartellone del Teatro Pérez Galdós. Tres de Donizetti, para que no se diga: Lucia de Lammermoor, cuyo reclamo principal es Elena Mosuc, soprano lírico-ligera de buena encarnadura (escena de Paco López, batuta de Marcello Conti); La favorite, con la tan musical y elegante mezzo local Nancy-Fabiola Herrera (Jaime Martorell/K. M. Chichon); y La fille du régiment, con Jessica Pratt y Javier Camarena (Alfonso Romero/Miquel Ortega). Uno de Verdi, Rigoletto, en donde encontramos al inefable veteranísimo Leo Nucci (Mario Pontiggia/Ramon Tebar), y uno de Massenet, Werther, en el que podrán lucirse Aquiles Machado y, de nuevo, Silvia Tro Santafé. Aquí observamos una curiosa novedad: el director musical es el tenor, ya en vías de retirada, Giuseppe Sabbatini. De la escena se ocupa Rosetta Cucchi.

Don Carlo reaparece en la tan meritoria temporada de los Amigos de la Ópera de Sabadell con un reparto netamente español y cumplidor: Felipe Bou, Albert Casals, Carles Daza, Maite Alberola... Gil de Tejada está en el foso y Carles Ortiz en la escena. Nuria Vilà, Anna Tobella Carles Pachón, Joan Francesc Folqué, Elisa Vélez y Enric Martínez de Castignani, gente joven, emprendedora y de casa componen el reparto de esa joya que es Così fan tutte de Mozart. Se recupera el típico doblete Cavalleria-Pagliacci en donde cantan Eugenia Montenegro, Enrique Ferrer, Toni Marsol y Montserrat Martí. La batuta la empuña aquí otro hombre de la tierra, que lucha en distintos frentes, Santiago Serrate. Miquel Gorriz se encarga de la escena. Como es habitual, las óperas recorren toda la comarca. Los Amigos de la Ópera de Vigo, no menos arrostrados y aún más modestos, siempre con la oreja bien abierta, incluyen en su programación, y dan ejemplo, una ópera de cámara bastante insólita como es Trouble in Tahiti de Bernstein (cien años de su nacimiento), con dirección de Francisco Moya y escena de Carlos Pardo. La Sonnambula de Bellini en versión de concierto, con la sorprendente Marina Monzó como Amina y nada menos que la Filharmonia de Galicia en el hemiciclo dirigida por Manuel Coves, preceden a Rigoletto, con el que la Asociación cierra la trilogía verdiana. El gallego Luis Cansino, avezado y cumplidor, incorpora al jorobado. Nacho García desplegará su inventiva teatral y el prometedor Diego García Rodríguez estará en el foso de la Sinfónica de la ciudad.

En el Teatro Villamarta de Jerez van haciendo cosas pese a la reducción de presupuesto. En el aspecto lírico es especialmente reseñable la programación de la ópera cómica El tío Caniyitas de Manuel Soriano Fuertes (1817-1880), que a mediados del siglo XIX planteó las bases para la creación de la zarzuela moderna. Un joven equipo andaluz, con Juan Manuel Pérez Madueño y Miguel Cubero al frente, se encarga de la representación. Un Faust de Gounod con Jordi, Rey y Vinogradov, y una Norma de Bellini, con Maribel Ortega y Alberto Montserrat al frente, bajo la guía de Carlos Aragón, completan el cuadro. Cerramos con el Teatro Cervantes de Málaga que pone en pie una ópera tan complicada como Turandot de Puccini. Se cuenta con voces recias, sonoras: Othalie Graham y Eduardo Sandoval. Encontramos de nuevo a Felipe Bou y anotamos la presencia de la muy lírica soprano Ruth Rosique en la parte de Liù. Emilio López y Arturo Díez Boscovich se reparten los dos papeles directoriales.