Image: La ópera enciende la luz y el canto

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Ópera

La ópera enciende la luz y el canto

23 septiembre, 2016 02:00

Escena de la Elektra del Teatro del Liceo. Foto: Teatro del Liceo

Las grandes obras del repertorio clásico y de vanguardia se dan cita en el nuevo curso operístico. Entre los platos fuertes, la apuesta por Britten del Teatro Real y el Palau de les Arts, la tensa Elektra del Liceo, la Anna Bolena de la Maestranza y un raro Verdi en la ABAO.

Teatro Real

Variopinta, equilibrada entre lo nuevo y lo viejo, hábilmente dosificada aparece la programación del coliseo madrileño, que alberga, entre sus 16 títulos, algunos del repertorio de siempre, como Otello (con Gregory Kunde), Macbeth (versión concertante con el inagotable y ajado Domingo), Norma (de nuevo con Kunde y tres sopranos de envergadura, cada una en su estilo: Maria Agresta, Angela Meade y Mariella Devia), El holandés errante (con el ecléctico y brillante Heras-Casado) y Madama Butterfly y un Mozart no tan frecuentado, La clemenza di Tito, en la notable producción de los Herrmann, como la de la ópera pucciniana (de Maril Gas), ya conocida en Madrid. A tener en cuenta la presencia del barroco, más amplia en otras temporadas, de la mano en este caso de Haendel con su Rodelinda, en interesante puesta en escena del siempre sorprendente Claus Guth (recordemos su Parsifal). Lo más atractivo, no obstante, viene representado por la inclusión de cuatro importantes obras del siglo XX, nuevas en el teatro: dos de Britten, Billy Budd, perturbadora, claustrofóbica y masculina historia de una persecución, a cargo de Ivor Bolton en el foso y Deborah Warner en la escena, y la breve parábola eclesiástica Curlew River; una de Ginastera, Bomarzo, insondable y tenebrosa, con un prometedor dúo, David Afkham en lo musical y Pierre Audi en lo teatral; y una de Rimsky-Korsakov, El gallo de oro, curiosa fábula-parodia, llena de innúmeros significados, espumosa y certera, que será servida por Bolton y, en la parte visual, Laurent Pelly, que tan buenas cosas ha presentado en Madrid. Hay que añadir a lo dicho el estreno, por fin, de La ciudad de las mentiras de Elena Mendoza, una de nuestras creadoras mejor formadas, que ha empleado un libreto de Matthias Rebstock basado en cuatro narraciones de Onetti. A su lado, como representación de lo actual, otras dos nuevas creaciones, dos óperas de cámara: disPLACE de Raquel García-Tomás y Joan Magrané, con texto de Helena Tornero, acercamiento al candente tema de los desahucios, y Le malentendu, con música de Fabián Panisello y libreto de Juan Lucas, sobre la reveladora narración de Camus, estas dos últimas en los Teatros del Canal.

Teatro del Liceo

Algo menos excitante resulta esta temporada, en la que lo más significativo sí tiene real dimensión: Elektra de Strauss, obra de un lacerante expresionismo, tensa y electrizante, en la que emerge un atribulado y poderoso carácter femenino que será en esta ocasión puesto de relieve por la singular y vibrante soprano Evelyn Herlitzius, que vive en permanente agonía la tragedia de esta hija de los átridas. Aunque lo relevante aquí es la producción del extinto Chéreau, que muestra límpidamente las miserias humanas. La diseccionadora batuta de Pons se encarga de la parte musical. Atención al estreno en España de Quartett (2011) de Luca Francesconi, una nueva recreación, con electrónica incluida, de Las amistades peligrosas de Pierre Choderlos de Laclos, en un obsesivo montaje de Alex Ollè. Luego, repertorio del bueno: Macbeth (interesante y surrealista producción de Christof Loy con dos apreciables barítonos, Tézier y Salsi, y dos sopranos de fuste, Serafin y Serjan), Las bodas de Fígaro (en actualizado montaje de Lluís Pasqual al servicio de gente joven), La flauta mágica (la cinematográfica y graciosa, también libérrima, producción de Barrie Kosky), Werther (con Beczala), Rigoletto (Camarena como Duca: veremos), La Fille du Régiment (también Camarena en la tan conocida visión escénica de Pelly), Don Giovanni (vistosa y discutible puesta en escena de Holten en la que sobresale el Dissoluto de Marius Kwiecien, en alternancia con Carlos Álvarez), Il trovatore (nueva visión escénica de Rechi) y La viuda alegre. En concierto Domingo cantará Thais de Massenet. Sí es destacable la muestra barroca, novedad absoluta, aunque en versión concertante: Il Teuzzone de Vivaldi (con Savall como maestro de ceremonias).

La Maestranza

Las dificultades presupuestarias han hecho que en las últimas temporadas la actividad operística del coliseo se haya visto mermada. En la que ahora comienza no aparece tampoco ningún título realmente novedoso, como los que en años anteriores proponía Pedro Halffter: Doktor Faustus de Bussoni, El enano y El rey Kandaules de Zemlinsky, El sonido lejano de Schreker... Hemos de contentarnos con los cinco que se consignan en el cartellone, que tampoco son para despreciar. Como principal novedad, bien que se mostrará en versión reducida con piano, figura la ópera de cámara de Manuel García Un avvertimento ai gelosi. En otro orden de cosas tiene relevancia la programación de Anna Bolena de Donizetti, que nunca se ha representado en la ciudad y que cuenta con la soprano lírico-spinto Angela Meade, dueña de un instrumento de muchos quilates y de una técnica soberana, que estará acompañada por Ketevan Kemokildze, Ismael Jordi y Simón Orfila, protagonistas de la puesta en escena del siempre sorprendente Graham Vick que viene de Verona. Completan la propuesta La flauta mágica, en producción del Regio de Turín a la que se incorpora un elenco juvenil con mucho nombre español, y La bohème, que lleva la colorista y abigarrada firma escénica de Davide Livermore y que procede del Palau de les Arts. El excelente Maurizio Benini se hará cargo de la obra donizettiana. Hallfter del resto, excepto de la obra de García, que dirigirá desde el teclado Rubén Fernández Aguirre, tan acostumbrado a estos desafíos y que gobernará a un selecto grupo hispano: De la Merced, Menéndez, Zapata, Quiza, Nogales y Guinot.

Marina (Zarzuela) y Anna Bolena (La Maestranza)

Teatro Campoamor

Siguen batallando los ovetenses para mantener una calidad ya adquirida tras años de sequía. Cinco títulos ocupan el cartellone. Habría que hablar en primer lugar de una rareza, Mazepa de Chaikovski, con la que han arrancado el nuevo curso. Se dispuso de una honesta producción de la Ópera de Flandes que ha dirigido en lo musical Rossen Milanov, titular de la Orquesta del Principado. Sí debemos referirnos con mayor extensión a la producción de I Capuleti e i Montecchi de Bellini, obra que ha conocido en tiempos modernos una difusión muy notable. Méritos no le faltan para ello dada la maravillosa calidad de las melodías que la envuelven. El reparto tiene fuste, ya que Giuletta aparece servida por la soprano de ascendencia mexicana Ailyn Pérez, lírica bien timbrada, premio Richard Tucker, y Romeo por la gentil y también muy joven mezzo lírica Serena Malfi. El joven y resuelto Giacomo Sagripanti se instala en el foso para esta producción de La Fenice firmada por Arnaud Bernard. Citemos, ya a vuelapluma, los demás títulos: Faust (producción Oviedo-Tenerife con Álvaro Albiach en el foso y Curro Carreres en la escena), Così fan tutte (producción de Rechi para Oviedo con la experta batuta de Corrado Rovaris) y, aquí de nuevo, Rigoletto (con equipo vocal en su mayoría español: Albelo, Toledano, Del Castillo, Bou).

Palau de les Arts

Mal que bien, tras la defenestración de Helga Schmidt, el coliseo valenciano, va tirando gracias al impulso de Davide Livermore y sus colaboradores Fabio Biondi y Roberto Abbado. Este último empuña la batuta para enfrentarse a uno de los mayores retos de la temporada: I vespri siciliani de Verdi, que va a contar con un reparto de campanillas encabezado por el ubicuo Gregory Kunde, muy apreciado y recordado en Valencia por sus pasadas actuaciones en Otello, La forza del destino e Idomeneo. En este caso se mete en la difícil piel del temperamental y dubitativo Arrigo. A su lado, dos voces de talla, una femenina, la de la soprano Anna Pirozzi, y otra masculina, la del barítono Juan Jesús Rodríguez, que ha de vestir la figura del atribulado Montforte. El revolucionario Procida es el bajo Alexander Vinogradov. Mucha curiosidad tenemos por comprobar cómo Biondi, violinista y director experto en barroco y clasicismo, se introduce en el mundo donizettiano de Lucrezia Borgia, que aquí va a ser encarnada por la incombustible belcantista que sigue siendo, doblados ya los 65, Mariella Devia. Orsini está en el timbre tornasolado de la mezzo de la tierra Silvia Tro Santafé. El montaje es de Sagi, que entiende bien este tipo de óperas. Queremos destacar también, en una temporada que consta de diez títulos, otros dos: The Turn of the Screw de Britten, perturbadora ópera de cámara, en la versión escénica de Livermore, y una total novedad: Piramo e Tisbe de Johann Adolf Hasse que se hace en versión de concierto con el protagonismo de la experta Vivica Genaux. Biondi de nuevo al frente.

Teatro de la Zarzuela

Nuevos vientos corren por el coliseo de la calle de Jovellanos de Madrid desde que se hizo cargo de su dirección Daniel Bianco, que no ha tardado en mostrar sus cartas: busca ampliar repertorio, abrir el teatro a un público más variado y sacar la lírica a la calle; sin descuidar algunas de las cosas logradas por su antecesor, Paolo Pinamonti. Uno de los acontecimientos de la temporada se presenta nada más empezar, el día 7 de octubre, Las golondrinas de Usandizaga, un fruto aún imperfecto de teatro musical fuertemente influido por el verismo, desarrollado un poco a trompicones dramáticos, pero dotado de una innegable fuerza expresiva gracias al arrebatado impulso lírico del músico vasco, que plantea dificultades escénicas, orquestales y vocales, que aquí deberán ser solventadas por la ideación teatral de Gian Carlo del Monaco, el buen oficio y gusto de Oliver Díaz (nuevo responsable musical desde hace unos meses) y la competencia de un reparto en el que aparecen sólidos cantantes: Carmen Romeu, Raquel Lojendio, Nancy Fabiola Herrera, Ana Ibarra, Rodrigo Esteves, José Antonio López, Felipe Bou y Jorge Rodríguez-Norton. Tampoco es nada fácil llevar a escena Iphigenia en Tracia de José de Nebra, que incorpora como protagonistas a María Bayo y Auxiliadora Toledano. Pablo Viar es el regista, Francesc Prat el director musical. Por otro lado, se repone La villana de Vives, con dirección de Gómez Martínez y Natalia Menéndez y dos excelentes Casildas, Nicola Beller Carbone y Maite Alberola. El género chico está presente con Château Margaux y La viejecita de Fernández Caballero, por un lado, y Enseñanza libre y La gatita blanca de Giménez, la segunda en colaboración con Vives. Y se repone el realista y oscuro montaje de Nacho García de Marina de Arrieta, que cuenta con un grupo de jóvenes voces y la dirección musical del ascendente Ramón Tebar.

Las Vísperas (Palau) y Rigoletto (Campoamor)

Ópera de Sabadell

Llama mucho la atención, en una temporada, modesta pero digna, de cuatro óperas, la presencia de Carmen de Bizet, un título peligroso por aquello del posible españolismo rancio de las puestas en escena. Aquí, en mayo del año próximo, este cometido estará en las manos de Carles Ortiz, conocedor desde hace años, como tenor que es, del mundo de la ópera por dentro. La batuta la empuña Santiago Serrate, natural de la ciudad catalana, que ha estado en contacto con esta obra desde que, de niño, intervino en el coro infantil del primer acto. A sus órdenes, como es costumbre en Sabadell, voces españolas, en algún caso muy destacadas. Entre ellas las de Maite Alberola (Micaela) y Toni Marsol (Escamillo). La temporada alberga otros tres títulos: Don Giovanni, en cuyo papel estelar se ha hecho ya un hueco el barcelonés Carles Daza, dotado de una timbrada y bien colocada voz de barítono lírico. En el foso el habitual Daniel Gil de Tejada; Goyescas de Enrique Granados, donde interviene asimismo Daza y donde aparece como director musical Rubén Gimeno, y Manon Lescaut de Puccini, que tiene a la potente soprano Maribel Ortega como protagonista y a Gil de Tejada en el foso. La rectoría escénica está de nuevo en manos de Carles Ortiz. Todas las óperas, menos Goyescas, hacen una amplia gira por toda la región.

Abao

La asociación bilbaína plantea una temporada bastante conservadora, aunque en ella se incluye, dentro del ciclo Tutto Verdi, una rara avis como es Stiffelio. La voz suntuosa de Angela Meade, presente en varios de nuestros teatros, encarna a Lina. El atribulado protagonista es un tenor ya veterano y cumplidor, Roberto Aronica. La producción viene de Parma y Montecarlo. Se presenta en Bilbao un director de raza, Stefano Ranzani, a quien se encomienda Andrea Chénier, en la que encontramos de nuevo, en la piel del poeta, a Kunde. Dos buenos cantantes, Anna Pirozzi y Ambrogio Maestri, lo cortejan. La puesta en escena, del fantasioso Alfonso Romero, fue aplaudida ya en Peralada. El joven José Miguel Pérez Sierra se sitúa en el foso para Lucrezia Borgia, donde ha de brillar el arte del tenor Celso Albelo.

Otros Teatros

Hay vida también en otras plazas de menor relumbrón, que manejan presupuestos más modestos, pero que inciden en la formación de unos públicos necesitados de manjares y que en ocasiones han de desplazarse a lugares lejanos para degustarlos. Aquí es donde se revelan las carencias, los recortes. Un caso es, sin ir más lejos, el Villamarta de Jerez, al que siempre ninguneó la Junta de Andalucía, que se tiene que conformar con una discreta Traviata, eso sí, edificada sobre un muy digno reparto español -una veta que siempre, dando ejemplo, se ha cultivado en este coliseo- en el que aparecen Raquel Lojendio -en un cometido muy desafiante para su instrumento de lírico-ligera-, José Luis Sola, Javier Franco y Belén Elvira, con escena del fantasioso Paco López -antiguo responsable del teatro, hoy en manos de Isa May Benavente- y dirección musical del entusiasta José María Moreno.

En el Teatro Cervantes de Málaga abordan Tosca de Puccini con un reparto plagado de nombres relativamente conocidos: Melanie Moussay, David Baños, Eduardo Sandoval, Giulio Boschetti, Paolo Ruggiero... Es una producción de la compañía Ópera 2001. También se representa Nabucco de Verdi en colaboración con Telón Producciones y dirección de escena de Ignacio García. Estimable reparto español: Luis Cansino, Maribel Ortega, José Antonio García, Javier Agulló, Mali Corbacho y Ángel Rodríguez. Todos ellos viajarán días después al Teatro Afundación de Vigo para actuar ante los Amigos de la Ópera de la ciudad, que han organizado también una versión concertante de Los pescadores de perlas de Bizet en la que tocará, bajo la dirección musical de su titular, Paul Daniel, la Filharmonia de Galicia. Elenco interesante: Ruth Iniesta, Pancho Corujo, Borja Quiza y Felipe Bou.