Discos

El futuro de la música cubana y la vitalidad africana

30 discos para el verano (III): Música del mundo

21 julio, 2015 02:00

La música cubana se renueva con el talento de las hermanas gemelas Ibey y la joven cantante Daymé Arocena que la llevan al jazz o el trip hop. Y de Brasil, el hip hop y la bossa nova de Criolo y de Colombia, la marimba de Herencia de Timbiqui. Estrellas de Kinshasha, el Congo, Mbongwana Star se están comiendo el mundo y de Mali un clásico, Boubacar Traoré, y el blues del desierto de Songhoy Brothers. Xaos pone música a la tragedia griega y Taraf des Haidouks, la alegría de la música balcánica.

Ibeyi: Ibeyi. Cuba-Francia

Con su primer disco, estas hermanas gemelas que forman parte de la aristocracia de la música cubana han conquistado el mundo gracias a una sofisticada y sabia combinación entre sonidos tradicionales y elementos del jazz o la electrónica. Ellas mismas citan James Blake o Frank Ocean entre sus influencias y reivindican desde su propio nombre (Ibeyi significa gemelas en yoruba) la cultura nigeriana de sus ancestros. De origen en Cuba pero criadas en París, donde viven, son hijas de un músico de Buena Vista Social Club y una cantante venezolana, Lisa Kaindé Diaz y Naomi deslumbran con este precioso disco en el que el diálogo entre sus raíces y las tendencias más innovadoras de la música moderna funcionan a la perfección en canciones como River, pura sofisticación trip hop más original de lo que pudiera parecer, o la perfección casi pop y atmosférica de esa Think of You con esa maravillosa percusión .

Mbongwana Star: From Kinshasa

Coco Ngambali y Theo Nsituvuidi no lo han tenido fácil. Pasaron de vivir en las calles de Kinshasha, en el Congo, a ser unas estrellas internacionales cuando su anterior proyecto, Staff Benda Bilili, adquirió fama internacional partiendo de una banda de homeless como ellos y parapléjicos. Staff Benda terminó porque Coco y Theo no estaban de acuerdo con el management y este disco, lanzado con una promoción internacional importante, los confirma como nuevas superestrellas de la música africana. Producido por Liam Farrel, experto en trip hop, lo mejor del asunto es que no juegan a hacer música africana a la "occidental" traicionando sus raíces: From Kinshasha suena muy congoleño y al mismo tiempo moderno y asequible sin renunciar a su propia tradición. Es música hipnótica, muy basada en la percusión, que a veces parece surgir de un trance y por momentos recuerda a la pulsión lisérgica y rockera de Jimi Hendrix.

Xaos: Xaos. Grecia

Once años ha llevado la gestación de este disco en el que se reúnen dos veteranas figuras destacadas de la música griega como Ahetas (también pintor y artista) y el productor anglo-griego Dubulah, conocido por colaborar con bandas como Dub Colussus. Once años para crear un álbum que aparece en el momento preciso, cuando su aire melancólico y por momentos trágico parece corresponderse a la perfección con la realidad del país heleno. Mezclando instrumentos antiguos (la lira tradicional o una especie de flauta llamada ney), y modernos como tambores y guitarras con una producción moderna que trata de respetar al máximo la pureza de la música, es un disco muy bello que remite a un mundo mediterráneo y bizantino con gran capacidad evocadora y que va de los momentos más lúgubres como Processional a los más espirituales como All the Gods Together.

Songhoy Blues: Music in Exile. Mali

Lanzados al estrellato gracias a su colaboración Damon Albarn en el álbum Africa Express: Maison des Jeunes, los malienses Songhoy Blues han lanzado su primer álbum con un sello norteamericano y producidos por Nick Zinner de Yeah Yeah Yeahs y una gira internacional. De Bamako, el álbum está muy marcado por la reciente guerra en el país africano contra los yihadistas y esta "music in exile" se refiere precisamente al exilio forzoso cuando los islamistas prohibieron la música y obligaron a su expulsión. Lo Songhoy Blues son cuatro y sus canciones, aún y estando inspiradas en la guerra, rezuman alegría y vitalidad con una genial mezcla entre riffs de guitarra a la americana (cortesía de Zinner) y la percusión maliense. Blues del desierto lo llaman y hay ecos del punk, el rock y el exotismo en este sensacional álbum.

Criolo: Convoque Seu Buda. Brasil

Rapero de las favelas de Sao Paulo, Criolo saltó a la fama hace un par de años con un álbum, Nó Na Orelha, en el que surgía como voz de los desarrapados del inmenso país con un ácido retrato de la pobreza y la vida en las calles. Su tercer disco, Convoque Seu Buda, sigue siendo una notable combinación entre los ritmos tradicionales brasileños (la samba, la bossa nova) con el rapeo de Criolo que a veces se va al hip hop más reconocible (Cartao de Visita) como visita en numerosas ocasiones un clasicismo brasileño como en Casa de Papelao o Pegue Pra Ela.

Damily: Very Aomby. Madagascar

Figura mítica del tsapiky, género del suroeste de Madagascar que destaca por su fusión entre ritmos tradicionales y el rock, muy particularmente las guitarras eléctricas. Damily es el músico más conocido en este género y en su octavo álbum nos electriza literalmente con una música que suena a puro rock 'n roll en bruto y sin pulir con toda su carga voltaica. Cantado en malgache, la lengua de Madagascar, el disco nos seduce por lo extraordinario guitarrista que es Damily con una manera de tocar punteada la guitarra o a ráfagas sensacional.

Daymé Arocena: Nueva Era. Cuba

Descubierta por Gilles Peterson para el mercado internacional, a sus 22 años Daymé Arocena ya es una experimentada cantante que ha dirigido coros en Cuba y actuado con figuras como Winston Marsalis. Ha sido Peterson quien se la llevó a Londres para grabar un primer álbum en solitario en el que la joven Daymé recupera el legado de grandes cantantes como Ella Fitzgerald sonando más madura de lo que dice su edad. Hay una influencia del jazz en estas canciones inspiradas en la música cubana tradicional, los ritmos yorubas de los emigrantes nigerianos y la santería en la que Arocena mezcla el castellano y el inglés con seductores resultados.

Taraf de Haidouks: Of Lovers, Gamblers & Parachute Skirts. Rumania

La música balcánica goza de muchos fans en nuestro país gracias a Emir Kusturica o bandas de nuevo cuño como los londinenses Gogol Bordello y este mismo grupo de gitanos rumanos en activo desde antes de la caída del comunismo que son un referente internacional desde los años 90. Algunos son muy viejos ya pero siguen sacando discos como este con el que revisitan algunas de sus canciones más famosas y los estándares de la música gitana del Este de Europa para celebrar su 25 aniversario. Banda de composición mutable que va incorporando nuevos miembros, los Taraf de Haidouks son muchas veces considerados los mejores en su género y este disco con mucho violín y acordeón es pura alegría.

Herencia de Timbiqui: This Is Gozar. Colombia

Este grupo de jóvenes del Pacífico colombiano fusionan ritmos tradicionales de esa región como la marimba de chonta, el bombo, los cununos o el guasá con los sonidos que, cuentan, les impresionaron cuando se mudaron a la ciudad: el rock y el jazz. Se llaman Herencia porque ondean con orgullo esas raíces que se remontan a sus orígenes africanos y el resultado son un puñado de canciones con sabor puramente sudamericano tan frescas y divertidas como Amanecé o la que da título al disco en el que estos colombianos levantan el ánimo de un muerto.

Boubacar Traoré: Mbalimaou. Mali

Cantante nacional de Mali, desde los años 60 Boubacar Traoré ha cantado las penas y alegrías de su pueblo componiendo algunas de las canciones más significativas de ese país. Descubierto en Occidente a principios de los años 90, desde entonces Traoré ha grabado nueve álbumes oficiales (incluido este) y es un nombre habitual en los escenarios internacionales. A sus setenta años, Traoré deslumbra verdaderamente con su particular manera de tocar la guitarra, que por momentos recuerda a la manera española gracias a su confesa influencia árabe, en la que logra momentos de gran emoción combinada con su voz de crooner a la vieja usanza. Producido por Ballaké Sissoko y Christian Mousset, es un disco grabado en Bamako de música tradicional que suena tan precioso como puede sonar.

@juansarda