Robe Iniesta en concierto. Foto: EFE/ Jesús Diges

Robe Iniesta en concierto. Foto: EFE/ Jesús Diges

Música

Robe Iniesta: de 'Jesucristo García' a 'El poder del arte', diez canciones esenciales para bucear en sus tinieblas

Un decálogo de sus grandes himnos, desde el 'rock transgresivo' hasta su introspección en el proyecto en solitario que lo convirtió en un artista de culto.

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Las canciones de Extremoduro están en nuestra memoria sentimental, han sonado en nuestros auriculares rellenando los profundos abismos del juvenil vacío existencial, las hemos coreado a pleno pulmón en sus conciertos, pero también han formado parte de las orquestas de pueblo.

Son himnos que han trascendido generaciones, era el mensaje que necesitábamos en un mundo reglado de adultos que diseñaban nuestro futuro dirigiendo los pasos de nuestro presente. Robe Iniesta, el alma de la banda de rock más importante de nuestro país, fue mutando el discurso corrosivo de sus inicios. Sus letras se tornaron más existencialistas y no sabemos si detrás hubo una motivación, pero también alcanzaron un vuelo poético que no se parecía a nada.

Esta es la travesía por sus canciones más icónicas, aunque faltan muchas. Entre ellas, Pedrá, la única que integraba el álbum homónimo, publicado en 1995: 29 minutos y 28 segundos de catarsis. Habría sido difícil recoger también las que corresponden a álbumes conceptuales –La ley innata (Extremoduro, 2008) y Mayéutica (2021)–, articulados en varios movimientos, pues, concebido cada una de ellos como un disco-río, están determinados por una unidad narrativa.

Jesucristo García

Rock transgresivo, 1989

"Nací un buen día, mi madre no era virgen / No vino el rey, tampoco me importó / Hago milagros, convierto el agua en vino / Me resucito si me hago un canutito / Soy Evaristo, el rey de la baraja..." Robe, desatado. Su primer gran himno. El estribillo es demoledor.

Y la canción nos sumerge en los ambientes marginales, en la droga, en la prisión... Musicalmente, ya sugiere todas las maneras propias de su estilo, acuñado por él mismo: rock transgresivo. Así se llamó el disco, aunque luego sería rebautizado en una reedición por Tú en tu casa, nosotros en la hoguera.

Es la canción con la que se despide Barrio, la película de Fernando León de Aranoa ambientada en un barrio popular de Madrid lastrado por la delincuencia. Fue elegida como una de las mejores canciones por la revista Rolling Stone. Absolutamente imperecedera. "¿Cuánto más necesito para ser Dios, Dios, Dios?".

Quemando tus recuerdos

Somos unos animales, 1991

Robe era capaz de fabricar una boutade antológica como Jesucristo García, pero luego venía a sorprenderte con la delicadísima Quemando tus recuerdos. "Vivir a la deriva / sentir que todo marcha bien / volar siempre hacia arriba / y pensar que no puedo perder".

Y sin embargo, en la misma canción daba un giro que te sacaba de tus ensoñaciones: "Voy a hacer un tambor de mis escrotos". En aquel instrumental –¡más de tres décadas!– advertimos la querencia que Robe siguió practicando hasta sus últimas composiciones. Era puro rock, pero también una melodía fresca que lo hacía diferencial.

Bribribliblí

Dónde están mis amigos, 1993

La etiqueta de "poesía urbana" parece insuficiente para describir las letras de Robe. Pero es verdad que hay versos indefinibles: "Me acuerdo de ti, me cago en tus muertos", susurra al inicio de la apoteósica Bribribliblí, cuyo "subtítulo" nos da la medida del estado de ánimo en que se encontraba cuando la compuso: "En el más sucio rincón de mi negro corazón".

El estribillo irrumpe impaciente apenas una estrofa después del inicio, pero como era tan libre se permitía hacer el puente después (o sea, siempre a la contra): "De tanto pensar, / de perder el tiempo, / de tanto privar / por poco reviento".

Habría sido suficiente, pero prefirió no reservarse para otra canción –habría sido otro himno– la coda que integró en esta: "Me coge de la mano / y yo me sueño con tu pelo, / para estar tan colgado / hace falta echarle güevos". Una explosión que redondea un tema inolvidable. ¿Que por qué le puso Bribribliblí? Cualquiera sabe... Y además, ¿qué importa?

Sucede

Agila, 1996

Podríamos haber escogido de este disco So payaso, un imprescindible de su cancionero, pero era pertinente resaltar el compromiso que siempre tuvo Robe con las letras de sus canciones. Sucede abre con un verso de Neruda –"Sucede que me canso de ser hombre"–, pero el compositor no dejó pasar la oportunidad de dejar su impronta: "Sucede que se me ha alegrado el día, coño, / al ver al sol secándose en tu ventana tus bragas".

Eso sí, "quién quiere saber / si estoy quemado o escondo un corazón / helado y quema mi ser". Ahí queda su lado más poético, con rima interna incluida y encabalgamiento. Todo bajo una oscura distorsión que nos conduce a su lado más punk. También de Agila es Prometeo, en la que incluye dos versos de Miguel Hernández: "No me levanto ni me acuesto día / que malvado cien veces no haya sido".

Este fue el disco que elevó a Extremoduro. El ingreso en la banda de Iñaki "Uoho" Antón trajo la disciplina que necesitaban. Ya no eran solo los ídolos de la generación del descontento, sino que pasaron de la escena underground a ganarse el respeto de los grandes músicos de nuestro país.

Ama, ama, ama y ensancha el alma

Iros todos a tomar por culo, 1997

Robe tomó como punto de partida un poema de Manolo Chinato para esta composición inolvidable. ¿Cuántas veces se habrá repetido aquello de "ahora prefiero ser un indio / que un importante abogado". Un mensaje profundamente libertario que se ha coreado en cenas de empresa, en bodas, eventos de alto copete y todo tipo de convenciones sociales contra los que la canción iba dirigida.

Pero Robe se la reservó muchas veces para cerrar sus conciertos. El luminoso punteo desata el éxtasis. Si durara 10 minutos más, el público la habría seguido cantando con la misma intensidad. Vio la luz en la gloriosa gira Iros todos a tomar por culo, cuyo nombre –repitió el cantante hasta la saciedad– no tenía un destinatario concreto. ¿Qué es lo que no se entiende de que se vayan "todos" a tomar culo?, se preguntaba Robe.

Salir

Canciones prohibidas, 1998

Un estribillo perfecto en forma de desahogo existencial. Versionada por artistas de toda condición, Salir no forma parte ya de Extremoduro, ni siquiera de Robe, sino que se ha incardinado en la memoria sentimental de todos. Lo cantan los que se drogan y los que no, los que lo hicieron y los que lo harán.

"Salir, beber, el rollo de siempre, meterme mil rallas, hablar con la gente, llegar la cama y, joder, qué guarrada sin ti". La elocuencia es incomparable.

En la estrofa convive la poética de lo etéreo –"Voy que ni toco el suelo / y he espantao' hasta a las nubes"– con el relato de lo ordinario –"Me saludan: 'oye, ¿dónde vas, cabrón?'"–, pero todo se amalgama en la rotundidad de un verso insuperable –"No sé si son tus besos / o este tripi que me sube"– que refleja todo su universo: una 'cotidiana' excelencia.

La vereda de la puerta de atrás

Yo, minoría absoluta, 2002

Es una de sus últimas grandes canciones de amor. Salvo los escatológicos "que me entierren con la picha por fuera / pa' que se la coma un ratón", los versos de La vereda de la puerta de atrás rozan la excelencia y están articulados con la precisión del cirujano. "Mi ejército no tiene banderas, solo un corazón. / Condenado a vivir entre maleza / sembrando flores de algodón".

Honda y directa, es uno de sus grandes hits. Quizás sea su canción más comercial, pero con toda seguridad no está concebida de tal forma. Cabe rescatar aquí una de sus confesiones, a propósito de su proceso creativo: "Cojo la guitarra, pongo los dedos donde me sale de los cojones y espero a que salga algo que me emocione", vino a decir.

Standby

Yo, minoría absoluta, 2002

La secuencia inicial de acordes de Standby es historia de nuestra música. Un arpegio bellísimo para introducir una estrofa magistral, interpretada en una de las más bajas tesituras que recordamos del cantante: "Vive mirando una estrella / siempre en estado de espera, / bebe a la noche ginebra / para encontrarse con ella".

El tono melancólico de Standby vaticina una nueva etapa, en la que sus letras se vuelven más introspectivas. Tras un parón de seis años, sorprendió a todos con La ley innata, álbum con el que sus seguidores experimentaron algo parecido a los gitanos con La leyenda del tiempo. Al principio no se entendió, pero muy pronto acabaría convertido en disco de culto.

Si te vas

Material defectuoso, 2011

Material defectuoso no es su álbum más memorable, pero contiene una canción soberbia. La aspereza de su discurso hace tiempo que se ha dulcificado y Si te vas nos habla de amapolas, de un oleaje que rompe, de un bar cansado de despedidas, de regalos que un extraterrestre trae de otros cielos...

La letra, de largo aliento, nos deja versos casi irreconocibles hasta entonces: "¿Dónde vamos tan de prisa?, / me pregunta su sonrisa". Eso sí, "me pongo palote / solo con que me toque". El exabrupto, que no falte. No ha dejado de ser Robe. El equilibrio está en ese verso que todos mueren por haber escrito: "La realidad que necesito / se ha ido detrás de ese culito".

El poder del arte

Se nos lleva el aire, 2023

Consolidado su proyecto en solitario, Robe nos dejó como legado una de las mejores canciones que se han escrito en nuestro idioma. El tiempo dirá si acaba convirtiéndose en un himno como los anteriores, pero ya tiene el reconocimiento de grandes escritores de nuestro país.

El compositor recoge la experiencia stendhaliana en El poder del arte, nueve minutos de trance absolutamente inspirado. Las evocadoras cuerdas del inicio descorchan una profunda reflexión acerca del impacto de la música en nuestros sentidos.

La canción pasa por múltiples lugares, pero todo estalla cuando "de pronto supe cuál es la razón / al menos unas pocas horas / y me agarro aquel recuerdo que guardé / dentro de mi memoria". Una criatura extraordinaria que ensombrece nuestra mirada al recordar que, cuando la compuso, Robe pensó en que "todo se recolocó, / se hizo la luz en el infierno / y todo gracias a nosotros dos / que estábamos luciendo".