Los miembros de G-5: Diego 'Ratón', Muchachito, Kiko Veneno, Tomasito y el Canijo de Jerez. Foto: Ricardo Rubio/Europa Press

Los miembros de G-5: Diego 'Ratón', Muchachito, Kiko Veneno, Tomasito y el Canijo de Jerez. Foto: Ricardo Rubio/Europa Press

Música

El G-5 de Kiko Veneno ataca de nuevo: "Cuando nos juntamos los cinco, componer no duele"

19 años después de su primer disco, el supergrupo donde también militan Muchachito, Tomasito, el Canijo de Jerez y Diego 'Ratón' publica 'El que quiera dormir que se compre una colchoneta'.

Más información: Las caras ocultas del 'Boss': Bruce Springsteen lanza de golpe siete discos inéditos grabados entre 1983 y 2018

Publicada
Actualizada

En alerta amarilla por altas temperaturas, no había mejor sitio que el camping Osuna, el único de Madrid capital, para celebrar que vuelve, 19 años después, el G-5, el supergrupo formado por Kiko Veneno, Muchachito, Tomasito y los antiguos Delinqüentes: El Canijo de Jerez y Diego ‘Ratón’.

Van vestidos de presidiarios, como si se hubieran escapado de la película O Brother, de los hermanos Coen. Voluntaria o no, esa referencia al sur de los Estados Unidos no está mal tirada: en su potaje de flamenco, rumba y cachondeo, el blues tiene su peso, y tampoco faltan unas gotitas de country. En resumen: derroche festivo y garrapatero por los cuatro costados.

Vienen todos desde Jerez, donde han estado tres semanas ensayando, menos Kiko, que se ha subido al tren en Sevilla. “Nos ha tocado el vagón en silencio… ¡a nosotros, que sacamos hoy un disco que se llama El que quiera dormir que se compre una colchoneta!”, nos dice en un aparte el Canijo muerto de risa, antes de una rueda de prensa que comenzará con una hora de retraso (obvio). Les han regañado —“nos lo hemos ganado”— y, como suele ocurrir en estos casos, se han mudado al vagón cafetería.

El motivo de la convocatoria de este jueves era anunciar ese nuevo disco y su gira correspondiente. Por ahora, tienen bolos en Fuerteventura (4 de julio, Fuerteventura en Música), Barcelona (16 de julio (ALMA Festival), Madrid (22 de julio, Noches del Botánico), Valencia (25 de julio, FAR Festival), Cartagena (26 de julio, La Mar de Músicas), Calvià (8 de agosto, Es Jardí), Gijón (5 de agosto, Plaza Mayor), Zaragoza (5 de septiembre, Vive Latino), Las Palmas (20 de septiembre, LPA Beer & Music Festival) y Jaén (18 de octubre, OSM San Lucas).

Los cinco, con una afinidad musical fuera de toda duda, se juntaron por primera vez en 2006. “Fue de forma natural porque coincidíamos mucho todos en esa época en los conciertos”, recuerda Ratón. “Aquella época en la que reinaba nuestra música…”, apostilla el Canijo. Se encerraron en un estudio de Jerez y de aquello surgió su primer y único disco hasta ahora, Tucaratupapi, que estaba descatalogado y, aprovechando la salida del nuevo álbum, se ha reeditado y subido por primera vez a plataformas digitales.

El G-5 de Kiko Veneno presenta su nuevo disco, 'El que quiera dormir que se compre una colchoneta'

El germen de esta segunda etapa del G-5 empezó a fraguarse hace ocho años, cuando decidieron juntarse de nuevo unos días en Bolonia (Cádiz) porque les había sobrado “un dinerillo de los royalties” del primer disco. Querían hacer alguna canción nueva para añadirla a la reedición de Tucaratupapi, pero al final les ha salido un disco entero.

En 2024, los cinco se volvieron a reunir para preparar un único concierto en las Noches del Botánico (adonde vuelven este verano) y para grabar el nuevo disco, esta vez en La Casa de Jermán, en Chiclana de la Frontera.

Está claro que la guasa y la camaradería son los motores que impulsan el barco del G-5. Aunque, puestos a compararles con un vehículo, bien podrían ser la veterana Westfalia hippie aparcada en la entrada del camping. “Esto es anarquía pura”, nos confiesa el Canijo en un aparte. Kiko, por veteranía, tira de galones de vez en cuando y, “aunque no sea el jefe, dicta sentencia”. Se pone serio, intenta poner algo de orden.

La rueda de prensa/showcase se resiste a empezar. La cerveza aplaca impaciencias. Sesión de fotos y prueba de sonido. Tomasito posa con su chulería gitana delante de la cámara. El Canijo calienta la voz con su botellín en la mano. “Me he dejado las púas en el bungaló. ¿Tú no tendrás una puíta por aquí?”, pregunta el Ratón a un técnico. Muchachito prueba, cómo no, el bombo.

Javier Liñán, el jefe de El Volcán Música (el sello que edita el disco), anda atacado. Pastorear a estas fieras es difícil. A él le dedican la primera canción del disco, Querido Javier, donde le piden dinero para gasolina, comida y cubatas.

Esa es la tónica de todo el disco, que, como dice la nota de prensa, está hecho “para mover los pies, reírse con los amigos, tomarse una caña al sol y celebrar que, a veces, la vida nos regala reuniones como esta”. Títulos como Vaya sarao, El porro (donde colabora Pepe Begines de No me pises que llevo chanclas) o Afectados por las galletas (ya imaginarán de qué están hechas) dan buena cuenta de por dónde van los tiros.

A Lele Leiva, encargado de producir y mezclar el álbum, también le dedican una canción, Amilele. “Lele es el sexto miembro del G-5, es nuestro George Martin”, confiesa el Canijo. También es su road manager y, encima, les hace la comida. “Lo más importante son los guisos que hace. Hemos comido fideos con langostinos, guiso de papas con choco. Todo eso está reflejado en las canciones”.

Y así todo el rato: ante cada pregunta, un chascarrillo, unos acordes, unas palmas, una anécdota. Parece imposible sacarles una declaración medio en serio.

Pero, de pronto, afloran la poesía y la verdad en alguna respuesta: “Esto es un grupo, que no es lo mismo que una banda. Tú puedes formar una banda, pero un grupo no puedes formarlo; un grupo se forma”, afirma Muchachito parapetado detrás de su guitarra y sus gafas de sol. Y luego Kiko, cuando le preguntan por la diferencia entre hacer canciones solo o entre amigos, asegura: “Cuando nos juntamos los cinco, componer no duele”.

¿Y en 2025 qué es ser garrapatero, aquel término acuñado por Los Delinqüentes para definir ese aire bohemio y despreocupado que caracteriza a los cinco? Responde el Canijo: “Nosotros no hemos cambiado, ha cambiado el mundo. La definición de garrapatero sigue siendo la misma: un cochino tirado en el barro, feliz, sin faltarle el respeto a nadie”.

Pues eso. Más reuniones del G-5 y menos cumbres del G-7, por favor.