Paula Ribó, Rigoberta Bandini. Foto: EFE/Enric Fontcuberta

Paula Ribó, Rigoberta Bandini. Foto: EFE/Enric Fontcuberta

Música

Rigoberta Bandini: "Es maravilloso que se difuminen las barreras en la cultura, el esnobismo artístico es odioso"

Tras dos años sin subirse a los escenarios, la cantante catalana arranca la gira de su nuevo disco 'Jesucrista Superstar', su ambicioso segundo álbum.

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Santo Tomás de Aquino decía que el sacrificio de Jesús fue tan grande porque murió en la plenitud de su edad, cuando la vida es más apetecible. Paula Ribó (Barcelona, 1990) también compuso su nuevo álbum, Jesucrista Superstar, a los 33 años.

Lo hizo de forma compulsiva, casi automática, como una resurrección creativa tras un "descanso espiritual" con el que buscaba poder apagar el piloto automático y empezar a disfrutar de todas esas cosas que le estaban ocurriendo, entre ellas el ascenso meteórico de su alter ego, Rigoberta Bandini. 

Y lo ha conseguido. "He aprendido mucho. Necesitaba esa mirada de águila que te da el tiempo para entender tu propio proyecto, entender la vida y al público. Me siento más fuerte, con las riendas del proyecto muy seguras", cuenta la artista catalana a El Cultural, cuya vuelta a los escenarios después de dos años arranca en Sevilla el próximo 31 de mayo y recorrerá una decena de ciudades, con plato fuerte en Barcelona (28 de junio) y Madrid (16 de julio). 

Este ambicioso disco "dos en uno" (22 canciones, más de una hora de duración) es de los que requieren una digestión lenta. "Hoy estaba comiendo en un restaurante y un señor me ha dicho que lo había terminado esta semana, porque lo quería ir saboreando", asegura Ribó. Un álbum que funciona como un musical a contracorriente, producido por sus habituales Stefano Maccarrone y Esteban Navarro, cuya puesta en escena promete ser todavía más ambiciosa. 

Tras conocer de primera mano lo que era alcanzar el éxito a golpe de singles (Too Many Drugs, In Spain We Call it Soledad, Perra), la cantante y actriz de doblaje lanzó su primer álbum La Emperatriz (2022), una recopilación de todos ellos, junto al tema con el que casi se cuela en Eurovisión, Ay, mamá. Sin embargo, con Jesucrista Superstar es la primera vez que construye un disco desde cero. 

Amante y defensora de la cultura pop —"Es bonito entender que las líneas son muy relativas, que el mainstream no tiene por qué ser malo"—, si en el anterior aparecían iconos como Julio Iglesias, en este álbum los protagonistas son Pamela Anderson, tan reivindicada hoy, y el maestro italiano Franco Battiato.

Dejarse guiar por su instinto, que igual le lleva por el synthpop que por la electrocumbia, conservar su mirada infantil, tan pura como frágil, y haber aprendido a relativizar todo son algunas de las claves de su éxito. No solo el profesional. "Yo no soy mi trabajo, no soy mis canciones, y creo que es sano".

Pregunta. El nuevo disco parece la radiografía de la treintañera actual. ¿Cree en eso de que los 30 son los nuevos 20?

Respuesta. Ahora todo es como los jueves son los nuevos viernes, los 30 son los nuevos 20... (Risas). No lo sé, creo que para mí los 30 son una edad muy bonita porque hace de bisagra entre muchas cosas. Eres joven, pero tienes la sensación de entender mucho más todo. Al menos yo me siento más segura de mí misma que a mis 20 porque, en mi caso, todo ha ido cogiendo un camino maravilloso. A esta edad fue cuando el proyecto culminó, cuando empecé a poder dedicarme a la música. Para mí los 30 son muy dulces, no sé si son los nuevos 20 o no, pero creo que es una edad muy bonita. Supongo que todas las edades lo son. 

P. El disco habla de ese desquicie colectivo por las presiones estéticas, sociales, el intentar llegar a todo, pero desde una forma caricaturesca. ¿Es el humor una buena forma de relativizar nuestras contradicciones?

R. Totalmente. El humor, tanto en la música como en la vida, nos ayuda a relativizar todo, a entender nuestra ridiculez como parte del proceso de aprendizaje de amarse a uno mismo. Me parece muy sanador, es una herramienta en la que me apoyo siempre, no solo para escribir, sino también estará en el directo que estamos creando. 

P. Además, a pesar de ser un disco muy confesional, siempre mantienes un toque naif, incluso infantil.

R. Siento que mi mirada hacia el mundo siempre será esa, que igual tendré 70 años y seguiré viéndolo desde este lugar, porque es la mirada que me interesa, la mirada sin juicio, es la que me parece más interesante desde la cual escribir canciones. 

P. ¿Es fácil mantener esa mirada dentro de la industria musical?

R. Ahí está el trabajo. Para mí, lo difícil de que el proyecto coja dimensión es proteger mi identidad, mi manera de entender las cosas, el motor que me ha llevado a querer escribir canciones. Eso me parece el reto más importante de un artista cuando el proyecto crece y es de lo que me encargo con mucho énfasis. No solo yendo a terapia y cuidando mi cabeza, sino también siendo consciente de que ese es mi tesorito, es lo que me ha llevado hasta aquí, aunque no deja de ser algo que poseo desde que soy pequeña. Haber protegido esa mirada, me hace ser consciente de que es muy frágil. 

»Se trata de intentar relativizar las cosas externas, tanto el super éxito como el super fracaso, el amor o el odio. Me ayuda mucho entender que ni soy la mejor cuando dicen: me has cambiado la vida, ni la peor cuando me dicen: escribes canciones de mierda. No identificarse con lo que eres como artista en cuanto a identidad personal, eso me ayuda. Yo no soy mi trabajo, no soy mis canciones, y creo que es sano. Soy una persona que está detrás de todo esto y que va investigando, pero no soy eso. 

P. Ha reconocido que el disco tiene un tono feminista más relajado, que no necesita gritar tanto. ¿Fue una decisión consciente en el proceso de composición?

R. Todas estas canciones han surgido del momento presente y cuando me pongo a componer intento no forzar nada. Es verdad que luego, con una mirada a posteriori, dije ostras, muchas canciones son más tranquilas. Pese a que mi manera de escribir es cruda y me gusta bajar todo a lo cotidiano sí que hice esta reflexión de que es un feminismo más relajado. En cualquier caso, esto lo dirá el público.

»Creo que mis canciones siempre serán feministas, porque al final yo soy una mujer feminista y entonces salen desde ahí, pero sí que ha sido muy interesante ver cómo soy otra persona desde que compuse las primeras canciones que saqué y verlo a través de las canciones que componen este álbum. 

R. En él, también habla de la muerte y de hacerse mayor. ¿Piensa en cómo va a envejecer su música?

R. Realmente no lo pienso mucho. Ahora estoy más en este lado con la gira y todo el presente que tengo, que ya es muy potente. Pero bueno, que sea lo que tenga que ser. Obviamente me encantaría que mi música siguiera viva después de mucho tiempo, pero no me obsesiona. 

P. En su música hay siempre una reivindicación de la cultura pop. ¿Qué opina de que esas barreras entre alta y baja cultura se hayan difuminado tanto hoy en día?

R. Es maravilloso que se difuminen porque es una sensación muy odiosa cuando hay ese esnobismo artístico, esa superioridad moral. Es bonito entender que las líneas son muy relativas, que el mainstream no tiene por qué ser malo y perder el miedo a no catalogarlo todo. Porque me da la sensación que desde fuera se tiene que entender mucho cada proyecto: tú eres indie, tú eres mainstream. Y al final lo bonito es oscilar entre unos y otros, creo que cada artista es muchas cosas. A mí me gusta mucho olvidarme de estas barreras.