Beatrice Rana. Foto: Simon Fowler.

Beatrice Rana. Foto: Simon Fowler.

Música

Beatrice Rana: virtuosismo y espiritualidad en su esperada actuación junto a la Filarmónica de Radio Francia

La pianista italiana actuará este lunes en el Auditorio Nacional de Madrid, abriendo con el 'Concierto nº 1 de Chaikovski', y repetirá en Zaragoza, Valencia y Oviedo.

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Entre la pléyade de estupendas orquestas que pueblan este año la temporada de Ibermúsica, figura la Filarmónica de Radio Francia, un conjunto que posee una innegable solidez gracias a sus sonoridades bien acolchadas, al equilibrio entre sus familias, a su pátina de texturas agradables. No es su espectro tan sutil, tan bello, tan sedoso como el de otras grandes formaciones, pero sí muy atractivo.

No hay duda de que para que sea así habrá tenido mucho que ver la labor de su titular al haber establecido una unión aparentemente hipostática con su director, el finlandés Mikko Franck. Hombre de baja estatura, de brazos ágiles de compás muy abierto, de batuta clara y precisa, de criterios musicales bien asentados, de exposiciones y resoluciones muy lógicas.

Otro discípulo aventajado del gran maestro Jorma Panula. No es un poeta, pero lo racional de sus propuestas y la flexibilidad de sus músicos nos llevan siempre a buen puerto.

Algo que esperamos comprobar de nuevo en el concierto que se anuncia para el día 5 de mayo en el Auditorio Nacional de Madrid en un programa que podrá ser degustado también en Zaragoza (6), Valencia (7) y Oviedo (8). Y que viene abierto por el architocado y oído Concierto nº 1 para piano de Chaikovski.

En esta ocasión sonará en las manos de la sensible y dotada pianista italiana Beatrice Rana, quien ya va siendo bastante conocida por nuestros públicos y que nació en Copertino en 1990 y estudió con el maestro Benedetto Lupo. A los 20 años empezaba ya una importante carrera, que iría adquiriendo –y sigue in crescendo– una importancia inesperada.

Algo no tan raro, si bien se mira, considerando sus méritos y actitud. Es una trabajadora infatigable y una analista de excepción. Es muy significativa su capacidad de concentración que siempre la ha distinguido. Igual que lo es también su espirituoso toque, su limpia digitación y una sorprendente y al menos aparente espiritualidad en la exposición de los accidentes pentagramáticos.

Esperamos, pues, lo mejor de la sesión, que se completa con dos partituras salidas de la mano de Debussy y que el conjunto francés y su director tienen ya muy ahormadas: el Preludio a la siesta de un fauno, sorprendente pórtico de un nuevo modo de hacer, comienzo maravilloso de un impresionismo que alcanzaría su plenitud orquestal con la segunda: la inefable La Mer. Un concierto, por tanto, lleno de alicientes.