El maestro vitoriano Juanjo Mena. Foto: Juantxo Egaña

El maestro vitoriano Juanjo Mena. Foto: Juantxo Egaña

Música

Juanjo Mena, prolífico e inquebrantable ante la enfermedad: llega a Madrid con una dilatadísima agenda

El maestro vitoriano no se está dejando amedrentar por el principio de alzheimer que padece. Estos días lidera a la OCNE con Mozart, entre otros, en atriles. 

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Desde este viernes 25 y hasta el domingo 27, la Orquesta Nacional será dirigida de nuevo por el vitoriano Juanjo Mena (1965), asiduo visitante de los más importantes podios nacionales e internacionales. En estas páginas hemos hablado a lo largo de los años muchas veces de él y de sus características musicales. Hemos de hacerlo de nuevo al tiempo que debemos comentar su situación actual marcada por la noticia de que padece principio de Alzheimer. El propio músico lo ha declarado públicamente, aunque ha dejado también constancia de que de momento no va a dejar la batuta y que se va a cuidar y recibir los tratamientos necesarios. Y a espaciar sus actuaciones.

Se abre pues una nueva etapa en su vida profesional a la que se enfrenta con esa amenaza y que aborda con gallardía. Lo que nos permitirá seguir sus actuaciones y apreciar su alto sentido musical, su preparación y su integridad. De momento lo tenemos, según lo dicho, al frente de la Nacional para abordar un programa muy bello de extracción clásica, aunque abierto con una obra del siglo XX, la Serenata a la música de Vaughan Williams. Luego disfrutaremos del Concierto para violonchelo nº 2 de Haydn y la incomparable Sinfonía n.º 40 de Mozart.

Obras muy acordes con las características directoriales de nuestro personaje. Su estilo descansa en un gesto muy fluido y elegante, suelto y amplio, regular y suave, que circula en amplias arcadas meciendo el flujo musical. De esta forma Mena se comunica y se hace entender, matiza y regula, frasea y modula, explica y dice. Y trata, y muchas veces consigue, de elaborar un tejido diáfano, bien regulado.

Recordamos, dentro de estas premisas, una interpretación de la Sinfonía nº 1 de Brahms al frente de la Nacional, apasionada y en algunos casos rompedora, expuesta con una intensidad inesperada pero atenta a todos los matices, vigilando todas las entradas e incluyendo la repetición del primer movimiento que a veces se suprime. Acertó a imprimir el debido tono camerístico al comienzo del desarrollo. Cantó muy bien el segundo movimiento, en donde destacó el cálido fraseo de la concertino en aquella ocasión, Zoë Beyers, con planos bien distribuidos y general tono recogido.

Y fue gran hacedor para construir con tino, apoyado en una excelente Nacional, el ciclópeo Adagio-Allegro ma non troppo, ma con brio, abierto con una magnífica introducción bien delineada, con trompas y trombones muy atentos. Aunque el tejido no nos pareció siempre claro y algún fortísimo fue en exceso rudo y emborronado, no cabe duda de que la doble exposición mantuvo las espadas en alto y que la tensión no decayó, al tiempo que no se perdieron por lo común las líneas maestras de la composición.

Vamos a dar una oportunidad a la paz, al diálogo y a la negociación. Si eso fracasara veremos qué hay que hacer

Los modos de Mena, a quien recordamos en sus primeros pasos en el podio durante nueve años de la Sinfónica de Bilbao, se han de acoplar sin duda como un guante a una obra maestra como la citada Sinfonía nº 40 de Mozart, que cerrará sus conciertos madrileños. La situación humana actual del maestro quizá pueda vislumbrar nuevas luces en una partitura tan significativa y reveladora, definida según algunos estudiosos como tragedia sombría, drama interior, desolada matización.

No es raro por cuanto estamos ante una de las composiciones más profundas y aristadas del músico salzburgués, también calificada a veces de obra de pasión, violencia y tristeza, sufrimiento y terror.

La facilidad de lectura, el conspicuo análisis, el control de la frase bien labrada y, por otro lado, el poso humanista que deja en el artista el paso del tiempo y la entereza con la que hace frente a su enfermedad son factores que deberán favorecer una aproximación con trastienda.

En el mes de mayo lo tenemos en Nueva York con la Orquesta y los Coros de la Filarmónica. Luego visitará el May Festival de Cincinnatti, donde dirigirá a la NHK Symphony. Y el 20 de junio estará en el Festival de Granada con la orquesta de la ciudad y un programa especialmente seductor en el que combina a Falla y Ravel