33-11_Ballo-in-mschera

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Música

Máscaras y baile en el Teatro Real

Tras cerrar la temporada anterior con 'La traviata', el Teatro Real abre la nueva con otra obra de Verdi, 'Un ballo in maschera'

16 septiembre, 2020 09:11

El Real cerró la temporada 2019-2020 con una ópera de Verdi, La traviata. Abre la de 2020-2021 con otra obra del compositor de Busseto, Un ballo in maschera, algunos años posterior. Aunque no posee, como aquella, la enjundia de absoluta página maestra, nos ofrece algunos rasgos reveladores del genio, capaz de vencer la inicial antinomia entre lo renovado y hasta original de la forma y lo retórico de la ambientación melodramática. No acaba de producirse la fusión adecuada de fábula y drama, que se tocan y superponen sin llegar a unirse. Pero el talento verdiano consigue, pese a todo, superar el contraste estilístico.

En la partitura conviven lo más trivial y ligero del carácter francés con lo más profundo del sentimiento. En todo caso, nos encontramos con una gran concentración expresiva y una enorme concisión y ligereza en la orquestación. Y dos grandes temas vertebradores: el de los conjurados y el del amor de Riccardo, que aparece, junto a otros, en el extraordinario y encendido dúo del segundo acto. La música de esta ópera, como apuntaba en su día Gino Roncaglia, no es ni sueca ni inglesa, ni americana, ni de una época ni de otra, lo que importa, insistía en ello Gustavo Tambascio, es su calidad, y ésta es excelente en muchos instantes, como en el apuntado; y en los representados por algunas de las más bellas salidas de la pluma verdiana. Como excepcional es que Verdi haya logrado la unidad y hasta la coherencia entre sí de tantos fragmentos heterogéneos.

Para llevar a buen puerto partitura tan rica y procelosa, tan contrastada y vivaz, se requiere, en primer lugar, un foso caleidoscópico, cambiante y ajustado al devenir dramático. Una rectoría flexible y capaz de mantener sin pestañear el fundamental tempo-ritmo verdiano. No hay duda de que la del tan aplaudido en Madrid Nicola Luisotti, director asociado del teatro, reciente protagonista de La traviata, posee casi siempre esos valores, más allá de alguna que otra complacencia con las voces. Entre las que van a dar vida a las conturbadas criaturas que pueblan la trama se cuenta con algunas de indudable relieve.

La música de 'Un ballo' es de las más bellas de Verdi. Es excepcional que lograra coherencia con tantos fragmentos heterogéneos

Se dan cita cuatro sopranos en la parte de Amelia, todas ellas provistas de un espectro tímbrico que va de lo lírico a lo spinto: Anna Pirozzi, vibrante y poderosa; Saoia Hernández (que hace su presentación en el Real), más refinada y esmaltada; Maria Pia Pisticelli, temperamental y afirmativa; y Sondra Radvanovsky, de instrumento tornasolado. Riccardo se lo reparten Michael Fabiano, que como Alfredo en La traviata se mostró inseguro y esforzado, y el veterano Ramón Vargas (60 años), voz lírica bien emitida. Dos barítonos ya muy conocidos en el Real se alternan en el papel del mestizo Renato: ArturRucinski(tambiénen Traviata), lírico, elegante y preciso; y George Petean, más pétreo y opaco. Dos mezzos darán vida a la hechicera Ulrica. Ambas quizás andan faltas de densidad, aunque son excelentes profesionales: Daniela Barcellona y Silvia Beltrami.

Elena Sancho Pereg e Isabella Gaudí, con sus voces aéreas y bien coloreadas, se ajustan en mayor medida a la parte del paje Oscar. El barítono Tomeu Bibiloni afronta el breve pero importante cometido del marinero Silvano. Y los dos conspiradores serán los bajos Daniel Giulianini y Goderdzi Janelidze. La puesta en escena viene de La Fenice y en ella colabora también el Teatro de La Maestranza de Sevilla. La firma el joven regista Gianmaria Aliverta.