Image: Giardino Armonico, timbres excitantes para Telemann

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Música

Giardino Armonico, timbres excitantes para Telemann

1 diciembre, 2017 01:00

Antonini con el Giardino Armonico. Foto: Francesco Ferla

En junio de este año se han cumplido 250 años de la muerte de Georg Philipp Telemann (Magdeburgo, 1681-Hamburgo, 1767), puede que el compositor más prolífico de toda la historia de la música. A los ojos actuales tuvo mala suerte de ser coetáneo de Johann Sebastian Bach, quien, sin embargo, en aquella época era considerado un tanto retrógrado al haberse anclado en un pasado cuyas formas intentaba potenciar. Porque durante esa época se comenzó a creer que el estilo contrapuntístico estaba ya fuera de lugar. Se prefería con mayor frecuencia, y Johann Mattheson lo defendía, el arte fácil de melodías agradables, "amorosas y festivas".

Esta "alegre aniquilación de una herencia", en palabras de Rebatet, habría podido llevar a la misma decadencia que había sufrido la música instrumental en Italia, si no se hubiera trabajado en torno a las formas sonatísticas y sinfónicas; algo que el compositor festejado no acabó de asumir.

Ninguno probablemente fue capaz como él de compaginar tantas labores: la dirección musical de una ciudad (Hamburgo), la composición de cantatas para cinco iglesias, la enseñanza en dos escuelas, la provisión de material sonoro a la capilla de Sajonia y a la corte de Eisenach, a las iglesias de Frankfurt y al Margrave de Bayreuth. Ninguno tampoco tuvo las condiciones necesarias para escribir cuarenta y cuatro pasiones, treinta y nueve ciclos de cantatas, cuarenta óperas, seiscientas oberturas a la francesa, conciertos, serenatas, música para teclado...

Su música, realizada con extrema habilidad formal, venía a ser un precipitado de influencias italianas, francesas (Lully, Couperin, Rameau) y, curiosamente, polacas (en 1705 asumió el puesto de kapellmeister de la ciudad polaca de Zazry, donde se conectó con el estilo parisino y penetró en la música popular). Su enorme facilidad llevó a Haendel, que lo conoció bien, a decir que podía escribir un motete en ocho partes con la misma soltura con la que uno redacta una simple carta. Todo ello, también, determinó, y muchos sesudos musicólogos están de acuerdo, la carencia de un supremo ideal y la posibilidad de que en no pocas ocasiones se inclinara hacia lo más bien superficial.

Para recordar al compositor, el CNDM ha programado, en su Universo Barroco, un concierto muy atractivo protagonizado por los excitantes timbres de Il Giardino Armonico y la nerviosa dirección de su titular, Giovanni Antonini. Se interpretarán la Obertura-Suite TWV 55: a2 (1725), el Concierto para dos chalumeaux, TWV 52: d1 (1750), la Sonata para dos chalumeaux, TWV 43: f2 (1724/34) y el Concierto para flauta dulce, TWV 51:c1 (1740). La sesión se cerrará, a la espera de los posibles bises, con la Sonata para dos violines y viola, Dürg 14 (1750) de Johann Gottlieb Goldberg (1727-1756), el autor del tema sobre el que Bach edificó sus famosas Variaciones.