Image: Rufus Wainwright: “Soy un animal extraño para la industria”

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Música

Rufus Wainwright: “Soy un animal extraño para la industria”

8 julio, 2016 02:00

Rufus Wainwright. Foto: Javier del Real

Extravagante, descarado, exhibicionista, deslenguado, barroco y pop. Rufus Wainwright, uno de los músicos más poliédricos de nuestra era, graba con Deutsche Gramophon los Sonetos de Shakespeare y ofrece, el 16 de julio, un recital en el Teatro Real.

Recuerda Rufus Wainwright (Rhinebeck, Nueva York, 1973) cómo cayeron por primera vez en sus manos los Sonetos de Shakespeare. Lo evoca al otro lado del teléfono: "Era un adolescente enamoradizo y en plena efervescencia sexual que se masturbaba con frecuencia encerrado en su habitación. Mi madre, viéndome en ese estado convulso, creyó que me iría bien asomarme a ese tratado de la tragedia y la belleza". Reconoce que no entendió mucho en aquella primera pasada. Pero sí tuvo una intuición: esas estrofas le valdrían para hacer pie más adelante, cuando afrontara tribulaciones existenciales más serias que las de la pubertad.

La inmersión definitiva la hizo de la mano de Bob Wilson, que le pidió que musicara alguno de los poemas para un espectáculo del Berlin Ensemble, el grupo fundado por Bertolt Brecht. Fue en 2009. Wainwright sintió vértigo al recapitular los nombres que convergían en el proyecto: Shakespeare, Brecht, Wilson. Pensaba forzosamente también en un cuarto genio al que tiene en las alturas: Verdi, experto en trasvasar la palabra shakesperiana al pentagrama (Macbeth, Otello, Falstaff). Le agobiaba no estar a la altura.

Pero el peso de la responsabilidad mutó en alivio por una circunstancia trágica que, de algún modo, cerraba un círculo: su madre estaba muriéndose de cáncer mientras componía las canciones. "Los poemas fueron mi tabla de salvación en un momento oscuro. Hasta entonces me recreaba con los versos amatorios y sensuales, pero al releerlos de nuevo, con todo el dolor, percibí más hondamente sus reflexiones sobre la bondad y la muerte", explica Wainwright.

Deutsche Gramophon, sello con el que grabó su primera ópera, Prima Donna (inspirada en Maria Callas), quería celebrar este año el cuarto centenario de la muerte del Bardo. Encargó a Wainwright que agrupase y revisase las piezas que compuso para Wilson y las tres que, a partir de la misma fuente, incorporó a su álbum All Days are Nights: Song for Lulu (2010). La propuesta cristalizó en Take All My Loves, que incluye nueve sonetos (son 154 en total). Aparte de él, los cantan o recitan Carrie Fisher (La guerra de las galaxias), William Shatner (Star Trek), Helena Bonham Carter (El discurso del Rey), Inge Keller, Florence Welch, su hermana Martha Wainwright... También le flanquea la Sinfónica de la BBC. Las canciones acreditan su eclecticismo irredento. Oscilan del pop barroco marca de la casa al sinfonismo, el rock, el country, la lírica… Esta última es una de sus grandes pasiones: ahora está preparando una ópera basada en Memorias de Adriano, de Yourcenar. "Sigo siendo un animal extraño para la crítica y para la industria. Este disco refuerza esa imagen extravagante. Es difícil para mí proyectar una idea clara que clarifique quién soy. No encajo ni en las radiofórmulas ni en las estanterías de las tiendas de discos, si es que queda alguna".

El método de composición fue muy intuitivo y orgánico: "Le di a Shakespeare la mano y él me entregó las melodías. Leía los poemas y tarareaba lo primero que me venía a la mente. No quería un filtro intelectual entre la música y las letras. Tampoco utilicé instrumentos de entrada, sólo mi propia voz. Luego Mark de Vries, ya en en la fase de producción, les dio un toque sofisticado para que no sonaran tan básicos. Es un equilibrio muy interesante".

Sin buscarlo, el orden de las canciones produjo una coherencia. "No narrativa porque no hay una historia. Pero sí aflora una atmósfera mágica. El primer poema es When I most I wink, que es una caída en el mundo de los sueños. Y el último, Farewell, representa el despertar. De esa manera el disco es un viaje a través de un sueño en el que se entrecruzan estilos, cantantes y emociones… Es realmente un paisaje onírico".

@albertoojeda77